Cuando esa noche le vio marcharse del comedor dejando atrás su comida, sintió un nudo formarse en su garganta, quiso ir tras él, pero sabía que no podía. Su madre se enfadaría de hacerlo, y eso traería problemas.
Negó con la cabeza e intentó sacarse el pensamiento de la cabeza.
Tenía preguntas que responder y papeles por llenar y tutorías por dar, ya que dos estudiantes habían llegado a él desesperados al ver sus notas bajar. Él no había podido decirles que no.
Intentó seguir con lo suyo, pero los recuerdos siguieron invadiéndolo.
-Jungkook- no deseaba que su voz sonase severa, pero había salido así antes de darse cuenta. No quería que se fuera, no quería se abstuviera a comer sanamente, no deseaba que se sintiese fuera de lugar.
-Seok Jin, ¿ves de lo que te habló? - preguntó la mujer, apretó sus puños bajo la mesa y se forzó a mantener su mirada impasible. -Ustedes dos le consienten demasiado, por eso es un niño malcriado e inútil.
Su sonrisa se torció por un momento.
-Mamá -escupió la palabra con disimulada molestia- Jungkook, no es ningún inútil.
Su padre se mantuvo en silencio como siempre, él jamás comentaba algo, siempre dejaban que tratasen mal a su pequeño hermano.
Se puso en pie ante la atónita mirada de su madre.
-Lo siento, debo retirarme, tengo que estudiar para los exámenes.
Se levantó y lavó su plato, no esperó respuesta alguna de su madre y se marchó, se sentía irritado.
Jungkook es su querido hermano menor, quería lo mejor para él, incluso si eso significaba que tenía que mentirles a todos, incluyéndole.
Tenía que fingir, seguir con su juego hasta el final de sus días, pues, si llegase a detenerse descubrían cuán falso podría ser.
Sintió su mirada aguarse y parpadeó de forma seguida para mantener las lágrimas en su lugar.
Con nerviosismo giró el llavín de la habitación y se adentró en silencio, cerrando la puerta tras de sí, pudo verlo durmiendo con los labios entreabiertos, y con sus manos abrazando fuertemente su cobija.
Sonrió de forma leve mientras acariciaba con cariño sus cabellos castaños, esos que se mostraban rebeldes en esos momentos.
-Kookie, mi pequeño hermano. - susurró con voz temblorosa- No importa cuánto crezcas, siempre serás mi pequeño hermanito, el bebé de la casa, y juro que te protegeré hasta el final de mis días, sé que no lo estoy haciendo bien y que de seguro me odias, lo siento tanto.
Suspiró y le dio un pequeño beso en la frente.
-Ten dulces sueños.
Se sentía muy cansado, sus músculos estaban cansados, los cuales no dejaban de quejarse con insistencia de sus movimientos, ya fuese alzar por cosas o por el siempre hecho de caminar. Podía sentir sus parpados luchar por cerrarse, y sin poder evitarlo, dejó su cuerpo caer como peso muerto, pensó que sentiría un leve dolor al caer contra el suelo, no obstante, algo cálido y agradable le sostuvo.
Sus fosas nasales se inundaron por unos segundos con su olor.
Se sintió seguro.
-Siempre tan idiota…
***
Sus parpados seguían pesando, tanto que se veía incapaz de poder abrirlos, todo estaba en silencio, y no tenía ni la menor idea de en dónde se encontraba.
Sintió una pequeña caricia en su cuello.
Su cuerpo se tensó y tuvo que reprimir un temblor. No debía tocarle.
-Tú como siempre te fuerzas demasiado, y nuevamente has terminado así. – escuchó su voz temblar, como si desease soltar en llanto, pero conociéndolo se aguantaría. -No puedes continuar de esta manera, deben parar ya, si siguen tú y Kookie resultaran más heridos.
Fingió seguir durmiendo, hacerse el desentendido como siempre. Yoon Gi y Nam siempre le pedían lo mismo, no importase que tan cruel fuese para apartarlos de él, ellos seguían allí para él.
***
Sus piernas con costo podían mantenerle de pie, todavía le costaba mantenerse del todo consciente, pero se esfuerza, ya que él, no puede fallar. Él debe ser el estudiante perfecto, el hijo perfecto y por consecuente, el mal hermano.
Iba a ir por los documentos que le hacían falta por llenar para finalmente ir a casa y darse su merecido descanso y poder finalmente detener por unos minutos su mentira. Sin embargo, en ese momento lo vio, notó como ese pelirrojo empujaba a su hermano mientras este hablaba con Yoon Gi, le habían tomado desprevenido por lo cual no pudo caer al suelo, casi sintió el dolor del menor al recibir el impacto, había caído de cara.
Apretó sus puchos y suspiró.
Al parecer tendría que llegar un poco más tarde en la casa