Fragmentos de ti

Capítulo VI

(Ioana recuadro 1, cafetería, ropa Ileana al comienzo del martes)

(Ioana recuadro 1, cafetería, ropa Ileana al comienzo del martes)

Ioana Dalca, así es el nombre de su mejor amigo, sólo que siempre le decía Oana para acortar su verdadero nombre y ahorrarse el hecho de pronunciar la "I" pues ella hacía lo mismo con su nombre al decirle "Ile", pensó con amargura que no podía decirle pues cierto o no, no la pondría en peligro...

Con bata y una toalla en la mano para secar sus húmedos cabellos se miró frente al espejo del baño notando unas pequeñas bolsas bajo sus ojos, dio un suspiro cansado, aun tenía sueño y quisiera seguir durmiendo, lástima que tuviera empleo al cual no podía faltar y tampoco quería preocupar a su madre, se miró fijamente por algunos segundos deteniendo el secado que aplicaba en su cabello, dio un respingo al no verse a sí misma sino a un enorme e imponente lobo blanco con algunas partes más oscuras, como el hocico, parpadeó rápido por unos segundos creyendo estar alucinando pues ahora sólo estaba su reflejo, frunció el entrecejo pues esas ideas locas no terminaban de abandonar su cabeza.

Se cambió en tiempo récord poniéndose lo primero que encontró, pantalones azules, botines negros, blusa café y suéter negro, se recogió el cabello en una coleta alta con algunos cabellos de fuera sin importarle, no tenía muchos ánimos el día de hoy, se devolvió al baño para sacar la basura pues no quería que su madre viera las prendas e hiciera preguntas, preguntas que no querría contestar, bajó encontrándose a su madre haciendo el desayuno por lo que solamente limpió y puso la mesa, después de varios minutos ambas se sentaron.

—Parece que ayer me quedé dormida, hija, ¿qué pasó con nuestro invitado? —cuestionó antes de dar un bostezo

—Tuvo que marcharse después de terminar su postre—la sola mención la hizo ponerse tensa pero trató de disimular

—Es una lástima, no pude despedirme de él—hizo una mueca de decepción que cambió a los segundos por una sonrisa pícara— ¿qué más hicieron? 

—Nada, simplemente lo despedí en la puerta pidiéndole que no volviera—dijo algo apresurada

—Esa es mi hija—suspiró haciendo una mueca, Ileana enarcó una ceja confundida sin comprender del todo

—¿Cómo debo interpretar eso, madre? 

No recibió respuesta, comieron en silencio pero no pudo importarle menos, realmente no quería pensar que ese tal Mikael intentó hacerle daño de la manera más vil y despreciable, esperaba no encontrárselo porque sí no se encargaría de golpearlo tan fuerte que no reconocerían su rostro, se sintió iracunda de recordarlo pero intentó calmarse, terminó de comer, se despidió de su madre con un beso en la mejilla, tomó sus llaves y una bolsa de mano para salir casi corriendo de ahí no sin antes tomar la bolsa de basura que había sacado del baño con los vestigios de sus prendas desgarradas, debía eliminar cualquier evidencia de lo que pasó.

Percibió un aroma en el ambiente cercano a su hogar, se encaminó hacia donde iniciaba el césped encontrándose con su chaqueta favorita tirada y completamente ilesa, no sabía sí reír por la ironía o llorar de rabia al recordar como llegó ahí, optó por ninguna de las dos y sólo la tomó llevándosela al hombro, pero el aroma estaba ahí, un aroma desconocido que le llamaba bastante la atención así como otro más, se dio cuenta entonces de una cosa en la que no había reparado antes: su gran olfato. Abrió los ojos desmesuradamente recordando también ciertos sentidos más desarrollados de lo que debían ser. Algo dentro de sí palpitó ante lo inevitable. Con el ceño fruncido arrojó la bolsa dentro de la basura y corrió hasta llegar al café donde trabajaba.

Todo parecía normal, las mismas personas de siempre yendo y viniendo sin perturbar su burbuja de paz que bastante le había costado crear hasta que claro, como siempre, las cosas cambiaron y no supo si para bien o para mal: entró un hombre mayor al establecimiento de lo más casual sentándose y pidiendo, todo normal hasta que le tocó ir a dejar lo que pidió pues una vez más ese sutil aroma que había percibido antes estaba presente en aquel hombre, frunció el entrecejo, cuando se miraron el hombre le regaló una sonrisa extraña que no supo comprender, le agradeció tomando sus dos manos unidas y luego se fue.

Después de eso todo siguió normal.

Pasaron días desde que escuchara la voz en su cabeza por lo que creía que quizá, y solo quizá, todo había sido cosa de un sueño muy realista, ese martes había salido más temprano para encontrarse con su mejor amiga antes de abrir el local, se sentía entusiasta, Oana notó este extraño cambio, de hecho, notó muchos más, parecía más tranquila y relajada, ya no estaba tan a la defensiva, como si hubiera descubierto algo que le hacía falta.



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En el texto hay: mujerlobo, alfabeta, rumania

Editado: 01.09.2020

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