Frases para Amanda

Cap. 3: Alcanza, no midas

«No me digas que el cielo es el límite, cuando hay huellas en la luna»

Paul Brandt.

Nicholas

 

—¿Cómo te fue? —La voz de Hades se fue arrastrando por toda la casa hasta hacerse más fuerte, entrando a mi habitación. Levanto la mirada con desánimo y la vuelvo a bajar.

 

—Bien… —Miento y él, sabiendo eso, se cruza de brazos.

 

—Ajá… La misma historia —No le hace falta ni preguntar qué pasó.

 

—La misma historia —Suspiro confirmando sus pensamientos y él niega, seguro pensando que no tengo remedio.

 

—No tengo que decírtelo, pero igual lo haré —Elevo la mirada encontrándome con una mirada que mostraba lastima y a la vez burla—. Es misión imposible.

 

—Si te pagaran por dar charlas motivacionales ya estarías en bancarrota.

 

—Perdón —Me desconcierta su disculpa y lo miro de nuevo buscando la trampa. Mi amigo se suelta de brazos y los alza a los costados, agitándolos sin mucho esfuerzo y sin sonreír—. Nico, Nico, ra-ra-ra.

 

Solo Hades, damas y caballeros.

 

—Ya cállate —Le lanzo una almohada junto con una mirada molesta, aguantándome las ganas de reír.

 

Por el contrario, la inusual risa de Hades enciende la habitación, llamando no solo mi atención, sino también mi curiosidad; lo veo de arriba abajo y lo analizo, finalizando sin ninguna conclusión lógica que justifique su buen humor. Él nota eso y para de reír, recuperando sin ningún esfuerzo su fachada de chico malo.

 

—Tranquilo, nadie te vio —Desvía la mirada de mi intento de burla y se alza de hombros.

 

—¿Y bien? —Me mira con una chispa de diversión amenazando con reírse de nuevo—. ¿Qué planes tienes para hoy?

 

La situación toma otro giro. Quito mis auriculares de mi cuello y me echo el cabello hacia atrás. Compartiendo la señal cómplice de mi mejor amigo, saco de debajo de la colcha una carpeta. La abro y se la paso a Hades.

 

—No inventes… —murmura, sacando de su interior un par de identificaciones falsas y otro de pases VIP—. ¿Cómo las conseguiste?

 

—Steffan conoce a alguien —Me encojo de hombros y me levanto de la cama para pasar a ver mi armario—. ¿Listo para esta noche?

 

—Tengo dudas —Analiza las identificaciones—, pero sí, ¿cuál es el objetivo?

 

Dejo de mirar mis camisas al encontrar justo la que buscaba, una negra con líneas grises verticales, y voy hacia mi mochila, dejando ambos objetos sobre mi cama, para abrir el segundo. Saco mi libreta y la tiro hacia las agiles manos de Hades que la toma sin complicaciones, sin dañarla o doblar alguna hoja, y va hacia mi lista de objetivos.

 

—Número treinta y seis —Le aclaro mientras tomo de mis gavetas un par de medias negras y unos boxes, sin mencionar una bolsa escondida en un rincón.

 

Volteo al escuchar el familiar sonido de mi libreta cerrándose con fuerza, y tal vez molestia. Una dura y seria mirada me dedica luego de leer el objetivo, pego no me inmuto y sigo con lo mío; algo así ya me esperaba de él.

 

—Cuando acordamos esta lista dijimos que serían cosas que estuvieran al nuestro alcance, Nicholas.

 

—El alcance de nuestros logros no se mide, Hades.

 

—No puedes estar hablando en serio —Se pega la libreta de la frente.

 

—Ya me iré a arreglar, tú dime —Tomo mi toalla y la hago girar, chocándola con su cara y haciéndolo gruñir.

 

—¿Nereida sabe de esto?

 

—Tiene turno nocturno en el hospital —Dejo la toalla de lado y me despojo de mi camisa.

 

—¿Y Carmín?

 

—Con su novio —Agarro de nuevo la toalla y voy hacia la salida de mi habitación, inmune a su persuasión.

 

—¿Y tu cordura y dignidad?

 

Bufo divertido.

 

—Como si tuviera mucha vida por delante para preocuparme por eso —Salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás.

 

—¡Nicholas! —grita regañándome y entre risas bajo a bañarme. Seguro que al no obtener otra respuesta se ha lanzado a mi cama para mentalizarse de que no hay vuelta atrás

 

. . .

 

—Te lo advierto, si alguien me reconoce te dejaré solo en este juego.

 

—Por supuesto —Le guiño un ojo—, y luego regresas para la siguiente partida.

 

Una mirada asesina más tarde, el guardia nos deja pasar y ya estábamos dentro del club nocturno. En medio de la corriente de gente, Hades gruñe entre diente cual perro rabioso encerrado en una jaula, mirando como el propio depredador a quien pasase, asustándolos tanto que nos terminaban por dar el paso.

 

—¿Te diviertes? —pregunta al verme sonreír.

 

—No tienes idea.

 

Oh sí, yo también sé cómo molestarlo.

 

—Vamos, relájate un poco —Lo tomo de los hombros y lo sacudo hasta que con un movimiento brusco me quita de encima.

 

—Tal vez cuando termine esta pesadilla —murmura un poco alto, la música ya estaba a todo volumen—. Es martes, ¿por qué hay tanta gente?

 

—Steff mandó una foto de este mismo club el sábado —Río alto viendo sus labios fruncidos y sus cejas enojadas—, esto no es el cuarto de personas que había. Agradece que eligiera hoy y no esa misma noche.

 

—Maldito… —Me mira de reojo—. Ambos —Completa y vuelvo a reír.

 

—Entonces, ¿quieres tomar algo?

 

—Ni se te ocurra.

 

—¿Bailar? —Lo codeo, sabiendo que era una pregunta trampa.

 

—Lograste traerme hasta aquí, no pasara de eso.

 

—¿Acabamos con esto?



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Editado: 23.06.2024

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