Manos calidas que me abrazaron, dedos de seda, que al juntarse a mis dedos se volvieron pinceles, capaces de pintar toda una obra de arte y en eso se convirtió nuestra historia.
Manos etéreas, suaves como nubes, capaces de tocar el alma, al compaz de la sinfonía salida de tus labios, besos que marcan el sendero, que se sigue hasta la cima de lo inigualable, manos calidas capaz de acabar con los glaciares, con tus suspiros causas que mi corazón se acelere.
Tus manos acariciando mi mejilla, yo reposando en tú pecho, tú mano dandome la cobertura, tocando mi cabello, desordenado por lo apresurado que me encontraba por llegar a ti, tus manos formaron caricias, dignas de ser alabadas por los mismísimos cielos.