From Zero - Desde Cero

Capítulo III: Alteración y Orden

El señor que se acercó a mí desprendía un olor fuerte, como a carne quemada (como si se hubiese electrocutado); su forma de hablar era un poco extraña y su voz estaba ronca (como si hubiese gritado durante varias horas)Al comenzar la conversación, traté de ignorar su aspecto, pero lo único que no podía evitar aunque sea un poco descortés, era el olor que transmitía.

—¡Hola, pequeño! —dijo acercándose a mí.

—¿Hola...? —respondí.

«¿Por qué todos los que me encuentro me saludan de esa manera?», pensé mientras aún sentía repulsión.

—Entiendo pequeño, no quería imaginarlo, pero supongo que tú también estás pensando mal de mí, no es mi culpa apestar de esta manera —farfulló al verme pensar.

—¿Cómo sabes que estaba pensando en eso? —pregunté desconcertado.

—Es fácil, una vez me encontré con alguien que olía como yo y pensé lo mismo que tú en ese tiempo, además, tu rostro tampoco te hace tanta justicia, ¿sabes?

—Entonces fue mi error, lamento ser tan expresivo —dije entre risas.

—No hay problema, si fuera tú también hubiera hecho lo mismo, pero no te preocupes, no es como si fueras el único que se ha percatado de ello —dijo mirando a los alrededores—. Y bien, dejando de lado el tema de los olores, dime, ¿cómo te llamas? —preguntó mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

—Bueno, según mi identificación, mi nombre es el del alumno N.° AN-10. ¿Y el suyo señor?

—Mi nombre es Drake, solo Drake. Un gusto poder hablar contigo —acercó su mano para estrechar la mía— ¿Cómo te encuen...?

«El olor que Drake desprendía se hizo más fuerte, fue tanto el impacto que me hizo perder la realidad entre mis pensamientos».

«¿Drake?», pensé, «¿Dónde había oído ese nombre?»

En ese momento, recordé que el nombre del padre de Lukk era Drake, con eso en mente, había una posibilidad de que el señor que estaba enfrente de mí fuera él.

«Y mientras estaba perdido en mis pensamientos, Drake apartó su mano asustado y prosiguió a cambiar su pregunta anterior».

—¿Estás bien N.° AN-10?

—Sí, Sr. Drake. ¿Por qué la pregunta? —respondí automáticamente.

—Por unos segundos parecías que no estabas aquí. ¿Dije algo malo?

«No le podía decir que su aroma a perro muerto, me había hecho quedar fuera de combate por un momento; así que solo lo ignoré».

—No es eso, solo tenía una duda respecto a su nombre. ¿Es quizá usted el padre de Lukk? —pregunté entre dudas.

—Uh mm... ¿Lukk dijo eso? —preguntó incapaz de creerlo.

—Él me dijo que el nombre de su padre era Drake.

—Si él te dijo eso, entonces está claro que es cierto —aclaró con una sonrisa en su rostro.

—Ya veo, entonces usted si es su padre, un gusto poder conocerlo señor Drake —dije mientras entraba un poco en confianza.

—El gusto es mío N.° AN-10. Y bien —sonrió un poco y añadió—, dime. ¿Dónde conociste a Lukk? —preguntó interesado.

—Acabo de conocerlo hace unas horas, señor, en esa sala que está por allí —respondí señalando el salón donde estaban los demás niños.

—Entonces lo conociste hace poco, que raro... —dijo mientras veía donde señalé.

—¿Por qué es raro señor? —pregunté interesado.

—Nada importante, no te preocupes por ello —dirigió la mirada hacia arriba en dirección al techo y agregó—. Bueno, dejando de lado el tiempo en el que lo conociste, hay algo más importante. ¿Ya te has memorizado el cartel de la entrada?

Había un cartel justo antes de ingresar a la sala central, el director había dicho que debíamos aprender la frase que contenía y que era necesario recordarla por siempre, (esta era de suma importancia para el proyecto y para nuestra vida aquí, según lo que decía él).

—Sí señor, es un requisito de ingreso para las pruebas que se harán desde el día de mañana —respondí mientras me dirigía hacia el cartel para leerlo—: "El tiempo es el hogar de lo que hicimos y de lo que haremos algún día, modificarlo no solo lleva a cambiar lo que somos, sino también la realidad en la que vivimos".

«Iba a comentar algo sobre el cartel, pero Drake no me dio la oportunidad de hacerlo».

—Es una buena frase a simple vista, ¿No lo crees? —preguntó Drake.

—¿Quieres que sea sincero? —pregunté entre risas—: No entiendo el significado de esa frase —respondí con un poco de vergüenza.

—No tienes por qué preocuparte, yo tampoco lo entendía cuando tenía tu edad, ¿Deseas que te dé un ejemplo para que tengas una de idea de lo que dice? —exclamó interesado.

—¡Claro! —asentí con la cabeza—: Sería genial.

—Bien, ¿Qué día estamos? —preguntó él nuevamente.

—El calendario dice que es el 26 de agosto del año 1,968 —respondí confuso por su pregunta.




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