Connor
—¡Hoy habrá fiesta en mi casa! —grité en el vestuario mientras todos gritaban mi nombre una y otra vez.
Necesitaba olvidarme de alguna manera de aquella maldita chica. Estaba cambiando mi manera de ser incluso sin apenas haber hablado. Esta chica sin duda no era como las chicas con las que me había topado antes, esas que caían rendidas a mis pies y que hacían todo lo que yo les decía. Esas chicas que estaban locas por mí y que yo simplemente las utilizaba para distraerme un rato, las que simplemente estaban dispuestas a todo.
Olivia no, era un chica tímida e indefensa que sin duda tenía su propio criterio, ella es mucho más fuerte de lo que parece y con una personalidad un poco complicada.
No podía dejar de comprarla con otras porque esta situación era chocante incluso para mí.
Esta chica en tan solo unos días había puesto patas arriba la ciudad de Hayron.
¿Cómo había conseguido eso?
<<Joder>>
Me estaba volviendo un completo imbécil.
Ya ni siquiera miraba a las chicas cuando entraba a cualquier bar con los chicos. No me fijaba ya en la manera en la vestían, ni siquiera les seguía el juego cuando intentaban coquetear conmigo. Ni siquiera entraba en el trapo cuando querían algo más.
Lo que sabía es que esto en mí nunca antes había pasado y me sentía diferente de alguna manera.
Olivia
Mis ojos quedaron puestos en la chica, quería averiguar quién era.
Miré a Hugo y le pregunté.
—¿Quién es esa? — dije señalando hasta la puerta.
—¿La que está al lado de Connor?
—Si— respondí sin dejar de mirar.
—Es la ex novia de Connor, se llama Dana Blanc.
¿La ex novia? ¿Dana Blanc? Tenía en ese momento tantas preguntas sin respuesta.
Ella era muy guapa, demasiado diría, parecía una modelo de revista. Ahora entiendo todo. No hay ni punto de comparación entre nosotras. Ella tenía el pelo rubio y una pálida piel que resaltaba mucho su rostro, tenía algunas pecas visibles y los ojos grises y fríos como el hielo. Unos que te atrapaban con la mirada.
Estaba celosa, no lo voy a negar. Ella era jodidamente guapa y atractiva y yo era del montón, una más. No tenía nada que hacer a su lado.
—¿Pero siguen juntos?
—No, pero si quieres saber tanto, ¿por qué no les preguntas tú misma? —me miró mal mientras su vista seguía en la chica de la puerta. ¿Por qué tan borde de repente? Algo que había notado de Hugo es que era demasiado amable y en ese momento lo sentí frío, tan frío como el hielo. Ni siquiera sabía por qué y me molestaba que después de todo que me hablase así, yo no tenía culpa de nada.
Mis ojos no podían parar de mirarle. De mirarlo a él. Desde que habían entrado noté como ni siquiera se mostraron afecto o mantuvieron contacto visual.
No sé por qué, pero eso me tranquilizó, aunque él en ningún momento puso su mirada en la mía.
—¿Quieres algo de beber? — dijo Hugo levantándose e interrumpiendo mi mirada hacia Connor.
—Si, iré contigo— me levanté, y fui tras él teniendo que pasar por su lado y notar aquella tensión que era palpable en el ambiente.
Noté como su mirada se posó en mí, creí que iba a atravesarme en aquel momento con ella de lo intensa que fue.
Cuando llegué a la cocina me quedé con Hugo y puse una sonrisa en mi rostro mientras me servía algo de beber. Me quedé un rato a solas con él en la cocina pasándomelo bien, o al menos intentándolo, pero sin dejar de mirarlo de reojo.
Mi espalda estaba apoyada en la barra mientras bebía y hablaba con Hugo que hacía sacarme una sonrisa porque estaba un poco decaída. Me reía mucho con él, tenía buen sentido del humor. Un escalofrío llegó a mi cuando escuché la voz de Connor acercarse hacia donde estábamos y todo mi cuerpo se tensó al instante.
Se puso en la otra esquina de la cocina dándome la espalda. Dana ya no estaba. Estaba sólo poniéndose algo de beber. En ese momento no sé por qué, pero me entraron ganas de ir a ver qué le ocurría conmigo, pero no lo hice. No podía dejar ver que estaba mal por él, por su culpa y mucho menos me arrastraría por alguien que no lo merece.
Miré hacia los ojos de Hugo para dejar de pensar y seguí conversando con él.
—¿Y sabes ya a qué universidad irás? — pregunté para salir del paso.
—No. Tengo muchas en mente, pero me gustaría alguna con un buen equipo de baloncesto. Ya sabes, es lo que más me gusta. Connor y yo hicimos un pacto de pequeños. Tendríamos que ir a la misma universidad para jugar los dos juntos en el mismo equipo.
Connor terminó de echarse su bebida. Al darse la vuelta noté como me fulminó con la mirada de nuevo. ¿Estaba enfadado? No debería de estarlo, él fue el que besó a Dana, ¿pero porque me sentía mal? A veces no comprendo ni yo misma mis emociones y sentimientos. Por eso me estresaba. Me estresaba yo misma con mis propios pensamientos que al fin y al cabo solo conseguían darme dolores de cabeza.
Me sentía como en un carrusel de emociones que por mucho que intentase avanzar siempre seguiría dando vueltas en un mismo lugar sin poder avanzar.
En ese momento mi vista comenzó a nublarse, no podía respirar, me faltaba el aire y notaba como me ahogaba. Literalmente estaba ahogándome en mis propios pensamientos.
—¿Qué te pasa? — dijo Hugo muy preocupado.
Yo no pude ni siquiera hablar. Aparté a Hugo de mi vista de un golpe y salí afuera a tomar aire fresco.
Necesitaba respirar.
Salí afuera y comencé a caminar de un lado para otro recuperando el aire poco a poco, llevé las manos a mi cabeza y me senté en el bordillo de la acera. Intenté mantener mi mente en blanco, dejar de sobre pensar todo.
Siempre acababa igual. Rota.
Desde el bordillo de la acera elevé mi cabeza para observar el cielo y ver aquella estrella que brillaba más que ninguna otra, en aquel momento supe que solo necesitaba respirar aire fresco y contar para disuadir aquel ataque. Desde pequeña siempre había tenido ataques de ansiedad y mi abuela me daba trucos para poder afrontarlos lo mejor posible.