Olivia
Cuando vi el mensaje mi respiración se paró en ese mismo instante, estaba completamente destrozada llorando mientras miraba el móvil en mi mano, tardé unos tres minutos en reaccionar, no sabía qué hacer, qué decir, no sabía que iba a ser de mi vida en aquel momento porque solo quería dormir y que todo este sufrimiento acabase de una vez por todas, yo solo agarré mi móvil y comencé a escribirle.
Me quedé pensando, no sabía qué decirle y yo no paraba de llorar, el río de lágrimas caía por mi rostro y apenas podía ver el teclado de mi móvil, mi vista estaba nublada por las gotas que caían de mis ojos.
Sin pensármelo dos veces le di a llamar, no sabía porque razón ni con qué fin lo hice, simplemente me guie por lo que mi instinto me decía, me decía que necesitaba a alguien con el que hablar, a alguien para contarle todo lo que me estaba ocurriendo sin ser juzgada, sin meterme en ningún lío ni nada, alguien con el que verdaderamente confiaba. Porque no podía guardarme nada más para mí, había llegado a mi tope.
Hugo y yo en estos meses habíamos entablado una relación de amistad, yo sabía perfectamente que no tendría nada con él, y no por el simple hecho de que no me gustase, sino porque ya me gustaba otra persona, con Hugo me sentía libre de contarle cualquier cosa, sabía escucharme, sus consejos eran de los mejores que me habían dado nunca, con Hugo sentía una amistad muy fuerte y reforzada.
—¿Olivia?
Dejé un silencio, apenas podía abrir la boca para emitir ningún sonido, me estaba costando porque el llanto podía conmigo en aquel momento.
—¿Olivia? ¿Estás bien? ¿Te ocurre algo? —insistió.
—No, no estoy bien Hugo— solté mientras no dejaba de llorar.
—¿Qué te pasa? ¿A dónde estás? ¿Paso a buscarte? ¿Necesitas ayuda?
Suspiré—Estoy en la puerta de mi casa, pero no puedo entrar, no sé por qué, pero siento que me ahogo.
—Respira, intenta calmarte, no te muevas de ahí, voy a buscarte.
Hugo colgó el teléfono y yo me quedé mirando a la nada durante unos segundos, reflexionando, pensando, recordando.
Cada palabra, cada sonido, cada tono, todo me dolió.
En menos de cinco minutos el coche de Hugo apareció en la acera de enfrente de mi casa, yo estaba paralizada en aquel momento, llorando, sin poder moverme.
Hugo salió del coche y vino corriendo hasta mí.
—¿Estás bien? — soltó mientras una mano estaba en mis labios, negué con la cabeza y lo abracé lo más fuerte que pude en aquel momento.
Lloraba y lloraba, no podía parar.
—Necesito salir de aquí— balbuceé.
Hugo asintió y nos metimos en su coche.
Todo estaba en silencio, era de noche y apenas había luces por las calles.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó.
—Lo más lejos posible de aquí.
Miré por la ventana mientras uno de mis dedos viajaba hasta mi boca para poder morderme las uñas por culpa de la ansiedad.
Las piernas me temblaban en aquel momento, bajé la ventana un poco para que el aire entrase, para poder respirar un poco de aire fresco, para tranquilizarme un poco.
Estuvimos diez minutos en carretera cuando llegamos a una explanada, una especie de parking abandonado en el que no había absolutamente nadie.
Me bajé del coche lo más rápido posible, me llevé las manos a la cabeza y maldije, antes de soltar nada Hugo me preguntó.
—¿Qué te ha ocurrido hoy? Puedes contarme lo que sea, ya sabes que puedes hacerlo.
—Es que no se si puedo...
—Inténtalo—dijo.
—Es que siento que cada vez que suelto alguna palabra al respecto me hundo más, me ahogo más.
—Tranquilízate, ¿quieres? — dijo mientras ponía sus manos en mis hombros—Ahora respira hondo, y cuando estés lista me lo cuentas, puedo quedarme aquí de pie hasta que quieras contármelo.
—Hugo...—sollocé —E—es— me costaba decirlo—Es Connor...
Ese nombre...
—¿Ha pasado algo? — preguntó.
—Qué es lo que no ha pasado—limpié mis lágrimas —Después de cinco meses sin vernos, se ha atrevido a decirme que lo que tuvimos ni siquiera le significó nada, ¿cómo? ¿cómo puede decir eso?
—Connor es muy...
—Imbécil— interrumpí.
—Bueno...no quería decir eso, pero Connor siempre, bueno Connor lo ha pasado siempre muy mal, ¿sabes? Sé que él nunca me lo ha contado, pero yo he visto cosas con mis propios ojos que hicieron darme cuenta de que no todo iba bien en su vida, Connor es una persona muy difícil de llevar te lo aseguro. Solo dale tiempo, solo eso.
—¿Cómo puedo darle tiempo? Estos cinco meses han sido los más largos de mi vida, sentía que algo en mi faltaba, ni siquiera sé si estoy preparada para vivir una vida sin él, no después de haber probado lo que era el estar a su lado, ni siquiera sé si puedo volver a ser la misma Olivia de antes...—suspiré hondo—Cuando conoces un sentimiento nuevo y lo pierdes, sabes que no puedes volver a vivir sin él.
—Eres muy fuerte, necesitas centrarte en ti, no dejes que tu felicidad dependa de otra persona, se de lo que hablo—con su mano limpió una lágrima que caía por mi mejilla—Debes seguir adelante, no puedes dejar que esto te afecte, no a ti, no por alguien que ni siquiera sabe valorarte. Sé que es mi mejor amigo, pero también sé cuándo hace las cosas mal.
—Lo sé, pero siento que he caído en lo más profundo de mi ser.
—A veces para poder ser feliz debes caer en lo más profundo para saber valorar el sentimiento de la felicidad cuando lo tienes.
Yo asentí, aunque no podía dejar de llorar, ya se había convertido en una acción automática de mi cuerpo en aquel instante.
—¿Te gustan los helados? —preguntó.
Yo me quedé confusa por la rapidez en la que cambió de tema, me dejó sin palabras en aquel instante y solté una risa, una risa tonta que hizo que dejase de pensar en todo lo que me estaba destrozando, en lo que me estaba destruyendo.
—Me encantan.
Mi madre siempre que estaba triste me traía un bote de helado en el que ahogar mis penas, dejar que las horas pasasen disfrutando del sabor dulce del helado mientras veía alguna película triste para sacar todo lo que estaba roto fuera de mí.