_ ¡Momentito, momentito , que la comida del gato no la toqué! _ se defendió Cachito, con la boca llena de comida, como una caramelera . Dicen que el ADN, pone en evidencia a los malhechores, para el caso es lo mismo, ya que los diecisiete platos con restos de Pyttipanna , ponían de manifiesto la voracidad de Cachito.
_ Muriel , amor , dime al menos que quedó un poco de la torta de chocolate con salsa de durazno que preparaste por la mañana ... pidiò en tono casi suplicante, su marido .
_ ¡No hay más!, se la zampó tu hijo, hace menos de cinco minutos _murmuró la dama.
_ Dime hijo ... ¿cómo pepinos haces para engullirte todo lo que se te cruza...?
_ ¿No piensas acaso en que te podría caer pesado? _ examinó su padre , mirándolo a los ojos .
_ Menos pensar, más comer _ profirió el chiquillo tras un breve eructito.
_ Sabias palabras, hijo mío.
_ Si todo el mundo pensara como tú, estaríamos todos rechonchos y felices _ ironizó Ralph, con una leve mueca de descontento.
_En fin, me comeré un delicioso plátano_ espetó Ralph, ilusionado.
_ ¡Se acabaron , los ajustició nuestro adorado susodicho! _ concluyó Muriel, al borde de un ataque de risa.
_ ¿Cafecito...?
_ ¡Tampoco!
_ ¿ Choco- choco... ?
_ ¡Ni en sueños! _ repuso la mujer , soltando una carcajada.
_ ¿ Y un tecito... ?
_ ¡Es lo único que hay!
_ Busca a la derecha en la alacena.
_ ¿Azúcar... ?
_ Te la debo. _ murmuró Muriel, tras una encendida risotada.
_ ¡Maldición! _ exclamó Ralph, levemente enfadado.
_ Trabajo como un burro cinco días a la semana en la aceitera Puerto Bay, hago provistas seis veces a la semana, y nunca hay nada para comer.
_ Y encima , me tengo que conformar con un tecito de mier ... ¡Caramba!