CAPÍTULO 15 PARTE 4: “EL DESAFÍO DEL PASTELERO“

_ DEM: _ ¡Salta, Cachito, salta! _ exclamó Huesitos, con desesperación. Justo en ese momento, la maléfica latita  aceleró … Salté, pero ya era tarde. Y, ¡Puuuum!, con el borde de una mesa, me partí el mate y caí al piso. Acto seguido, una gigantesca escultura de nueve pisos se desmoronó sobre mí, sepultándome bajo un delicioso baño de chocolate. Acto seguido, la traviesa latita de aluminio me miró, mientras un chichonazo más alto que la Torre Eiffel se elevó sobre mi cabeza, y se descosió de risa.

 En tanto, Pepe Luiggi, se hallaba terriblemente enfadado. 

Sus bigotes, en punta, (más filosos que un lápiz), como si hubiera sido víctima de una descarga eléctrica. Y los cachetes más colorados que garganta inflamada de sed, tras haber comprobado el ardor de un chile picante. 

Luego, don Pepe, se dirigió presurosamente al lugar del hecho.

En ese preciso instante, Tizziana, me ayudó a  incorporarme.

_ TIZZIANA: _ ¡Límpiate la cara! _ exclamó la niña, como en un suspiro de cielo.  ¡Pareces una estatua de lodo! _ sonrió, mientras me extendía una servilleta de papel. Y la pícara fragancia de sus labios, fue dulzor y fue alegría. “ Y los faroles de sus ojos, encendieron el hechizo de dos almas pinceladas , por la pasión de nuestros cuerpos , bajo su luna edulcorada.

El anciano pastelero, se paró frente a mí, y con su voz ronca y quebradiza, me dijo: _ ¡La arruinaste , niño!

- ¡Tu torpeza echó a perder la torta!, ¿Acaso no tienes ojos...? ! 

_ ¡Mira el auténtico desastre que has hecho!_ gruñó Cabeza de moneda de cincuenta centavos. Luego, intenté explicarle lo sucedido, pero el malvado cocoliso, no quiso oír palabra.