Agradecimientos
Cualquier agradecimiento debería ir acompañado de una amable mirada o una mano en el hombro. Pese a ser una persona que se expresa más cómodamente por escrito que de cualquier otra forma, a todos y cada uno de los individuos que menciono a continuación ya les he expresado mi gratitud en persona. Sirva la siguiente lista como un mero recordatorio.
Esta novela no hubiera sido posible sin los cimientos que Escola d’escriptura Ateneu Barcelonés y, sobre todo, Laboratorio de escritura me ayudaron a consolidar.
El proceso de escritura requiere un espacio y un tiempo para llevarse a cabo. Agradezco a mis padres haberme concedido ambos en los primeros meses en los que se gestó la novela tal y como se conoce hoy. Gracias por no molestar a la loca de vuestra hija cuando se encerraba en el cuarto, por amor al arte, horas y horas a escribir.
Las historias, como las plantas, brotan a partir de semillas. Agradezco a Carol y Uri por regalarme una conversación, hace más de quince años, que ninguno de los dos recuerda, pero que para mí lo significó todo.
Àdam, gurdito, es la pasión con la que te tomas esta recién descubierta afición de tu tieta la que me devuelve de nuevo a la silla cada día para escribir más. Gracias por tus increíbles ideas para los libros que están por venir.
A Lali, Aida, María y Belén, sin vosotras la portada de Fuego tendría otro aspecto. Esos consejos furtivos en horas prohibidas. ¿Te gusta más así o así? Gracias por lidiar con mis dudas sin perder jamás la sonrisa.
Nieves y David, vosotros sois mi zona de confort. Gracias Nieves por tus consejos editoriales y por no permitir que mis pies se alejen de la Tierra.
No puede faltar Editorial Lxl en esta lista de gratitud. Confiasteis en Infinito cuando ni yo misma lo hacía. Habéis lanzado las páginas de esta historia al aire, por mí. Gracias, Noelia, por tus palabras positivas. Gracias, Angy, por ser mi primera fan.
Arlet, bichini, escribo por y para ti. Aunque me resulte imposible crear en tu presencia, porque acabas sentada en mi regazo, robándome el ratón inalámbrico, aporreando las teclas o golpeándote la cabeza con un escritorio que parece menguar cada día a tu lado, y aunque pierda la energía del día caminando tras de ti con la columna curvada como un signo de interrogación, eres tú la que cada noche, mientras descansas como un ángel, impulsas mis dedos sobre el teclado.
Edu, cariño, ninguna línea impresa de este libro existiría sin ti. Tú eres el único que siempre lo supo. Crees tanto en mí y con esa seguridad tan aplastante que junto a ti es imposible que a alguien no le crezcan alas. Gracias por tu amor incondicional, ternura y acertados consejos. Eres mi roca del río. El elemento impertérrito en esta vida cambiante. Eres mi Feyrian.
A todos los que aparecen en esta lista, mi más sincera gratitud, pero también a aquellos cuyo nombre no menciono. Cualquier anécdota o persona que se ha cruzado en mi camino ha tenido cabida en Fuego o aparecerá en los siguientes volúmenes de la saga. Gracias a la vida por ponerme delante personalidades tan variopintas y situaciones, a veces, inverosímiles que utilizar en mi historia.
Y gracias a ti, lector, por escoger Fuego como tu siguiente lectura. Es un honor.