La cerradura cedió con un leve clic y Hailey empujó la puerta con cautela. Logan entró detrás de ella, con el arma en la mano, sus ojos recorriendo la oscura sucursal bancaria. Sabían que no tenían mucho tiempo antes de que las cámaras de seguridad registraran su presencia.
—Rápido —susurró Logan.
Hailey sacó la llave que Adler le había dado y buscó la zona de cajas de seguridad. El interior del banco estaba en silencio, pero la tensión en el aire hacía que cada segundo se sintiera eterno.
—Aquí —murmuró, encontrando el número que coincidía con la llave.
Introdujo la pequeña llave en la cerradura y giró. El mecanismo se desbloqueó con facilidad. Con un último vistazo a Logan, abrió la caja.
Dentro, había un solo objeto: un sobre grueso, cerrado con un sello en cera negra. Hailey lo sacó con cuidado y lo sostuvo entre sus manos como si fuera una bomba a punto de estallar.
Logan miró por encima de su hombro.
—¿Lo abrimos aquí?
Hailey negó con la cabeza.
—No. Demasiado expuestos. Vámonos antes de que alguien se dé cuenta de que estamos aquí.
Guardó el sobre en su chaqueta y cerró la caja con discreción. Se movieron con rapidez hacia la salida, pero justo cuando alcanzaban la puerta trasera, Logan se tensó.
—Tenemos compañía.
A través del cristal, Hailey vio dos vehículos estacionados afuera. Sombras se movían en su interior, figuras que conocía demasiado bien.
—Ryan —murmuró con los dientes apretados.
No había manera de que esto fuera una coincidencia. Ryan había estado un paso adelante desde el principio. Y ahora, lo había llevado directamente hasta ellos.
—Cambio de planes —susurró Logan—. No podemos salir por la puerta principal.
Hailey escaneó la habitación y vio una salida de emergencia al final del pasillo. Sin dudarlo, corrieron hacia ella.
La alarma de la puerta resonó en la noche cuando la abrieron de golpe. El sonido atrajo la atención inmediata de los hombres de Ryan.
—¡Muévanse! —gruñó Logan, sacando su arma y cubriendo la retirada.
Las balas silbaron sobre sus cabezas mientras corrían por el callejón, zigzagueando entre contenedores de basura y sombras alargadas. Hailey sentía el sobre ardiendo contra su pecho, como si fuera un recordatorio de lo que estaba en juego.
—El auto está al otro lado de la calle —dijo Logan.
—No lo lograremos a pie —respondió Hailey.
Un rugido de motor se escuchó a la distancia. Otro auto negro se acercaba.
La persecución era inevitable.
Logan tomó la delantera, disparando a las ruedas del primer auto que se acercaba. El vehículo se tambaleó, chocando contra un poste de luz. Hailey no se detuvo para mirar.
Corrieron hacia su propio automóvil, pero justo cuando Hailey iba a abrir la puerta, una mano fuerte la agarró por el brazo y la giró bruscamente.
Ryan.
—Es suficiente, Hailey —dijo, con el rostro sombrío—. No tienes idea de lo que estás haciendo.
Ella lo miró a los ojos, buscando alguna señal de duda, alguna pista de que todo era una mentira.
No encontró ninguna.
—¿Desde cuándo? —preguntó Hailey, su voz apenas un susurro.
Ryan no respondió de inmediato. Logan apuntó su arma directamente a la cabeza de Ryan, su dedo sobre el gatillo.
—Responde —gruñó Logan.
Ryan exhaló lentamente.
—Desde el principio.
El estómago de Hailey se revolvió. La verdad la golpeó como una bala. Su hermano había estado manipulándola desde el primer día. Cada movimiento, cada pista, todo había sido diseñado para llevarla justo donde él quería.
—¿Por qué? —susurró, sintiendo su mundo derrumbarse.
Ryan la miró con una frialdad que nunca antes había visto en él.
—Porque el mundo no es como crees. Y porque yo estoy del lado correcto de la historia.
Antes de que pudiera procesar sus palabras, Ryan se movió con velocidad letal, golpeando el arma de Logan y empujando a Hailey hacia atrás. La pelea estalló en segundos.
Logan intercambió golpes con Ryan, cada impacto resonando en la noche. Hailey intentó moverse, pero uno de los hombres de Ryan la sujetó, inmovilizándola.
—¡Déjala! —rugió Logan, lanzando un golpe que hizo tambalear a Ryan.
Pero Ryan era rápido. Más rápido de lo que esperaban.
En un movimiento calculado, sacó un cuchillo y lo hundió en el costado de Logan.
Hailey sintió que el aire abandonaba sus pulmones.
—¡No! —gritó, forcejeando contra su captor.
Logan cayó de rodillas, con la sangre empapando su camisa. Ryan lo miró con expresión sombría, como si esto no fuera personal, solo necesario.
—No tenías que meterte en esto, Reed —susurró.
Hailey aprovechó el momento de distracción y golpeó con toda su fuerza al hombre que la sujetaba, logrando liberarse. Sin pensarlo, sacó su arma y la apuntó directamente a Ryan.
Él se giró lentamente hacia ella, con una sonrisa triste.
—¿Vas a dispararme, hermana?
Hailey sintió sus dedos temblar sobre el gatillo.
Porque sabía que, por primera vez en su vida, no estaba segura de qué hacer.