Me obligué a dejar la cama cuando Gale corrió las cortinas dejando entrar la luz de la mañana. Aunque todavía sentía un Phewn sentado sobre mi cabeza, el día no esperaría por mí. Así que lentamente me deslicé hacia el borde de la cama, mientras Gale tendía sobre el baúl a los pies de la misma, las ropas que rápidamente escogió para que usara ese día. Lo vi moverse por la habitación sin perder el ritmo, y luego ir hacia el cuarto de baño, desde donde escuché el replicar del agua.
Maldije por lo bajo.
Ya vestido, con el cabello todavía algo húmedo por el baño, me dirigí al comedor en donde ya se hallaba Macy. Deslumbrante y bella, sin signos de haber estado todo el día anterior en Quajk.
—Buen día, Macy. —Le salude de la forma más gentil que pude, ganándome una sonrisa que casi me quitó el aliento.
—Buen día —respondió.
Me senté con algo de torpeza a su derecha, entretanto las Doncellas llegaban trayendo consigo las bandejas con el desayuno. Comida que dejaron sobre la mesa mientras observaba a Macy, hipnotizado por el revoloteo de sus pestañas y las curvas de sus labios…
¡Concentrate!
—Hum… ¿y cómo te fue ayer? —Le pregunté, desviando mi atención al té y el panecillo que dejaron frente a mi, lo que agradecí con un murmullo.
—Bien. No hubo contratiempos —contestó en un tono nervioso que jalo mi atención de vuelta a su persona.
—¿Segura? —pregunte antes de poder morder mi lengua—. Quiero decir…
—Fue un viaje tranquilo —dijo, enterrando su tenedor en un trozo de fruta.
Agradecímos a las doncellas y estas se retiraron, dándonos una privacidad que en ese momento no deseaba. Me sentía demasiado intranquilo, ansioso y nervioso. Pero me esforcé en aparentar calma.
—Sólo… cuéntame. ¿Cómo fue? ¿Pudieron charlar?
—Sí, nos recibieron con inesperada alegría. Dijeron que estaban preocupados por mí e intenté explicarles que estoy bien, aunque no sé si quedaron del todo convencidos —dijo—. Les hable de todos, del Rey y la Reina, de cómo he ido trabajando en esto de ser virreina, entre otras cosas. Y... eso. Podre visitarles después, ¿no?
Su breve explicación me recordó al idiota de Wills, sobretodo omitiendo la ausencia de Lesson. Pero, manteniendo la mayor indiferencia posible, dí un sorbo a mi sumo y le respondí.
—Sí —asentí, y tras dejar el vaso sobre la mesa le miré a los ojos—. Sin embargo, no has mencionado el hecho de que controlaste tus fuerzas.
Sus ojos todavía tenían ese brillo alegre, pero tras unos segundos… comenzó a reír. Retorciéndose sobre su silla, con las manos en sus sonrojadas mejillas, la melodía de su risa me envolvió reavivando aquellos días en que era habitual.
No lo merezco…
—Oh... —balbuceó—, Dioses.... ¿quién... quien eres?
Mi corazón latía desenfrenado, y no tenía forma de calmarlo lo suficiente como para evitar la quemazón sobre mis mejillas. Cerré los ojos y trate de no gruñirle.
—Macy... intento ser serio. —Le dije, removiéndome.
—Si... eso no te queda —murmuró. Regresé mi atención a su sonrosado rostro, viendo claramente esos segundos en que dejó el humor detrás—. Pude hacerlo, me controle... pero aun estoy asustada de mi misma.
Desvió la mirada, reavivando la amarga culpa. Un profundo pesar que me impulsó fuera de la silla y hacia su lado, y sin poder contenerme… abrace a Macy.
—No estas sola, Macy —murmuré, agradeciendo en silencio que relajara su cuerpo contra mi pecho.
No merezco esto, me repetía, en una lucha eterna contra mis deseos más profundos.
***
Días después, cenábamos en el mismo lugar, sólo que en compañía de Lexuss. El imbécil de Lexuss.
No podía verlo ahí, tan cerca de Macy, sin dejar de tener el impulso de decirlo todo. Ella merecía saber que no había perdido a toda su familia, que su amado y a veces irritante hermano menor estaba vivo. Que estaba sentado frente a ella, usando un nombre diferente en un rostro distinto, pero tan familiar. Esos rasgos que comparten…
—Ya es suficiente —gruñó y dejó caer los cubiertos sobre la mesa—. ¿Cuando solucionaran su disputa?
Pestañee en su dirección, sorprendido y algo confuso
—Macy... no es, no estamos… —balbuceó Lexuss.
—¿Crees que soy tonta, Lesson? —inquirió cortante, viéndole con intensidad.
—No... yo no...
—No es asunto tuyo, Macy —dije, para mi propio desconcierto.
Giró su rostro de golpe, centrando su atención en mí con ojos entrecerrados. Mierda...
—Por supuesto que no es mi asunto, Clim. Pero si comienzan a usarme de intermediaria, y se ignoran incluso cuando inevitablemente deben interactuar, ¿qué esperas? ¿Qué les ignore? Bien, hecho. Ahora, ¿qué? ¿Espero algunas semanas más, o quizá meses a que solucionen su conflicto?
Su discurso golpeó tan fuerte, que desvié la mirada con vergüenza. Debí saber que para ella no pasaría desapercibido nuestra tensa interacción.
—Veras, Macy... es complicado —dijo él.
—¿Complicado? —preguntó con tono agudo.
—Lamento que te vieras en medio, Macy. Intentaremos solucionarlo. ¿Verdad, Lesson? —dije, en un intento por calmarla.
—Si, lo solucionaremos —concordó, sonriéndole.
—¿Lo solucionaran? —repitió.
Ambos asentimos, murmurando afirmaciones que saboree amargas.
—Bien, finjamos que les creo —dijo al final, y se dispuso a beber de su copa.
Vi a los ojos de Lexuss, esperando que pudiese ver en mis ojos cuán molesto estaba con su persona. No había llegado a ese punto de mi relación con Macy para que sus secretos lo arruinen.
—Entonces... —dijo Lexuss, rompiendo el silencio mientras ella llenaba su boca con comida—, ¿entrenaras mañana temprano, Macy?
Macy asintió, concordando sin más.
—No creo que sea buena idea —intervine.