Capítulo 2

— ¿Que es diferente? Desde pequeña siempre has tenido sueños con el Reino del hielo, el mismo pero ninguno te había alterado como este.—Frunce el ceño.

—Fue extraño, siento que algo malo va a pasar. Este sueño fue muy diferente a los otros que había tenido. Mi abuela estaba a punto de contarme todo y de pronto aparecieron muchas...—Dejo la frase incompleta. Me veo interrumpida por mi madre.

—Chicos no quiero arruinar su charla de hermanos, pero vayan a ayudar ¿Quieren?—dice nuestra señora madre. Los dos asentimos, sacando cajas del camión de la mudanza.

—Después me cuentas. —Habla mi hermano alejándose con cajas en sus brazos.

Saco dos cajas del auto, las agarro con fuerzo para evitar que se caigan. Camino pocos pasos hacia las escaleras de entrada, sin embargo me quedo quieta observando detalladamente mi nuevo hogar. 

Mi mudanza no fue repentina, ni una sorpresa, ya teníamos planeado hace tiempo mudarnos a este lugar. 

Mis padre pasaron una cantidad de tiempo aquí en este pueblo, aunque no parece un pueblo, mas bien es como un pueblo muy moderno, que casi llegaría a ser una ciudad, Casi. La casa tiene un extenso bosque que me ayudara en mis entrenamientos.

 Mis padres pensaron que era una gran idea venirnos a vivir aquí para recordar viejos tiempos y porque tiene todo lo necesario para que yo termine mi entrenamiento y domine por completo el poder. Ya con poco tiempo, al cumplir los 18 años tengo que tomar el trono de la dimensión hielo.

Una responsabilidad muy grande para tan poca edad.

Poderes, es lo que se ha otorgado, claro está también el trono. Es como un don que se hereda cada hija descendiente de la realeza. 

Pero no todo es así de fácil. Tengo que poder controlar el don del hielo por completo. Desde lo mas simple hasta lo imposible, ahora mismo estoy en la categoría 7, muy triste porque ya a mi edad mi abuela tenía la categoría 19. Si no llego a la categoría 20 ni aunque cumpliendo la mayoría de edad que dicta la carta que especifica qué me convertiré en reina a dicha edad no podré gobernar.

Salgo de mis cavilaciones y me adentro a la casa detallando cada cosa, desde las paredes hasta el techo, los cuadros el piso. El color es muy simple, un color melón claro, las paredes están llenas de fotos nuestras, en el reino hielo y en mi antiguo hogar. Los muebles, son sencillos pero se nota la comodidad de estos. 

Sonrío, es perfecta.

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 — ¡A comer!— Grita mi madre.

Bajo las escaleras, me dirijo al comedor, ya que desde la mañana que llegamos no habíamos tenido descanso. Mamá quería que todo esté en su lugar antes de la noche, ya al terminar las cosas no disponemos a bajar al nuevo comedor.

—Bueno, es oficial, todo está en su lugar, la casa es bella. El pueblo es bello. Todo listo. —dice mi madre con una sonrisa radiante.—Leila, Cariño, Samuel me dijo que soñaste con el reino.  

—Cuentanos ¿Cuál fue el sueño que tuviste, Leila?—hablo mi hermano sacando el tema.

—Empezó normal, estaba recorriendo el castillo, veo a mi abuela, me siento con ella, lo típico, cuando fui cuando tenía  13 años, de pronto, había fuego esparcido por toda la estancia y de las llamas salió un hombre. El reino se estaba cayendo a pedazos.

—Leila quizás este sueño es una advertencia. Quizás el reino fuego quiere destruir la dimensión,  significar que el reino del hielo podría estar en peligro por el rey del fuego. 

<<Leila tienes que seguir entrenando, aun no dominas por completo el don,  estás en una baja categoría. Mañana domingo entrenaremos ¿Entendido?—Hablo mi hermano. Asiento levemente.

—Pero no entiendo. El tratado de paz está firmado por los reyes de las dimensiones y cada vez que cambian de Rey se renueva.

—Veras, Leila. Cuando tu sueñas con el reino es por algo. El reino se comunica contigo, si soñaste con eso es por algo o quizás también pequeños recuerdos de lo que pasó a tu 7 años.

—Mis recuerdos aún siguen bloqueados. —Le digo, frustrada. — ¿Como se supone que gobierne si no recuerdo esa pequeña parte de mi vida y la más importante? A esa edad estaba en la categoría 15, muy avanzada para una simple niña, Ahora tengo que empezar de nuevo y... —Suspiro.—Olvídenlo.

—Calma, cariño, todos te ayudaremos, pero eso también depende de ti, Leila —Mi madre como siempre sabia. Asiento levemente y damos por terminada la conversación.

Ya después de charlas triviales, comentarios graciosos, me fui a mi habitación a echarme un merecido baño ya que huelo como si un camión de basura me hubiera pasado encima.

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—Leila, levántate, es hora de tu entrenamiento. —Me grita Samuel en la oreja para que me despierte.

—Ya voy, es por eso que no tienes novia, eres un mandón. —digo con voz soñolienta dirigiéndome al baño, lavo mis dientes y  me pongo una ropa adecuada y listo. Bajo las escaleras a sentir el olor de unas tostadas con café.

—Hola familia. — Dije agarrando una tostada y subiendo de nuevo a la segunda planta. — ¡Adiós Familia!— Grité con la boca llena de tostada.