Poseía la expresión iracunda del hijo de fuego, sus ojos llameantes reclamaban la sangre para su dios, ya todo había terminado, sus pasos revelaban la necesidad voraz de deleitar a su padre.
Me arrastre como un sucio animal ante mi inminente realidad, una acto involuntario por preservar algo que mi mente daba forma, sus manos se encendía ante mi vista, bañándose de un rojizo dorado, chispeante y vivo, que contrastaba con el frio sepulcral del aire, predije mis últimos minutos, ¿Por qué resistir? si me encontraba recubierta de rojo negruzco que me alejaban de todo la vida que había visto y me acercaba a “Inuli”.
Cerré mis ojos dando cara a lo que me esperaba, me encontraba insensible al velo de una noche que se terminaba.
Un atronador ruido sucumbió el cielo, seguido de dos de la misma intensidad, en el cielo surcar seres alados de todo tipo, el cielo sucumbió al batido de alas firmes y dispersas en una dirección, era un amargo triunfo. Todo se había terminado.
Descanse mi peso entre todo el valle de cuerpos inertes.
- Vamos... a terminar de una vez -alcance a decir con mi voz cansada.
-ya terminó - el fuego de sus ojos y las centellantes flamas de sus manos se había pagado.
-no, ¡termina!
-no- dijo bajando la cabeza- ¿de qué me sirve matarte?
-¿de qué me sirve seguir?
Recorrí con la mirada todo el valle, nuevamente, torturándome más.
-Ten piedad como yo lo tuve con los de tu tipo - dije, tratándole de provocar.
-me sorprende de que sigas hablando- continuó - he visto que te arrastrabas ¿qué me dices de eso?
-no lo sé- garabateé -solo termina
-deja de fastidiarme -. Parecía arruga sus labios.
Reí, parecía un graznido, pues parecía irritado, ese era su punto.
Acumule mis fuerzas en una sola mano, fue casando pero al fin logre tomar el afilado cuchillo de mi cintura
-¿crees que me mataras con ese insignificante cuchillo?-advirtió envuelto en la sombra oscura de sus ojos
Chico listo
-¿Por qué te empeñas en acelerar tu muerte?
-quiero morir con todos ellos
Volvía a recorrer la vista y algo se aceleró en mí, ya no tenía nada por pelear.
-así que eres de aquellos que iniciaron esta guerra con ideales inalcanzables, gusanos que carcomía los cerebros de los débiles, de los que debía proteger-suspiro profundamente , como si se limpiara de todo el aire a muerte - haberlo dicho antes
Su labio mostró un gesto de repudio remilgado, parecía dar un paso para alejarse
-¿no me ves? - dije invocando mi orgullo por llevar aquellas ropas que me daba la gloria, esa que se deslizaba por todo mi cuerpo en rojo carmesí.
Mis ropas hablaban de mi rango, pero la sangre las ocultaba.
Me miro, sus ojos poseía la forma e intención de desvelar mi sentir
-¿acaso no quieres vengar a los tuyos? - grite con todas mis fuerzas y mi voz se apago
-Si tanto quieres morir, muere y déjame en paz –su mirada indiferente y transitoria- nunca he visto que un muerto haga tanto ruido.
Respire hondamente, el cuerpo empezaba a hacerme estrago a causa de las heridas
-compañías estaba muy cerca, ellos te ayudaran con eso, pero no cuentes con mi voluntad en eso...
-mercenarios que matan por placer
-¿a eso le tienes miedo?
-ese tan ... Gerald .. la compañía de Gerald
Sus ojos se mostraron tensos y volvieron a su indiferencia.
-profanan cuerpos, prefiero morir antes de ver como juegan con los cuerpos de mis hermanos o el mío mismo, quémame así ya no ...
El silencio apareció de repente, escuchaba claramente mi respiración lenta y profunda, sus ojos recaían en los míos, eran oscuros y lánguidos, cansados de todo, no parecía ser un guerrero, aquellos que forman su cuerpo muy cercano a los dioses, era un flacucho, terco y estúpido.
- no te mataré- levantó la quijada - deberías dejar de chillar y levantaré, si puede hablar, tienes fuerzas
Lo odiaba, intensamente
Odiaba sus ojos
-debe haber más como tú aún ¿no lo has pensado, tonta?
En mi corazón no había espacio para la esperanza.
-Morir o no morir, victoria o no victoria ¿así se define tu vida? - sus ojos me miraron consternados. Que simplona eres.
Mi cólera incrementaba, supuraba con cada ademan de desdén que proyectaba ese par de cuencas y labios cansinos. El cansancio y la presencia del dolor que se hacía más intenso en cada intento inútil de moverse lograban acallarme; podía sentir las piedras encontrándose con mi espalda con cada respiración.
Mi cólera incrementaba, supuraba con cada ademan de desdén que proyectaba ese par de cuencas inexpresivas y labios cansinos. El cansancio y la presencia del dolor se hacian más intenso en cada intento inútil de moverme, lograban acallarme; podía sentir las piedras encontrándose con mi espalda, me desgarraban con cada respiración.
-¿no tienes otros sueños? - pregunto con una voz lisa y definida
Lo vi, me encontré con él.
Me dolía.
No era regaño o indignación, sus profundos ojos me miraban con un brillo que intentaba reconocer, que oprimía y me permitía ver lo que sucedía, brillo de pena y lastima.
Y volvió en sí.
Su rostro era tolerable de ver.
- ¿cómo alguien como tu puede decir eso?- pregunto, dirigiéndose al cielo.
Y algo en mi parecía suavizarse, conmoverse, tímidas pulsaciones nacía en mi pecho.
Sus expresiones revelaban algo indefinido e enigmático alejadas del asco y cercano, como una caricia.
Se aproximó a mí.
Me inquiete.
Y el dolor recorrió mi cuerpo
Un sonido abrupto nos separó.
Una aguja de hielo rozó su rostro, marcando una delgada línea en él y derramando gotas rojas finas.
Tomó posición de la guerra, sus manos parecía tomar la forma de una cuchilla, eran elegantes y rápidas
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Editado: 29.06.2021