❄️KATERINA❄️
Lo vi, estaba realmente desmejorado y mi corazón se rompió en cientos de pedazos. Este no era el chico con el que había crecido. Este era una criatura rota y que no reconocía en lo absoluto.
Había perdido peso, sus ojos estaban llenos de ojeras y de su ojo derecho había un movimiento extraño que antes no se hallaba. Lo que nos dijeron era que tenía un estrabismo sensorial y que por eso no enfocaba de ese lado.
Me dolía verlo de esa manera.
Él era un chico dorado con su cabello castaño claro llegando a rubio, hoy se veía sin vida. Roto y no me gustaba para nada.
Miró de arriba abajo y bufó. —Vaya forma de animarme. Recordarme lo que he perdido.
Tarde me di cuenta de lo que cargaba puesto. Y era el uniforme de los deportistas de la escuela. La chaqueta roja y blanca sobre el pantalón blanco. Me miraba con dolor y mucho sentimiento. Yo que siempre había pensado que nada de lo que él me dijera podría afectarme, me di cuenta de que estaba realmente equivocada. Que podía herirme con una mirada y con simples palabras.
Volvió a encerrarse en su habitación, Ivan me miró con cansancio. Sabía que él tenía muchas cosas sobre su espalda. Había tomado el liderato del equipo y aunque habían ganado, estaba perdido sin su mejor amigo.
—No sé qué hacer.
—Dale tiempo —intenté decir—. ¿Cuánto está comiendo?
—Muy poco, realmente picotea la comida y se encierra. Se queda viendo el techo, ya ni habla con su hermana. —podía sentir y entender su dolor. A mí me quitaban el patinaje y creo que podría morir—. No imaginé que verte con el uniforme le afectaría tanto.
—Yo tampoco y soy una burra. No debí venir.
Mi hermanito negó. —No, jamás molestas aquí. ¿Quieres comer algo?
—Primero prestarme algo de ropa para que no me vea con el uniforme.
—Pasa con confianza —lo miré incrédula—. No encontrarás nada raro.
—Contigo no se sabe —respondí molestándolo.
Abrí la puerta de su cuarto y hallé lo que estaba buscando. Un chándal viejo gris y una camisa blanca con el logo de una banda que desconocía. Salí de ahí escuché la música muy fuerte viniendo de la habitación de Mason. Era Beautiful lie de Thirty seconds to mars. Una canción oscura para un chico de luz como él.
Toqué la puerta de su habitación y no había respuesta de ningún tipo. Volví a tocar y abrí sin importarme lo que pudiese encontrar del lado contrario. Él estaba sentado en el borde de la ventana, mirando a la nada.
—Creo haber dicho que no quería ver a nadie.
Él por más que siempre me había fastidiado, nunca antes me habló de esa manera tan ruda. Ese borde filoso estaba haciendo que tuviera incluso miedo.
Pero no me había dejado sola ese día en donde perdí a mi compañero de equipo. No lo iba a hacer ahora.
—Lo sé, pero siempre he dicho que no me importa lo que pienses.
—Vete a la mierda, Katerina.
Wow, y yo creí que nada de lo que me dijera me dolería. Pero eso quemó profundamente en el corazón.
—No puedo entender del todo lo que estás viviendo, Mason. Solo sé que si alguien me quitara el hielo me estaría muriendo de dolor. Y comprendo tu comportamiento por eso. Pero también sé que alguien que ha luchado tanto no se va a rendir por el diagnóstico de un médico. Que si hay una persona capaz de hacer cualquier cosa, incluso vencer una discapacidad, eres tú. Lo hiciste con la dislexia, podrás con esto y más.
Cerré la puerta de la habitación y me fui junto a mi hermano que me esperaba con una cerveza en el sofá. Me extendió una y la bebí junto a él. —¿Crees que podamos hacer algo por él? —me preguntó.
—Solo apoyarlo. Es su duelo, él sabrá cuánto tiempo debe durar. Y estaremos pendientes de que este no lo gobierne por completo.
Eso sonaba tan difícil, pero al final una cosa siempre había prevalecido. Y es que nosotros éramos una familia.
Escuchamos pasos de alguien bajando las escaleras. Y ahí estaba Mason. Tomó una de las latas que estaba en la hielera portátil y se sentó a beberla frente a nosotros sin decir nada.
—¿Qué? ¿Puedo perderme en el alcohol al menos?
—Sírvete, hermano.
Al menos hizo de socializar en ese instante. Tanto Ivan como yo sin hablar llegamos a una conclusión. Ese simple paso bastó para ser la diferencia. Mason no pasaría mucho tiempo triste. Había esperanza al final de todo.
****
Pronto tendría que volver a casa, ya que el semestre estaba por terminar. Pese a todo, había logrado salir bien en la asignatura que me fastidiaba y todo fue gracias a una persona.
Como siempre, tendría que regresar con mis padres ya que no tenía un apartamento propio. Podría quedarme en la residencia universitaria, pero hacerlo sola no me era del todo agradable. Puede que no hablara con nadie, pero no escuchar a nadie alrededor era tétrico.
Estaba en la pista, había perdido la última competencia con mi compañero, lo que hizo que nuestro odio se cimentara aún más. Yo me dediqué a practicar lo más que pudiera porque ahora tenía la tarea más importante. Encontrar un compañero para el año siguiente.
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Editado: 09.08.2025