Fulgor de la Navidad

Fulgor de la Navidad

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Un joven angustiado, triste y desilusionado caminaba entre las peligrosas calles de su ciudad, sin dinero para el transporte, sin empleo, recién despedido injustificadamente, con muchos problemas, deudas abrumadoras y una desesperación interna que se estaba tornando en ira contra el mundo; era Nochebuena, pero él no le encontraba lo bueno a aquel frío momento, tan helado como el corazón de las personas que lo rodeaban.

Pronto sería Navidad y él sin tener dinero para una cena ostentosa, sus amigos y familiares materialistas que en sus tiempos prósperos lo acompañaban, ahora ya le habían advertido que no lo visitarían al saber que ya nada de comida ni regalos les podría ofrecer, lo aislaron, ni una invitación recibió, así que estaba solo, sintiéndose desdichado, le dolía ver que, al perder su trabajo, lo perdió todo, despreciado por una sociedad egoísta que se satisface en su vanidad durante estas fechas, mientras disfrazan su actitud por medio de una burda hipocresía de aparente bondad.

 El joven pensó que la vida es demasiado injusta, tan generosa con los despiadados y tan sádica con los más vulnerables, en aquel instante escuchó las campanadas de una iglesia cercana, decidió entrar ahí, miró el hermoso nacimiento colocado con esmero, se sentó en una banca y segundos después se arrodilló para sollozar amargamente, manteniendo la cabeza hacia abajo, procurando no ser escuchado por los demás, ya no lo soportaba, le era incomprensible el motivo por el cual existe hambre, guerras, pobreza, injusticia, enfermedad y muchos más aspectos desastrosos que causan dolor a la humanidad, que aquejan al que menos tiene en este mundo de desenfreno material.

¿Realmente existe Dios?, ¿por qué todos estos males? Se preguntaba el joven. En ese instante sintió una suave y pequeña mano acariciando su cabello, una energía tan ligera como bella que sólo percibirla le causaba paz; desconcertado, levantó su cabeza y volteó para mirar al que lo acarició. Era un niño de ocho años, con visibles secuelas de su tratamiento contra una terrible enfermedad, sin embargo, expresaba una tierna sonrisa y mirada noble que nunca antes había visto en adultos. Aquel niño estaba acompañado de su madre y de su padre para dar gracias a Dios y a la intercesión de la Santísima Virgen María por estar presentes en el difícil y delicado proceso de recuperación.  

El joven notó una serenidad admirable en el rostro de esos padres que miraban con gratitud a la Sagrada familia. La misa comenzó y al acabar, el niño de manera inesperada, con inocencia y caridad abrazó al joven, recibir el abrazo fue como si abrigaran su alma escarchada por la esperanza mermada, el pequeño le dijo que el niñito Dios le envió ese abrazo a través de él.

El joven quedó atónito, los padres del niño se mostraron amables y al salir de misa, no pudo contener sus ganas de hacerles algunas preguntas, procurando ser respetuoso y prudente comenzó a charlar con ellos deseando saber la razón por la que reflejaban esa paz en sus almas pese a la situación complicada que han atravesado con su hijo y ¿cómo es que el niño puede ser tan feliz?, ¿cómo es que puede ser más alegre que un adulto que tiene millones de riquezas materiales? El joven estaba intrigado, desconocía por qué ellos pueden seguir creyendo en Dios sabiendo que existen enfermedades que afectan a niños tan inocentes, ya que no le parecía justo ni lógico de un creador que ama a su creación.

Los padres del niño le explicaron que existen situaciones en el mundo que nosotros siendo humanos no podemos controlar, lo que sí podemos controlar es la actitud con la que las afrontamos y las acciones con las que respondemos ante esos hechos, le revelaron que antes de la enfermedad de su hijo, eran una familia desunida, egoísta; la enfermedad que comenzó a padecer el niño sacudió sus conciencias y los llevó a comprender muchos aspectos que antes no valoraban, entendieron que el tiempo se debe apreciar y ocupar en el auténtico amor que es lo que realmente importa, pues lo demás son sólo distracciones que pueden llevarnos a olvidarlo por completo; en medio de la angustia encontraron refugio y ejemplo en la Sagrada familia, por ser humilde y valiente, con fe y esperanza en cada instante, y a través de ellos hallaron la fuerza necesaria para no claudicar ni abatirse en la tristeza; por medio de la enfermedad del niño pudieron ver lo enfermas que estaban sus almas y decidieron sanar para acompañar de la mejor manera posible a su hijo en la ardua batalla contra la enfermedad, eligieron ser luz en tiempos de oscura dificultad, pues ningún bien podrían aportar al mantener las tinieblas de sus corazones; durante todo ese proceso lograron obtener una paz que jamás habían sentido.  

El joven estupefacto por lo escuchado, les contó la complicada situación por la que estaba atravesando, los padres del niño cordialmente lo exhortaron a tener fe y lo invitaron a pasar la Navidad con ellos y con otros padres de familia y niños que también se encontraban enfermos, pues sin importar la vulnerabilidad de sus cuerpos y las dolorosas circunstancias por las que estaban atravesando todos ellos, lograron hacer juntos una familia en la cual habita la sincera fraternidad, el cariño de verdad, porque saben que es en vano invertir el tiempo en trivialidades y entienden lo importante que es valorarse, amarse, respetarse y cuidarse entre todos, aprecian cada segundo juntos y ocupan cada instante de su existencia en ser felices, pues no hay cabida para el rencor ni para la ociosidad, únicamente reina el bien que toda la población debería querer tener.  

Fue así como el joven estuvo en Navidad con esa bella familia que compartió con él su humilde cena en un lugar en el que sin importar las adversidades y que no todos compartieran la misma sangre, se veían como hermanos, como lo que son, seres humanos valiosos.



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Editado: 23.12.2021

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