Elena.
No sabía cómo sentirme. Extrañamente no tenía ni idea de a qué se debía la confusión que seguramente Edward notaba reflejada en mis ojos.
Inesperadamente, no fue sorpresa en su rostro lo que detecté ante mi notoria renuencia a soltar palabra alguna, sino una mirada cargada de calidez que me desestabilizó por un par de segundos.
—¿Estás molesta conmigo? —preguntó, temeroso. ¿Qué demonios estaba diciendo?—. Elena.
—No —respondí, pensativa.
¿De verdad estaba celosa? Por lo general, me daba igual si se le lanzaban a mis novios y solo me reía; pero no me gustó en lo absoluto ver a esa mujer rozando la mano de Edward, mucho menos lo insistente que parecía estar para que se quedara con ella.
—¿No qué?
—No estoy molesta contigo.
—¿Estás molesta con ella?
—Extrañamente no lo estoy.
—¿Entonces?
Por primera vez desde que entramos a nuestra habitación, me atreví a mirarlo a los ojos, los cuales casi se reían de mí.
¿Me estaba jodiendo?
—¡¿Qué tipo de amarre me hiciste, Edward Brown?! —exploté—. Yo no soy así. Yo no siento celos ni rabia por cosas tan tontas como estas.
—¿Te parece tonto que quieran salir conmigo?
—Me parece tonto que me afecte cuando sé perfectamente que no te irás con ella —respondí a la defensiva—. Ni siquiera es tu tipo.
Guardó silencio llamando mi atención. No dijo nada con su boca, pero sus ojos se tornaron serios.
—¿Es tu tipo?
—Tú eres mi tipo —contestó para desviar mi atención de lo importante—. Elena...
—No saldrás de esta habitación, ¿Me entendiste? —Lo apunté con mi dedo, ocultando mi sonrisa al ver la suya. Solo quería dejar el tema de lado—. Carajo, te odio.
—No creo que esa sea la palabra que buscas, Williams.
Se acercó, riendo. Sus brazos me abordaron dejándome sin escapatoria cuando a manera de broma intenté alejarme.
—Claro que era la palabra. Te odio.
—Busca un antónimo —refutó, apretándome sin lastimarme—. Esa es la palabra que buscas.
—Me parece una falta de respeto que te burles de mí, Edward.
—Yo no me estoy burlando. —Se encogió de hombros—. Solo busco la forma de que te olvides de todo y te quites la ropa en su lugar.
—¿Te ganaste la lotería esta mañana?
Sacudió la cabeza, confundido.
—¿Entonces que te hace creer que tienes tanta suerte?
Rápidamente, me aproximé a sus labios, intentando dejar un suave beso en ellos, pero su mano se aferró a mi cuello, impidiéndome alejarme, intensificando el beso que sabía que si no detenía, terminaría conmigo de rodillas primero porque me encantaba verlo perder el control cuando lo tomaba entre mis labios, me gustaba ver como me miraba, como si le estuviese quitando el aliento y devolviéndoselo en instantes.
Yo era la única que debía verlo así.
—Edward, tenemos que hablar. —Posé mis manos en su pecho, riendo cuando un extraño puchero terminó en una mueca—. Lo sabes.
—¿Pedimos de cenar primero?
—¿Por qué lo pospones tanto?
—Porque la expresión tenemos que hablar, no me genera confianza. Así terminaron todas mis relaciones anteriores.
—¿Tuviste muchas?
—¿Lo hiciste tú? —contraatacó y reí—. Eso creí, Williams.
En silencio, tomados de las manos, nos sentamos en la cama. Habló con Elijah hasta donde sabía, pero sus asuntos con su hermano no tenían mucho que ver conmigo, así me lo dejaron claro ambos en algún momento en la mañana. Lo único que sabía era que su relación de hermanos se vio afectada por cosas ajenas a mí, y como ninguno de los dos quiso ahondar en el tema, yo tampoco insistí.
—Lamento no haberte dicho que me iría —inició, sin tocarme. Lo mejor era evitar siquiera un roce porque lo sabía, él y yo estábamos juntos, no había nada que perdonar por parte y parte así que de ser por mí, solo lo olvidaría. Solo que Edward no quería hacerlo, él necesitaba hablar y yo quería escucharlo—. Necesitaba el tiempo y sabía que si decidía llamarte, terminaría quedándome.
—¿Sigues creyendo que en cualquier momento correré a los brazos de Elijah? —La pregunta tal vez no era la más adecuada, pero necesitaba hacerla—. Él no me gusta, solo somos amigos. No puedo sacarlo de mi vida porque hace parte importante de la tuya y sé que nos quieres a ambos. Esto no se trata de elegir a tu novia y a tu hermano, sino de asimilar que tuvieron una historia que realmente solo fue un aprendizaje más.
—Sé eso. —Asintió, mas para él que para mí—. Elijah me dijo que estaba...entusiasmado con alguien más. Sé que no hablaba de ti, aunque no tengo idea a quien se refería, pero a lo que voy es a que jamás lo había visto así de...perdido.
—Elijah tiene muchas cuentas que arreglar con él mismo, incluyendo la manera en que manejó la situación conmigo —comenté—. Pero eso no tiene que ver con nosotros, Edward. Necesito que veas más en mí de lo que veías antes, hay muchas partes de Elena Williams que no conoces, y son esas las que estuve guardando siempre para la persona que realmente me acelerara el corazón de la manera en que me lo aceleras tú.
—Te amo, Elena.
Guardé silencio a pesar de que yo tenía claros mis sentimientos hacia él, solo que no era el momento de decirlos. Las palabras se desvanecían, Edward merecía acciones, no simples frases al aire.
—No necesito que me demuestres nada, cariño. Necesitaba el tiempo y el espacio para asimilar la forma en que todo pasó. Vivía nuestra relación a la espera de que en cualquier momento la fantasía se rompiera en pedazos, te amaba con miedo a que un día te despertaras y pensaras que querías más que...
—Contigo lo tengo todo, Edward. —Tomé su rostro entre mis manos, besando castamente sus labios—. Todo y más de lo que algún día imaginé. Todo lo que nunca quise buscar porque creí que era demasiado para mí.
—Nada es demasiado para ti, Elena. —Aseguró mi rostro, devolviéndome el beso que me dejó en el aire un par de segundos al momento en que se alejó—. Mucho menos yo.
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Editado: 19.04.2024