La lluvia caía en cantidades demenciales, salpicaba contra los cristales y formaba hondos y pringosos charcos de barro en los que saltaban los tres niños que había en la comunidad.
A pesar del aguacero, todos seguían con sus labores, en el mecánico, Zak y Parris trabajaban a destajo cubiertos en aceite de motor hasta los codos, los de la torre de vigilia se echaban unas risas mientras tomaban algo que humeaba en sus tazas y en enfermería tan sólo quedaban los heridos más graves junto con Mafi y conmigo. Dakota se estaba recuperando bastante rápido, por lo cual cada vez necesitaba descansar menos los ojos y manteníamos entretenidas charlas.
- Un día de estos te enseñaré a rastrear, veras que es muy sencillo – Me medio sonrió. Dakota era un tipo que no dudaría que alcanzase los dos metros, bastante corpulento, cubierto de pies a cabeza de tatuajes, tenía una barba espesa y el pelo rapado, sus ojos eran oscuros e intensos; tenían un brillo extraño y salvaje, como los de un lobo.
- Eso si salgo de este sitio – Señalé irónica el techo de la enfermería, - cómo puedes comprobar de primera mano, no es un trabajo que puedas dejar desatendido unas horas.
- Pues deberías poder parar y salir cuando te plazca – gruñó. – Sobre todo ahora que vivimos como vivimos.
Aquello último me dejó parada y tensa en mi sitio, me encontraba haciendo una lista para los buscadores sobre lo que hacía falta y lo que no. Carraspeé tratando de romper aquel tenso silencio y volví a anotar en la hoja, notaba sus ojos en mi espalda y no por ello me giré.
- Ya… llamémoslo vivir. – murmuré por lo bajo, pero al parecer no lo suficiente:
- Eso es lo que intentamos, ¿no?
- Yo más bien lo denominaría como supervivencia – me encogí de hombros y me atreví a devolverle la mirada, ésta cada vez estaba más oscura y con el ceño más fruncido.
- Pues yo creo que ahora es cuando puedes gozar con verdadera libertad de tu ‘’ supervivencia’’.
- ¿Sabes? – compuse una tirante sonrisa, pues no me gustaba el rumbo de todo aquello – Yo solamente era una simple veterinaria, no tenía mayor aspiración que dedicarme a los animales, quizá poderme comprar un coche y más adelante una cabaña cerca del campo. – Solté la libreta con el pulso tembloroso y apreté mis puños, - Y ahora… estoy amputando miembros gangrenados de personas, estoy tratándolas como si me hubiera doctorado en medicina y me tratan como si fuera de jodida porcelana porque las personas como Mafi o yo somos tan escasas que les aterra el poder perdernos. He matado, casi me matan… y es horrible el comparar ambas situaciones porque en una de ellas me he encontrado muchas más veces que en la otra, lo cual no me ha impedido salir de ellas.
- De eso se trata, has sido capaz de salir de cualquier situación, quieres seguir viviendo a pesar de cómo se jodieron las cosas – Su voz cada vez se encontraba más ronca y pude paladear el enfado en su tono de voz – Sigues luchando día a día para salvar a todos los que aquí hacen el cabra como yo, sigues poniendo tu máximo esfuerzo en intentar alegrar las caras a todos los que aquí están sufriendo su malestar físico. Te he estado viendo como apareces cada mañana sin faltar por esa puerta, sin importar que nieve, truene o lo cansada que estés.
- Creo que no estás entendiendo la situación entonces… Creo que en este caso estoy actuando demasiado bien… - Mi mirada comenzó a cristalizarse y empecé a temblar de rabia – A pesar de haber sobrevivido al caos que se desató con el virus, a pesar de sobrevivir a los Radicales en varias ocasiones, a pesar de seguir día a día aquí...– Limpié con rapidez y brusquedad la rebelde lágrima que se escurría por mi mejilla–Aún sigo preguntándome cada día porque tendría que levantarme, sigo buscando algo a lo que aferrarme al acostarme.
- Espera – Vi como amagó con levantarse y yo di un paso atrás, temerosa de su siguiente paso, pues era la primera vez que admitía cosas tan crudas en voz alta. - ¿Estás hablando de lo que creo que estás hablando?
Tardé unos segundos en tratar de tomar aire y reordenar las ideas en mi cabeza, unos segundos en los que el silencio habló por sí solo. Iba a contestarme, pero entró Mae a buscar la famosa lista, se dio cuenta tarde de mi acelerada respiración y de la cabreada mirada de Dakota:
- Hola, Bella… Venía a por la lista – Volvió a mirarnos a ambos una vez más - ¿interrumpo algo…?
- Por supuesto que no – Me apresuré en contestar, me aparté el mechón de pelo rojizo que caía sobre mis ojos y me volví hacia el cuaderno, lista para explicarle todo aquello que era prioritario y lo que convendría tener. El grandullón mientras tanto optó por recostarse nuevamente y darnos la espalda en silencio, cosa que en el fondo agradecí. – A todo esto, de camino hacia aquí, de casualidad no te habrás topado con Mafi, ¿verdad?
- Sí, iba a hablar con Roderic sobre la infestación de esos lunáticos en el barrio de hostelería.
- ¿Pinta mal la cosa? - no pude evitar preocuparme, pues se estaban esparciendo rumores por la comunidad de que aquellos fanáticos de la tierra estaban atacando a cada vez más campamentos, y una cosa es estar cansada como lo estaba y otra que aquellos personajes volvieran a ponerme un cuchillo en el cuello.
- Pues creo que no va muy bien… - Bajó un poco la voz y se acercó confidente a mí- Creo que Roderic está pensando en una locura del calibre de tratar de pactar con ellos de alguna manera.
- Será una broma – Negó con la cabeza y me pidió que me acercara:
- Además, creo que quiere incluso dar una charla luego por la noche sobre que se han acabado las matanzas…
- Pero… - Traté de refutar, pero ella se limitó a encogerse de hombros, - por eso Mafi va a hablar con él – Saqué en claro.
- Eso creo – Asintió – Pero tampoco me hagas mucho caso, Bella, ya sabes cómo son los rumores, ¿recuerdas el juego de teléfono escacharrado?
- Igualito… - coincidí.
- Bueno, pues yo aquí ya he terminado – Me sonrió guardando la hoja en uno de los bolsillos de su chaleco – Que se te haga amena la tarde.