-Detective Sanders y doctor Román, sean bienvenido; el señor Alex los está esperando-.
-Ese es un humor muy desagradable -Dice Román-.
-Está programado para dar la bienvenida y despedida; a mí también me sorprendió la primera vez-.
Por fin nos encontrábamos en el apartamento de la víctima. Parece que no ha habido cambios desde la última vez; ni si quiera hay rastro de polvo u olor a humedad por la obvia falta de vida. ¿Podrá ser que el edificio cuenta con un servicio de limpieza automático? Aunque también puede ser que me esté preocupando por nada.
-Sea como sea, el cabrón tenía mucho dinero -Su mirada parece perdida en la belleza del lugar, hasta que queda clavada en la puerta del dormitorio- ¿Qué hay ahí?-.
-Pareciera que los hueles. Ahí se encuentra tu nuevo amigo, ¿Lo visitamos?-.
-Para eso estoy aquí -Toma iniciativa y se dirige a la puerta-.
Agarro la perilla antes de que él lo haga.
-Bien... ¿Estás listo?-.
-Ya pasamos por esto Sanders, abre la puerta de una vez-.
-Vale... -Giro la manija y empujo la puerta-.
Ahí estaba otra vez; frente a la persona que me sacó por completo de mi zona de confort. El cuerpo y la habitación está tal y como lo dejé; la víctima boca abajo, la sangre en el suelo, la ligera tela cubriendo su cuerpo, la pistola dentro del cajón, la caja de recuerdos bajo la cama, y la puerta del baño cerrada; sin contar con todo el desorden añadido del lugar.
Román suelta un agudo chiflido que hace eco en la habitación.
-Sí que hubo una carnicería, ¿Ese es el muerto?-.
-Espero que ese haya sido un comentario sarcástico. Y si es así no tiene gracia-.
-Sólo quiero amenizar el ambiente -Da unos pasos adelante hasta toparse con el cuerpo- Era un gran hombre, ¿No lo crees?-.
-Román, por favor...-.
-Tsch, estás amargado anciano -Sus ojos recorren rápidamente la habitación- Supongo que ya revisaste todo-.
-Así es; bajo la cama hay unas fotos familiares, el baño está limpio, el cajón semiabierto tiene un arma, en la sala no hay nada, su oficina no tiene mucha relevancia y el cuarto de lavado impoluto-.
Se limita a mover su cabeza en señal de aprobación.
Pasa unos minutos revisando el cadáver con la mirada; observa atentamente su ropa, la parte de atrás de su cabeza, los zapatos, su posición al caer y sus regordetas manos.
-Necesito que me ayudes a voltearlo-.
-Voy-.
Con unas zancadas logro llegar donde Román que, antes de voltear el cadáver, tomó la pequeña tela de polímeros y la doble sutilmente para colocarla en la cama (no tengo idea de cómo sabía que estaba ahí). Hacemos una sentadilla, tomamos su costado derecho, y con algo de esfuerzo y aire en los pulmones logramos girar el cuerpo.
-Y aquí está tu trabajo -Señalo la cara y torso desfigurado del señor Alex, la cual ya presentaba tonos verdes-.
-Una obra de arte -Se inca- ¿Quién fue tu autor? -Comienza a examinar las heridas y pasar por encima sus manos- Ya había olvidado esta sensación-.
-Me alegra que lo disfrutes -Digo en tono sarcástico-.
-Tú deberías entenderme, ¿No te fascinó tener un asesinato en las narices después de tanto tiempo?-.
Ahora que lo menciona; ¿Por qué acepté esto? ¿Fue por la paga, necesidad, diversión, curiosidad? Recuerdo que al momento fue algo shockeante , pero cuando llegué a mi departamento y puse las cartas sobre la mesa; un impulso me hizo tomar el teléfono y decir "Acepto el caso".
-Supongo que tienes razón -Una pequeña risa se escapa por mi boca- ¿Quién en su sano juicio se sentiría feliz por tener a un asesino en la ciudad?-.
-¿Quién dijo que estamos sanos Sanders? Sólo somos dos ancianos esquizofrénicos atrapados en un mundo de jóvenes cuerdos-.
Después de haber abierto la camisa del señor Alex e inspeccionar todas la heridas; Román se levanta, rasca su cabeza y seca el sudor de su frente con la manga derecha de su saco.
-Voy a necesitar ir por mi equipo de forense; no me tomará más de dos horas ir y regresar pero creo que comenzaré mañana, me va a llevar mucho tiempo investigarlo-.
-¿No prefieres que llevemos el cuerpo a un mejor lugar?-.
-No creo que a mi mujer y hijos les guste ver el gordo cadáver de un adulto de cuarenta años. Además de que será difícil sacar el cuerpo sin que nadie lo vea; prefiero trabajar aquí-.
-Como tú gustes-.
Salimos de la habitación con dirección a la salida; ya era tarde y Román no podía hacer muchos avances sin el equipo necesario.
-Entonces ya estas casado ¡Y con hijos! Me alegra mucho por ti-.
-Sí... Gracias-.
-¿Cuántos son?-.
-¿Qué cosa?-.
-Tus hijos, estamos hablando de eso-.
-Ah, sí; tengo tres, un niño y dos niñas-.
-¿Y cómo se llaman?-.
-Sanders -Se detiene en seco justo antes de abrir la puerta para salir del lugar- Hablo en serio de que no quiero saber nada de ti cuando todo esto acabe. Por lo mismo no quiero que tú sepas mucho de mi vida; es mejor dejar las cosas como están, dos personas desconocidas que se unieron para un último trabajo. Nada más-.
-Lo sé; lo siento -Bajo un momento la mirada al escuchar su respuesta-.
-Gracias -Toma la perilla y abre-.
-Gracias por su visita, esperamos que regresen lo antes posible-.
-Tsch, esa cosa me da escalofríos-.
-Y que lo digas, pero me sorprende que tú lo digas -Seguía caminando con la mirada perdida hasta que un ligero golpe en mi abdomen detuvo mi trotar- ¿Pero qué? -Poso mi mirada hacia la altura de mi pecho y veo a un hombre en bata-.
-Buenas tardes caballeros, ¿Se encuentra Alex en casa?-.
El hombre en cuestión ya es un anciano; su nulo cabello es color plateado, varias arrugas se marcan en su cara al igual que lunares y verrugas, sus manos temblaban por la dificultad de llevar una taza de café, entrecerraba los ojos para poder distinguir un poco nuestros cuerpos, lleva puesta unos pantalones de pijama a cuadros y una bata gris, en sus pies lleva unas pantuflas azul marino que esconden un par de calcetas blancas y su voz es tan sutil y tierna que imita la de un niño perdido en el centro comercial.