Nathan no me dijo nada, solo se me quedó mirando. No le dije nada del otro mundo ¿o sí? ¿Es que no piensa hablar? Aunque con esa historia ni yo hablaría de la impresión.
Muy pocas personas sabían de mi relación en secreto con el hijo del mafioso. Esa era la historia más dolorosa de mi vida, el simple hecho de recordar a Robert me dolía, yo lo amaba y él a mí. Esa historia era... Simplemente no quería recordar esa historia.
—¿Es en serio? —preguntó Nathan incrédulo.
—Sí, muy en serio —contesto.
—Vaya jamás me lo hubiera imaginado —dice y luego se ríe pero no es una risa sincera—. Me esperaba que te hiciera la vida imposible, pero... ¿que fueras su novia? Es casi imposible de creer.
—Es por eso que nadie habla de eso en la escuela. Nadie le creyó a Ella y a Mindie, pero estuvieron cerca... de no ser por Robert lo hubieran creído.
—¿Me estás diciendo que ese imbécil tiene sentimientos? —cuestiona Nathan enarcando una ceja incrédulo.
—Se podría decir que sí —respondo encogiéndome de hombros.
—Fuertes declaraciones, amigos —dice.
Yo me río ante su comentario. Ahora que me doy cuenta, ni siquiera los mellizos saben esa historia. La verdad nunca les he dicho porque ellos siempre odiaron a Robert, nunca supe el por qué pero tampoco era asunto mío, pero eso no quita que me sienta mal por no haberles dicho la verdad.
—¿Quieres ir a Pink's? —pregunta.
—Preferiría que no, ese lugar solo me trae malos recuerdos.
—¿Por Jessica, Ella y Mindie?
Dudé pero al final asentí. No quería recordar su rechazo.
—Muy bien —dijo—, ¿a dónde quieres ir?
—No lo sé. ¿Qué tal a la cafetería de Clansie's?
—Buena idea, ¿tú invitas?
—No, esta vez dejaré que tú seas el que me invite.
—¡Ah, claro! —exclama Nathan fingiendo frustración—. Ahora que yo no quiero pagar quieres que yo invite. ¿¡Quién entiende a las mujeres!?
—Ustedes también son complicados, así que silencio. ¿O se te olvida que hace tres semanas me insultaste? ¿Con qué moral reclamas?
—Me doy —dice levantando sus manos a modo de rendimiento.
—Vamos, que ya se me está antojando un pastel de queso.
—Como ordene.
***
Estamos en Clansie's y hasta ahora todo ha ido de maravilla. Aunque hace un rato un chico pelinegro súper pálido entró y al rato otros dos chicos, un chico alto y robusto, junto a una chica alta, pelirroja, con unos ojos dorados hermosos.
—¡Christ! —grita la pelirroja al chico robusto—. ¡Mira!
El chico voltea y se ve preocupado, pero yo solo veo a unos chicos comunes y corrientes caminando en la calle. Luego de eso todo es algo borroso. Lo último que recuerdo es que la pelirroja, el chico robusto y el pelinegro pálido salen de la cafetería como alma que lleva el diablo.
—Eso fue algo extraño —dice Nathan al fin.
—Sí, esos chicos son muy extraños —concuerdo.
—Bienvenidos a Clansie's —nos saluda una camarera rubia—, ¿qué quieren ordenar?
Reviso de reojo el menú y me decido por una malteada de chocolate. Pero antes de que le diga a la chica mi orden, Nathan habla por mí.
—Una malteada de chocolate y otra malteada de fresa y chocolate, por favor —¿cómo sabía lo que yo quería?
—Enseguida —dice la rubia antes de alejarse hasta la barra.
—¿Cómo sabías que quería una malteada de chocolate? —pregunto al fin.
—Creí que querrías la de chocolate y fresa —dice sorprendido.
—Pues no, pero ya que ordenaste eso —digo encogiéndome de hombros.
—No importa, si quieres toma la mía.
—Ya que insistes.
—No lo hago, pero ya qué.
La rubia vuelve con nuestras bebidas y noto que ahora tiene algunos botones sueltos en su camisa. Nos entrega las malteadas y se inclina más de lo necesario, haciendo que se vean sus pechos. Qué descarada pienso, pero Nathan tiene la mirada fija en las malteadas, no puedo evitar que una oleada de satisfacción me invada al notar que el plan de "seducción" de la chica no haya funcionado.
—Gracias —dice Nathan sonriéndole, y a pesar de que volteó a verla sólo la miró a la cara.
Toma eso, perra.
—¿Algo más? —dice con una voz dulzona.
—No. Pero gracias.
—No hay de qué.
Luego de que la rubia se fue me giré a ver a Nathan, pero él actuaba como si una chica no se haya casi desnudado en nuestra mesa.
—¿Acabas de ver eso? —pregunto.
—¿Qué? —responde encogiéndose de hombros—. ¿Qué una chica se haya casi desnudado en mis narices? No.
Ese sucio.
—Eres demasiado inocente, Nathan West —digo con el ceño fruncido.
—No, solamente ignoro ese tipo de cosas, o al menos si es de chicas extrañas y tan perras como ella.
—Eso es algo honorable —reconozco.
—Gracias. Aprendí eso unos días antes de llegar aquí.
—¿Cómo?
—¿En serio quieres otra revelación? Creo que ya tuvimos suficientes.
—Tienes razón, pero mañana me dirás.
—Hecho.
Sonrío, aunque no es del todo sincera.
—Me alegra que volvamos a hablar —dice Nathan—. Esas fueron las dos semanas más largas de mi vida.
—¿Ah sí?
—Sí, fuiste mi única amiga real desde que llegué a ROCKMAN.
—Yo no diría eso pero...
—Pues yo sí, eres una gran persona, y aunque te dije aquella vez en la heladería que no sentía nada por ti, sigo queriendo a mi amiga. Ana, sé qué crees que yo te gusto, pero no es así.
—¿Cómo lo sabes? —digo y siento un nudo en la garganta con tan solo recordar aquel día.
—Te lo voy a demostrar —dice, rodea la mesa y toma asiento a mi lado, y acorta nuestra poca distancia—. Bésame.
—¿Qué?
—Bésame. Si tengo razón, podremos arreglar nuestra relación de amigos.
—¿Y si no la tienes?
—Pues tendré que alejarme hasta que me olvides.