C O L E.
El tiempo.
Justo ahora perdí la noción de este, no sé si es de día, si es de noche, ni cuántos días han pasado. Solo sé que me volveré loco si sigo encerrado aquí. Ni siquiera sé quién o por qué me tienen aquí, solo entraron en mi casa y me sacaron a rastras de ahí, claro que les di pelea, pero eso no sirvió de nada, solo que fuera más dolorosa la partida. Era un tipo fuerte, muy alto, de una complexión impresionante, nada a lo que no me haya enfrentado antes; el problema es que no me pude defender como era debido, ese tipo esquivó todos y cada uno de mis golpes, como si supiera que haría.
¡Mierda!
«El lenguaje, Cole.»
Seguro Ana me diría algo así, a pesar de que ella dice más groserías que yo, algo hipócrita, pero en su defensa es por eso que nos hicimos amigos. Solo de recordarlo sonrió.
Era un día común, mi hermana, mis padres y yo en el parque jugando, nos acabábamos de mudar a este lugar, el cual odiaba con toda mi alma. Para un niño de 6 años mudarse nunca es fácil, pero este lugar no hacía nada por mejorar nada, ni hacer más fácil el proceso. Clarisse estaba jugando con otro niño en el sube y baja, mientras que yo estaba escondido debajo del tobogán, no quería hablar con nadie, solo quería imaginar que estaba en mi anterior casa, con mis amigos. De pronto escuché un estrépito afuera, me asomé y vi a Clarisse llorando, al niño en el suelo lleno de arena y a una niña rubia entre ambos niños. ¿Y esta quién es?
Camino hasta donde están ellos, queriendo saber qué estaba pasando, en cuanto llego el niño se levanta y dice algo que me dejó asombrado.
—¡Eres una idiota! —gritó. Pero, ¿este niño tenía semejante valor para decir aquello? Lo peor vino cuando la niña rubia le contestó.
—¡Y tú un imbécil! ¿Qué no sabes que decir groserías está mal? Niño grosero —lo insultó. ¿¡Por qué de pronto todos decían groserías!? ¿Qué clase de padres tienen estos dos?
—El burro hablando de oreja —dijo el niño en respuesta, sobándose la mejilla, que hasta ahora veo que está inflamada. ¿Se golpeó?
—¿Quieres hablar de orejas? —dijo la niña acercándose a él, tomándolo de pronto por la oreja, provocando que el niño comience a llorar desconsoladamente.
—¡Suéltame, tonta! —le gritaba el niño.
Este sería un buen momento para intervenir. Tomo a Clarisse y la pongo detrás de mí, cuidando que le pase algo más. Hago que la niña rubia suelte al niño, y antes de que pueda decir algo los tomo a ambos por las orejas, tratando que se queden quietos.
—¿¡Qué está pasando aquí!? —grito llamando la atención de ambos, pero ninguno me responde. Gruño por la frustración y llamé a mi hermana—. Clarisse, ¿qué pasó?
Ella sorbe por su nariz un poco antes de contestar.
—Estábamos jugando en el sube y baja, cuando estaba arriba él me dijo que las feas no debían estar arriba, entonces se bajó de golpe. Me caí y me golpeé en el brazo y la rodilla —dice entre sollozos—. Ella me ayudó a levantarme y le dió un golpe al niño —miro al niño totalmente furioso, no me agrada que insulten a mi gemela, mucho menos que hagan que se lastime.
—¿Ajá? —pregunto furioso. Suelto a la niña y miro al niño, fulminandolo con la mirada.
Sin dejarlo decir nada a su favor lo golpeó en su otra mejilla, le voy a dar otro golpe cuando alguien me toma por la cintura y me carga, alejándome del niño. El cual ahora se ve como un ser muy feo, muy, muy feo. Grito que me suelten, que me dejen ir hacia él, que él lastimó a mi hermana, pero en eso la voz de mi mamá grita, calmándome en un segundo.
—¡Cole! —me gritó, me giró en su brazos, de manera que ahora la estaba viendo a ella. Me mira furiosa, como su hubiese hecho algo mal, pero yo solo protegía a mi hermana—. ¿Por qué golpeas a ese niño?
—Él hizo que Clarisse se golpeara —contesto yo aún furioso.
—¡Y le dijo fea! —interviene la niña rubia, la cual creí que ya se había ido.
—¿Tú quién eres, querida? —le preguntó mamá.
—Soy Anastasia Clark —dice con una sonrisa adornando su cara.
—¿Y tú? ¿Por qué le hiciste eso a una niña? Eso no se hace, jovencito —le dijo mi mamá al niño.
—Yo soy Josh. No quería que se lastimara, solo estaba jugando —dice con un tono de inocencia que no le creo.
—¡Mentira! Dijiste que me lo merecía por fea —dijo Clarisse llorando. En ese momento llegan mi padre, junto a los padres de los demás niños.
En cuanto llegaron mis padres junto a los de la rubia discutieron con los del otro niño, quienes se negaban a regañar al niño. Finalmente llegaron a un acuerdo, donde el niño pedía disculpas y le prohibían volver a jugar con nosotros tres. Los padres de Anastasia la regañaron seriamente por haber golpeado un niño, pero ignoraron por completo el hecho de haber dicho una mala palabra. Luego de eso los tres nos empezamos a ver más y más, hasta que nos volvimos mejores amigos.
Ese recuerdo me roba una enorme sonrisa, desde aquella pelea nos volvimos amigos, ella siempre nos decía que no debíamos debíamos decir malas palabras como ella, que eso era lo suyo. De vez en cuando se la devolvía para molestarla, a lo que ella solo decía disculpas y luego volvía a decir otra palabrota. Clarisse dice algunas, pero nunca como Ana, ella nos gana a los dos juntos. Un día nos retó a decir más groserías de lo normal en la escuela, lo intentamos, pero perdimos, no podíamos decirlas, ella nos educó de esa manera, ni mis padres lo hubiese hecho tan bien.
Me recuesto en la pared, totalmente derrotado. Quiero llorar, quiero llorar como nunca antes. Extraño a mis padres, extraño a mi hermana, a Ana, incluso extraño a Nathan. Daría lo que fuera por verlos, por abrazarlos, decirles que los quiero mucho, que son los mejores amigos del mundo, pero en esta vida no todo es posible.