CAPITULO 10
~ M I A ~
Febrero había arribado y las cosas no se veían nada bien, sabía que mi madre estaba preocupada por la situación y tanto que estaba preocupada que decidió aislarse de todos, ya no comía con nosotros cuando regresaba del trabajo, en realidad, apenas la estábamos viendo. Se decía que pronto habría una cuarentena obligatoria, pero hasta que no fuera oficial, yo tenía que seguir yendo a la universidad, tomaba mis precauciones, pero aun así tenía miedo. Llevaba semanas sintiéndome mejor. Si debía ser sincera, lo retribuía todo a Angel ya que era algo que me alegraba los días. Había comenzado a hacer bastante ejercicio ya que salía dos veces al día para dar vueltas con mi perro y además recordaba a comer mejor.
—No sé si debería decirte esto Mía, pero... ¡Chica! ¿Dónde tenías ese trasero? —Blaire me chilló cuando me vio llegar a la universidad. Angel me acompañaba siempre, ya todos los conocían y se acercaban al animal. Hasta había hecho un par de amigos... Si así les podía llamar. La pregunta de mi amiga me hizo soltar una carcajada.
—¡Blaire! Dios, para —Ese día me sentía diferente. Me sentía realmente bien y bonita, me arreglé en la mañana un poco más y estaba usando ropa más ajustada. Realmente me sentía muy bien. Me sonrojé por las palabras de mi amiga, ella sabía todo de mí, me conocía mejor que cualquier persona y entendía que esos comentarios podrían alagarme o afectarme, pero, está vez, me habían hecho muy bien.
—Te ves muy bonita el día de hoy —La pelirroja siempre había sido honesta conmigo. Así que viniera de ella fue bastante especial. No tenía mucho que decirle, no sabía cómo reaccionar ante esos halagos, yo no estaba acostumbrada a recibirlos por eso solo le respondí con una sonrisa y caminé hasta mi clase. Angel realmente era un ángel, se comportaba en clases muy bien y me gustaba tenerlo en mi vida.
Durante el día había estado notando más miradas de lo normal, no me incomodaba, pero sabía que era algo que hice en la mañana, arreglarme era algo que no sabía casi nunca, llevaba ropa más ajustada y también llevaba el cabello suelto. Ser observaba no era algo que me gustara, pero quejarme tampoco era algo que haría. El resto de mañana y parte de la tarde traté de ignorar esa sensación de ser observada, sabía que una vez llegara a casa estaría, nuevamente, en mi zona de confort.
—Mía, que bueno que llegas —Mi padre me saludó desde la cocina, caminé hasta ella dejando suelto a Angel, estaban las puertas del patio abiertas así que corrió hasta ahí, mientras yo caminaba hasta donde estaba mi papá. Miré el reloj de mi muñeca, era demasiado temprano para que estuviera en casa. Algo pasó—. ¿Cómo te fue? —Preguntó. Se veía extraño.
—Me fue bien... ¿Pasa algo? —Atajé rápido, no quería verme mala con él, ya que seguramente algo le pasaba. Pero tampoco quería estar sin saber.
—Hay contagiados en mi empresa y nos mandaron a todos para la casa —Abrí los ojos más de lo normal y sentí un tic que tenía en uno de mis parpados, era algo que solo sentía cuando estaba estresada y ahora me sentía de esa forma. No sabía que decirle—. Voy a ponerme en cuarentena, pero no creo tener nada, no hemos tenido contacto con muchas personas durante las últimas semanas. Llamaré a la universidad para avisar que no podrás asistir hasta que estemos seguros de que estamos bien —No saber nada sobre este virus me ponía nerviosa, pero veía las noticias, sabía que muchas personas habían muerto y que cada día morían muchísimas más personas—. Ya hablé con tu madre, estaremos bien nena, no debes preocuparte.
Asentí. Quería salir corriendo a sus brazos, darle un apapacho enorme, pero sentía que eso me pondría en riesgo si él estaba contagiado. Por recomendación de mi madre ahora llevábamos mascarillas a todos lados, cosa que no hacían todos, era muy raro ver a alguien con mascarilla. Pero era nuestra forma de refugiarnos.
Me despedí de mano de él y me fui hasta mi habitación. Ahora tendría que guardar cuarentena por unos días hasta sentir los síntomas, pero yo me sentía bien, podría adelantar algunas fichas de la facultad, tener tarea lista para cuando sea necesario. No estaba segura de lo que pasaría, me sentía agobiada de lo que fuera a pasar con mi familia, odiaría perder a alguien cercano, aunque no tuviéramos una familia muy grande sabía que todo podría cambiar para los que teníamos.
Llegó la noche y yo seguía estudiando. Hasta que escuché mi celular sonar, era mi madre, sabía que no llegaría a casa esa noche, el hospital donde trabajaba estaba a reventar y era otras de mis preocupaciones. Mi madre era devota a su profesión pero que tuviera que estar lejos de nosotros por tanto tiempo, me ponía nerviosa.
—Hija... —Era una video llamada, donde había añadido a mi padre, quien estaba en su habitación—. No debes preocuparte por tu padre, le haremos unas pruebas para asegurarnos de que está libre del virus este, pero tú también... —Continuó hablando, la vi con ese traje que tenía que usar desde que estaba trabajando en el hospital, era como estar viviendo una película, solo faltaban los zombies.
—Estaremos bien mamá, ¿Cómo están las cosas en el hospital? —Ella se quedó en silencio, vi sus ojos llenarse de lágrimas y ver hacía otros lados menos la cámara, jamás la había visto tan sensible como ahora, me rompió el corazón.
—Gale está en la UCI —Esa noticia me sorprendió. Él era el padre de Nick y Bruce, los gemelos que habían venido para navidad, eran de los únicos que no eran unos idiotas de ese grupo, pero saber que su padre estaba en cuidados intensivos me ponía triste y me asustaba, Gale era pediatra y sabía que muchos doctores especialistas estaban ofreciendo sus servicios para los enfermos, era cuestión de tiempo para que alguno cayera—. No he podido hablar con su familia, pero parece que todos están contagiados... —Yo sentí un nudo en mi garganta y mi estómago.