CAPITULO 13
~ M Í A ~
La semana pasó normal, sin mayor problema.
Me había dedicado estar más con los chicos, hablaba más con ellos, hasta quedamos en ver películas o alguna serie, ninguno tenía que trabajar realmente o tenía que hacerlo en horas muy tempranas, el que siempre terminaba tarde era Alex, investigué y las horas que teníamos de diferencias eran 5, parecían pocas pero cuando eran las 12 de la noche para mí, él estaba viendo el sol salir y era bueno que él se quedaba tanto tiempo hablando y jugando con nosotros, así que era el primero en irse siempre.
Había dejado en segundo plano el tema del Covid, ahora le decían así y era más corto que decirle Coronavirus, que en realidad era otra cosa, pero todo esto lo sabía gracias a que mi madre nos había explicado muchas razones por las cuales había tantos muertos, era impresionante las tasas de mortalidad que había, pero por semanas parecía que las cosas iban en descenso, aunque todo era por la cuarentena que estaba guardando medio planeta.
Durante esos días mi rutina no había cambiado mucho, me levantaba temprano para entrar a clase, estudiaba para algunas cosas, hacía deberes, entre medio comía, llevaba a Angel a pasear, pasaba tiempo con mi padre y demás cuando era un poco más de noche, jugaba con los chicos. Había una razón para estar tan pegada a ellos y esa era Alex, quien se había robado mi atención y cuando tenía oportunidad le sacaba algún tema de conversación. Nos contaba alguna anécdota o de su trabajo.
—Así que tienes una galería de arte —Le dije mientras hablábamos antes de la partida.
—Sí, llevo unos 5 años con ella, me ha ayudado el hecho de que mi abuelo era coleccionista de obras de arte, así que eso me impulso a hacer esto... —Alex se había integrado muy bien al grupo, aunque sabía que tenía un par de años más que yo, sabía que no era un impedimento para tener una conversación y reírnos.
—Entonces eres un cerebrito, solo a los cerebritos les gusta la pintura y esas cosas —Unos de los chicos respondió. Era el que menos me caía ya que siempre tenía un comentario o un insulto que sacaba cuando nadie se lo esperaba y no podíamos hacer mucho, ya nos habíamos dado cuenta de que no eran intencionales muchas de las cosas que decía.
—A mí me gusta el arte —Añadí orgullosa—. Me gusta mucho la historia del arte, la fotografía... Me habría encantado estudiar artes en la universidad, pero también soy músico... —Había comenzado mi relato bastante animada, pero borré mi sonrisa cuando dije eso último—. Lo era —Preferí no dar más información al respecto y no seguí aportando a la conversación.
El hecho de que no tuviera acercamiento con la música desde hace un par de años me ponía triste. Tiré la mirada hacía mi guitarra que estaba a un lado de mi habitación, solo llenándose de polvo, hace bastante que no la tocaba y todo por mi depresión. Mis pensamientos me desconcentraron del juego y me hice matar, pero tenía la mente en otras cosas, había dejado de hacer tanto por mi problema con la comida que ahora no había nada que me diera felicidad.
Suspiré y volví la mirada hacía la pantalla de carga, había dejado de escuchar a los demás, ya no la voz de Alex me hizo concentrarme en lo que decían, hasta comenzaron con otra partida y yo la estaba en automático. Me sentí mareada, quería vomitar, no me gustaba la sensación de vacío que había dentro de mí.
Esto no era algo bueno.
Angel se percató de mi estado de shock y comenzó a ladrar, mordió mi ropa y me lamió. Estaba desesperado, pero yo no lograba moverme, no encontraba la fuerza para hacerlo, solo me quedé mirando el teclado, ida y sin ganas. Tragué saliva y pude volver a mí. No entendía que me había pasado, pero tocar el tema de mi abandono del arte me hicieron darme cuenta de que ahora no tenía nada que me hiciera feliz. La universidad era algo que lo hacía por mis padres, sabía que tenía conseguir una carrera universitaria y después de eso un trabajo. Ya no tocaba la guitarra, no cantaba. Eso era algo que me mantuvo muy animada por muchos años, por algo había estado en clases por mucho tiempo, hasta que comencé a caer en una depresión severa.
Mi perro siguió ladrando, se desesperó hasta que logré calmarle.
—Estoy bien —Susurré. Olvidando por completo que tenía el micrófono abierto y que seguramente ese escándalo lo escucharon todos. Me reincorporé en la llamada, no quise dar más explicaciones—. Mi perro quería salir y no le escuché con el videojuego, me tengo que ir, debo llevarle a dar una vuelta por la manzana, hablamos después. —No quise decir nada más y me salí del servidor antes de que ellos me dijeran algo más.
Esa fue la última vez que me conecté durante una semana.
El hecho de que había tocado el tema de mi pasado como músico, me había hecho recordar muchas cosas que viví, no tenía nada ahora, no había nada que me hiciera darle vuelco a la vida, no tenía aspiraciones más allá de las que me había obligado a tener, no era consciente de eso durante estos años donde había estado en terapia.
Ahora muchas cosas que me decía Donald tenían sentido en mi cabeza, no había luz en mí, no había nada. No sabía por qué estaba viviendo, no tenía nada que me mantuviera con vida, pegada a este lugar donde al final del día solo iba a dormir gracias a las pastillas que tomaba. Pensé en mi madre, ella siempre había querido ser doctora, siempre lo quiso ser y mi padre siempre quiso una familia, siempre le gustó cocinar, además, y lo hacía muy bien, antes de que pasara todo este tema de lo que hice, iba a dejar su trabajo y se pondría una cafetería. Teníamos todo planeado para ese momento, pero...