CAPITULO 21
~ M Í A ~
Cuando la semana pasó y me encontraba mejor, aunque los golpes vinieron uno tras otro. Seguía sentida y el no poder estar cerca de mi familia me ponía realmente triste, pero no quería solo pensar en eso. Si seguía con esos pensamientos negativos nada terminaría bien para nadie, sabía y entendía que estaba en mí el hecho de alejar esos pensamientos y hacer un esfuerzo era algo que no solo quedaba en mi cabeza, sino en mi cuerpo.
Cuando logré estar de mejor ánimo retomé mi vida nuevamente, volví a clases. No me había duchado en varios días y no era algo que ya no podía permitir, sabía que después de tantos días sin hacer ese tipo de cosas me traía malas consecuencias. Una de las primeras cosas que hice fue hablar con Donald, explicarle que había pasado y como me sentía, él decía que era normal y que lo más sano para mí era hablarlo, enfrentarme con lo que tenía ahora y hacerlo con mano dura, no podía permitir que otra vez mi cabeza me dominara hasta el punto de dejarme como un ser humano inservible, no era lo correcto. Por eso ese lunes hice todo lo que debía hacer.
Hasta hablar con Alex. Quien me hizo darme cuenta de que tenía una razón más para seguir mejorando. Una cosa que tenía muy presente dentro de mi es que no podía dejar que mi felicidad dependería de él, no quería una relación dependiente, no quería ser esa persona, no podía... Así que debía trabajar en mi misma para evitar que algo así nos pasara. Ya que ahora éramos un nosotros. No sé en qué momento despertó en mi ese sentimiento, fue algo que había empezado a crecer, como una flor. El día que nos conocimos la semilla se implantó en mí y con las semanas comenzó a crecer lo que ahora creía que era una flor, pero no quería que nuestra relación fuera una flor, sería algo demasiado delicado, yo no quería eso para nosotros, lo menos que podía pensar en que cualquier cosa podría destruir lo que sentimos. Yo quería algo más fuerte como un árbol... ¡Sí! Dentro de mi estaba comenzando a crecer un árbol, un fuerte árbol.
El lunes pasó tranquilo, terminó de la mejor manera. Al día siguiente le conté a Donald lo que había pasado la noche anterior y como me sentía, todo lo que había pensado del árbol y que no quería una relación dependiente y que estaba dispuesta a hacer mi mayor esfuerzo para tener una vida sana. Ya no quería tener que depender de ayuda para ser feliz. Lo quería hacer por mi cuenta.
—Jamás pensé que escucharía eso de ti Mía —Dijo con una gran sonrisa, yo me sentía orgullosa de cómo me miraba, yo tampoco creí estar viviendo esto. Sabía que, si ambas personas no ponían de su parte, cualquier relación fracasaría, pero yo confiaba en que ambos estábamos en la misma sintonía. Al menos eso quería pensar—. Estoy orgulloso de eso y creo que siempre ha sido uno de mis miedos que muchos otros pacientes que consigan tener una relación pero que sea dependientes de la otra persona, es horrible ser la otra persona... —Explicó el hombre—. Pero que tu sepas que es algo que no quieres que pase, entonces me da a mis las herramientas para seguir con tu tratamiento... Dime algo, ¿él sabe lo que te pasó? ¿Él sabe lo que hiciste? —Mierda... Nunca le había dicho a Alex nada de lo que había vivido. Negué con la cabeza—. Él debe saberlo, es algo que él debe saber a qué se va a enfrentar y debe estar consciente que su presencia en tu vida debe aportar más que solo su compañía, una relación no es algo como lo que vemos en las películas Mía, no son cuentos de hadas, tendrán diferencias, peleas, pero deben aprender a hablarlo siempre, la comunicación es algo demasiado importante...
Entendía a lo que se refería. Yo siempre me cerraba, no me gustaba hablar de mis problemas y por eso me había costado tanto abrirme con Donald y por eso le decía todo eso. No podía permitirme a mí misma cerrarme para luego arrepentirme de no decir lo que sentía en ese momento. Por eso cuando cayó la noche y Alex se conectó. Comencé a la conversación diciéndole:
—Debemos hablar —La sonrisa que el hombre tenía se deformó por un momento, pero en seguida me apresuré a hablar nuevamente—, no, no, no pienses nada malo, solo quiero que sepas algunas cosas que no te he contado de mí y creo que después de lo que hablamos ayer, es necesario que lo hablemos —Hablé firme, había hecho una pequeña lista de las cosas que tenía que decirle y que no podía olvidar—. Lo primero es que hace unos años intenté suicidarme, yo ya no veía sentido a la vida y quise ponerle fin, ahora es algo de lo cual me arrepiento, viví cosas que no debía e hice que mis padres vivieran cosas que no quise... Todo en mi vida cambió, tuve que dejar de hacer muchas cosas. Había subido mucho de peso y durante la recuperación lo bajé, tengo marcas en mi cuerpo, cicatrices, manchas, no soy una modelo, no soy alta, ni siquiera me considero bonita... Tengo muchas inseguridades y cuando salgo de ese estigma que me tengo a mi misma me arrepiento completamente... He hecho sufrir a muchas personas por mis malas decisiones, pero comienzo a ver la luz al final del túnel... Volví a estudiar, aunque no sea algo que me haga feliz, me gusta lo que hago y espero en algún momento poder dedicarme a eso... Dejé la música, durante muchos años había estudiado música y lo dejé cuando pasó lo que te acabo de contar.
Mi boca se movía, estaba hablando de cosas que solo había hablado con mi psiquiatra, cosas demasiado personales, pero confiaba tanto en él que no podía detenerme.
—Cuando estoy en esos episodios puedo pasar días enteros en mi habitación, encerrada y hasta sin ducharme, soy un desastre... Tal vez no sea la clase de mujer a las que estás acostumbrado, pero creo que puedo ser una buena compañía cuando me lo propongo —Finalicé con un suspiro. El solo sonrió.