~ N A R R A T I V O ~
—Iré a cambiarme por ropa más cómoda —Alex había entrado con las bolsas a la casa.
—Yo quiero ir a darle una vuelta a Angel, tomate tu tiempo… —Mía quería darle una vuelta a su perro antes de que comenzar su cita con su novio, esto era algo que lo habían comenzado a hacer todos los fines de semana así que lo hicieran en persona, realmente era lindo. El paseo fue rápido ya que Angel quería regresar—. ¡Regresé! —Anunció al entrar a la casa. Soltó el collar del perro y fue hasta arriba.
Alex se había cambiado y preparaba la habitación de Mía, ya que ahí estarían. Cerró las cortinas y tenía el pc encendido.
—Ya tengo todo listo, me salgo para que te pongas tu pijama —El hombre solo se salió mientras que la joven tomaba el pijama que había elegido, era pegada al cuerpo y de color negro, sobre todo abrigada ya que estaba haciendo demasiado frío.
Cuando estuvieron listos, se acostaron en la cama para poner una película. La cabeza de Mía estaba recostada en el pecho de Alex mientras este le daba caricias en la espalda por debajo de la ropa. Él estaba concentrado en la película que habían iniciado, pero la cabeza de Mía estaba en otro lado, ella sentía que no era lo suficientemente bonita para Alex, él era demasiado atractivo, pero bajo sus propios ojos no lo era, no tenía un bonito cuerpo y pensar en estar desnuda frente a Alex, la hacía sentir incómoda.
El rubio pareció percibir la incomodidad de su chica y por eso dejó de acariciar a la joven, cosa que hizo sentir peor a la muchacha ya que pensó que, a lo mejor, el hombre no le gustaba hacerlo y por eso dejó de hacerlo. Ahora ambos estaban en silencio, incomodos y sin saber que decir. Hasta que Alex decidió romper el silencio.
—¿Para algo, Mía? —Susurró.
—¿Eh? —Ella no supo que decirle más allá de eso. Levantó su rostro para mirar al ajeno. Alex tenía un semblante de preocupación, el hombre se sentía extraño ya que nunca había estado con alguien tan joven y que sabía que tenía tan inestable, así que iba con cuidado por el simple hecho de no lastimarla.
—Sé que algo te pasa, estás demasiado tensa y cada vez que te toco, siento tu piel tensa —Explicó el hombre sentándose en la cama—. Si no quieres que te toques, solo debes decirme…
—No es eso… Solo que jamás había estado con alguien de esta forma… Quiero que entiendas que yo no soy como las mujeres que has estado en el pasado, tal vez no tengo la experiencia que esperas, pero te quiero demasiado… —Las manos de la chica temblaron al hablar de lo que estaba hablando. Alex sonrió y en silencio se levantó hacía su novia para besarla con pasión. La menor se dejó besar y ella enrolló sus brazos en el cuello del mayor.
—Mía Sánchez Hillman —Habló el hombre cortando el beso—. No importa con cuantas mujeres haya estado en el pasado, ahora lo que importa en mi presente y mi presente eres tú, tu eres la mujer que amo y que deseo… Quiero que entiendas que no importa lo que hayas vivido, para mí no es importante mientras que sigas queriendo en tu vida voy a amarte y adorarte… Eres la mujer más hermosa que he conocido, no te comparas con nadie —Alex acarició el rostro de su novia—. Eres la mujer de mi vida de eso estoy seguro…
—Nunca me había sentido de esta forma… Por eso sé que lo que quiero ahora es estar contigo, compartir mi vida contigo —La joven acunó el rostro de su novio con sus manos. El inglés sonrió y luego la volvió a besar con más pasión. Era la primera vez que la besaba de esa forma, no había tabúes entre ellos, las manos curiosas del mayor recorrieron la piel de la otra por debajo de la ropa. Mía se erizaba al tacto y no sabía cómo reaccionar. Ella hizo un gran esfuerzo para apagar su mente y simplemente dejarse llevar por la situación. Poco a poco comenzó a estorbar la ropa que llevaban, no importaba de afuera las temperaturas estuvieran bajando, estaba comenzando a nevar.
Ya no había un ápice de vergüenza en su cuerpo. Al menos por el momento, solo que cuando el hombre le quitó la camisa y la vio en ropa interior, era hermosa. A sus ojos podría llegar a ser la mujer más hermosa del mundo, su piel era terca y no importaba que tuvieran un par de cicatrices repartidas por ahí y por allá. Con sus brazos intentó cubrirse, pero él no se lo permitió.
—No quiero que te cubras, eres hermosa y quiero verte —Dijo el tomando sus muñecas y colando sus manos detrás de la cabeza de la joven—, tenlas ahí y disfruta.
Los labios se fueron a besar cada parte del cuerpo de chica que estaba debajo de su cuerpo, tomando sus caderas. Ella se movía de un lado al otro por las cosquillas que le causaba la corta barba que adornaba el rostro del hombre. Se reía, pero también disfrutaba de sus besos. Alex la desnudó, por completo. Se deleitó por la desnudez de la joven. Era su presa y él la bestia con ganas de comérsela.
No tardó mucho en hacer la que la joven se desesperara por su toque. Su piel estaba erizada y sus sentidos avispados. Él la sabía tocar y cuando llegó a su sexo la hizo soltar un fuerte gemido de placer, era como si fuera dueño de su cuerpo y de su vida. Él llevó sus labios a la gloria, estaba siendo suave y delicado, quería hacerle de todo.
—Alex —Masculló la chica llevando sus manos hacía el cabello del mayor tirando de este.
—Así, quiero que grites mi nombre —Siseó con media sonrisa y siguió con su trabajo hasta que la vio temblar con fuerza y luego la volvió a escuchar gritar. Algo que nunca había experimentado, en su propia casa y por suerte que sus padres no estaban. Él no se pudo resistir más y se levantó para buscar un preservativo que había guardado con la esperanza de que eso pasara pronto. Justo al lado de la cama se detuvo para quitarse la última prenda que le quedaba—. ¿Te gusta lo que ves? —Preguntó pícaro con una sonrisa.