~ N A R R A D O R ~
La vida de Mía y Alex durante las siguientes semanas había sigo demasiado especial, no tenían problemas en vivir juntos, se habían acoplado de una forma que cualquier podría envidiar, había una gran complicidad entre ellos y ahora que Mía tenía que regresar a Atlanta, había pasado tres semanas desde que la joven había ido a buscar a su novio. Solo le quedaba dos días más en Londres, ese día había un evento en la galería, un gran evento. Así que Mía tenía que ir por un vestido, aunque ella habría querido ir con su ropa, Alex tenía otros planes para ella, esperaba que su novia impresionara a todo ese día. Además de que la tendría la oportunidad perfecta para presentarse como una pareja, la primera en la vida pública de Alex.
—¿Realmente crees que es necesario? —Mía se había probado un vestido de color plateado, pegado a su cuerpo que realzaba sus curvas. Alex la había esperado fuera del probador, estaba organizando las últimas cosas antes de que fuera el momento de comenzar el evento, metido en su celular escuchaba a la joven quien estaba probándose vestidos.
—Mi reina, podrías usar un costal de papas y te verías increíble, pero necesito que todos te vean esta noche y digan que eres la mujer más hermosa que han conocido, además que te vean a mi lado… No van a creer que eres mi novia —Alex habló con una gran sonrisa, ella no estaba segura de eso, no sabía cómo podría impresionar a tantas personas. Mía se miró al espejo y sintió que no haría lo que su novio tanto le estaba pidiendo.
—Estoy nerviosa… —Mía se había puesto su ropa, no se había decidido aún por un vestido, salió con las opciones en la mano. Alex se levantó y tomó una de las manos de su novia, besándola con delicadeza.
—Estarás conmigo, nunca tendrás que tener miedo a mi lado, no te voy a dejar sola en ningún momento —Dijo Alex dejando un delicado beso en la frente de la joven. Eso la hizo sonreír y suspiró con fuerza—. ¿Vamos a otra tienda?
—No, si vi un vestido que me gustó, pero quiero que sea sorpresa —Sonrió acercándose a los mostradores para dejar los vestidos. Ambos se acercaron a la caja, ella quiso pagar, pero Alex se apresuró para poner su tarjeta—. Oye, yo quería pagar —Mía habló haciendo un ademán con la tarjeta en su mano.
—Es un regalo… —Alex no quería dejar que la joven pagara algo que él había sido insistencia de él. Ahora debían hacer un par de paradas más por el centro comercial, un par de horas después terminaron en la casa para vestirse ya que se les había hecho algo tarde mientras le arreglaban el cabello a Mía y Alex se cortaba el suyo—. Deberíamos llegar a en media hora, tengo que dar un pequeño discurso antes de abrir la subasta.
Mía ya solo le quedaba ponerse los zapatos y ponerle la correa a Angel, aunque en la galería no aceptaban animales, Angel no era una simple mascota y era una excepción, además, de que ese día estaría de servicio, aunque Mía le había vuelto un moño precioso.
—A veces creo que quieres más a Angel que a mí —Alex llegó a sala ya listo cuando vio a Mía haciéndole mimos al perro, quiso hacerle una broma, además, de un puchero. La joven se levantó y fue hasta los brazos de su novio.
—Mi amor por ti es diferente… Pero es el mi compañero —Explicó Mía pensando que su comentario había sido real. Alex carcajeo y dejó un beso en el cuello de la menor. Haciéndola erizar.
—Estoy bromeando mi vida, hay que irnos ahora sí —Mía asintió yéndose a poner los zapatos, no le gustaba usar tacones, pero ese día lo ameritaba su vestido y la ocación, aunque tenía miedo de caerse de boca.
El viaje en el auto estuvo tranquilo, no estaba tan lejos de la galería y cuando llegaron, ya estaban muchas personas en el lugar. Aunque no había llegado tarde, parece que todos fueron lo suficientemente puntuales. Mía tuvo miedo de salir de la camioneta, no sabía que hacer una vez todos los vieran. Tuvo ganas de vomitar y no entendía porque era esa sensación. Alex la notó tensa y se quedó un rato esperando a que la joven estuviera cómoda para salir.
—¿Si quieres puedo llevarte de regreso a casa y cuando termine de dar el discurso me regresaré contigo? —A Alex lo único que se le ocurrió decir fue aquello, sacando a la joven del trance en el que se había metido, estuvo disociando un rato hasta que la voz de Alex la despertó. Lo miró consternado y trató de calmar su cabeza.
—No, no quiero irme, no quiero dejarte —Respondió ella tomando la mano de su novio—, solo que hace mucho que no asistía a una fiesta como esta… Hay demasiadas personas…
—Puede ser abrumador, al principio yo también sentía que me mareaba al ver a tantas personas juntas, pero siempre encuentro la forma de divertirme… No estás sola, me tiene a mí y estoy segura de que encontraremos como divertirnos —Él se acercó para dejar un beso en la mejilla de la joven.
—Vamos —Le apretó la mano antes de salir del auto.