Un apuesto joven de cabello negro y ojos azules miraba con nostalgia a una bella jovencita enmascarada sollozar mientras estaba arrodillada en el piso jurándole una y otra vez que ella no había sido la asesina de su padre.
—Yo no fui, yo no fui, tienes que creerme, ¡por favor¡ — decía Liza con voz quebrada mientras gruesas lágrimas de dolor caían de sus ojos.
—Está bien te creo— pronunció Sam con voz nostalgia, dándole una de sus manos a la jovencita para ayudarla a ponerse de pie.
—¿Apresaras a mi padre? — agregó Liza con nostalgia cuando estuvo parada frente al joven de ojos azules que ya la había soltado de la mano.
—No puedo apresarlo, sino hay una declaración que lo inculpe, ¿tú declararías en su contra? — dijo Sam mirando firmemente a la joven castaña.
—No podría hacerlo, es mi padre— respondió Liza con voz quebrada.
—Pero es un asesino, a él no le importo inculparte,…—añadió Sam con dolor en su voz.
—Lo sé, pero yo no soy él, yo soy Liza, Liza Smith o Gatica, la chica que oculto parte de su rostro tras un antifaz como si con ello pudiera esconder su pasado, ese pasado que tanto dolor me ha causado y que pensé que ya había quedado lejos, muy lejos de mí—respondió la joven de antifaz.
—Uno no puede esconder su pasado, este tarde o temprano llega a saberse— pronunció Sam con nostalgia.
—Sí, lo sé, pero tengo miedo, si vuelvo al pueblo me detendrán por ser parte de la banda así no haya cometido delitos— dijo Liza con dolor en su voz dejando pensativo al joven de ojos azules.
—«Si es cierto, la apresaran y la llevaran a una de las cárceles de alta seguridad que hay a las afueras de la capital, lo peor de todo es que no hay forma de probar su inocencia porque ella es inocente, inocente así todo la inculpe, yo lo veo en sus ojos, lo escucho en su voz» — pensaba Sam mientras miraba con nostalgia a la joven castaña.
—Sam, ¡por favor¡ no me pidas que vuelva al pueblo donde nací, yo se que tú puedes encontrar la manera para que mi padre pague por el delito que cometió, se que vas a encontrar la manera de hacer justicia sin que yo tenga que declarar— agregaba Liza desesperada.
—Está bien, no declararas— respondió Sam con firmeza.
—¡Gracias¡ ¡gracias¡ y perdóname por haberte ocultado mi historia, perdóname— acotó Liza intentando abrazar al joven de ojos azules que retrocedió para evitar el abrazo.
—Comprendo tu temor y tu actitud pero como comprenderás lo nuestro ya no puede ser, yo haré de cuenta que nunca te conocí, nadie sabrá por mí que tú te ocultas en este pueblo,….—decía Sam con nostalgia.
—¿Ya no puede ser? — pronunció Liza con voz quebrada.
—No, ya no puede ser, tú eres la hija del asesino de mi padre, aunque me duela ello es la realidad y tengo que aceptarla, por ello lo nuestro ya no puede continuar, ya no— respondió Sam con dolor en su voz haciendo que la joven de cabellos castaños bajara la mirada.
—Comprendo— dijo Liza con nostalgia, mientras trataba de contener las lágrimas que amenazaban con volver a salir de sus ojos.
—El habernos conocido solo abra sido un sueño para los dos, solo un sueño— agregó Sam con voz quebrada haciendo una pausa para luego pronunciar— Adiós Liza, adiós.
Luego de ello Sam salió a paso rápido de la casa de Candela al tiempo que la joven de antifaz caía de rodillas al piso mientras sollozaba.
Sam volvió a “El Escollo” y Liza permaneció encerrada en su habitación argumentando que se sentía cansada.
Los días siguientes fueron los más tristes para Liza y Sam quienes aún no terminaban de asimilar todo lo que habían vivido en esos días.
—Oficial Wood, oficial Wood, ¿le sucede algo? — decía el jefe de los policías al ver al joven de ojos azules con la mirada entristecida.
—¡Eh, no, no¡….bueno si, es que, quisiera saber si puedo volver a interrogar personalmente al padre de la supuesta asesina de mi papá, es que estuve pensando en todo lo que leí en las declaraciones y creo que los testimonios de ese hombre no son muy consistentes, siento que él oculta algo— respondió Sam con firmeza.
—Claro hijo, claro que puedes— dijo el jefe de la comandancia al tiempo que el teléfono de la estación empezó a timbrar.
Ring ring ring
—¡Discúlpame Sam¡ agregó el jefe, tomando el fono del teléfono para contestar la llamada.
—Sí, no se preocupe— respondió Sam mientras su jefe empezaba a platicar por teléfono.
—Si dígame comandante, esa es una excelente noticia, claro, claro, por supuesto, cuenta con nuestro apoyo…— decía el jefe de Sam mientras lo miraba a este de manera disimulada mientras Sam lo miraba intrigado.
Mientras ello sucedía en “El Escollo”, en “El Olvido” dentro de una pequeña habitación un par de hombres platicaban.
—¿Cómo que no dan con ella? — decía furioso Kralf mientras arrojaba su copa al piso.
Editado: 24.07.2022