En un bar solitario en la ciudad, y antes de entrar decidí limpiarme, sacudir las cenizas y pedacitos de escombro de mi cabello y rostro, deseo pasar una noche bebiendo tranquilamente, no… no tranquilamente, pero los ojos de Sean me ordenaron llegar aquí, debo esperarlo aquí, a él y a mi tío, aunque tenga que tolerar mi ansiedad. El lugar es solitario y perfecto para la privacidad, llega poca gente, pero no sé por qué sigue activo, cuando podría ser una sana diversión una o tres veces por semana, entré por la puerta trasera después de estacionar la motocicleta, me siento un poco confundida e intento recordar mi vida. Odio los colores en la ropa. Las personas usan muchos colores fuertes. En mi camino para ordenar algo, observó a dos personas desde la barra, era curiosa, pero no sólo fue por eso lo que me lleva a notar otras cosas más, a la vista de un humano eran dos simples extranjeros, una era rubia y el otro joven de piel morena.
Extranjeros, en el sur de México, el lugar llama la atención por sus ruinas y trabajos en compañías petroleras.
Observe a Dandecito el hermano gemelo de Dante, él es especial.
—Hola. — Me saluda desde las barras con sus bellos ojos claros.
El bar no lucía nada mal, este estaba dentro de una plaza en donde se juega el boliche y a su lado, un gran supermercado con una plaza, frente a esta en donde hay dos tipos de cines, era el paraíso del consumo en pesos.
Había buena música, mesas de billar, meseras guapas y lo mejor de todo, se dijo: Un barman completamente adecuado a mi tipo, con un cuerpazo envidiable para otros Dante se asomaba a la espalda de su hermano con síndrome de Down. Antes de llegar al grandote de Dante que siempre me pone nerviosa por su altura, decidí ir al sanitario de damas donde tenía que verme si aún tenía suciedad para así contar lo que está pasado, lo más importante para mí en ese momento era estar guapa tanto como las meseras para llamar su atención, o hacer que lo que les cuente sea solo entre nosotros.
Llegué al sanitario sin ganas de orinar sólo verme al espejo. Por el rostro de ambos hermanos sé que saben, o esperan que diga algo, pero no me seguirán al baño. Observo a la chica de la limpieza un poco más esbelta que yo, era demasiado flaca, «parece que la escoba era su hermana» Pensaba, me había vuelto algo sarcástica con el tiempo y mal humorada. Me miré al espejo con una risa burlona en su solitario chiste mental.
Mis ojos parecían desvelados, mi cabello negro parecía sin brillo y disparejo, algunos cabellos me tocaban el hombro, lo demás era perfecto, un fino maquillaje micro quebrado por el “ataque”, me las arreglaría si preguntan dónde mierda está Sean y qué hace sola.
La mujer de la limpieza salió del sanitario arrastrando un bote con ella cuando se fue me acomodo bien el pantalón para que no se marcaran entre las piernas como le ocurre a cualquier chica, sigo con calor. Tabasco suele ser caliente y en tiempo de fiestas comúnmente en invierno suele ser un poco frío.
Mi especie siente el frío, pero lo tolera, incluso podría nadar sin ropa en los polos, pero no tengo ese puto: tacto de sangre. Decido ir a ordenar un tequila antes que terminara todo y que sepa que todo se fue a la mierda, me desespera el no saber.
Salí deprisa del sanitario, al llegar vi a los extranjeros jugar el billar con las cervezas puestas sobre una mesilla cerca de la mesa de juego, se sentó en la barra para pedirle a Dandecito lo que deseaba beber, él me miró con una sonrisa.
—Tequila. —menciono respondiendo con la misma sonrisa.
Dante tiene ese cuerpo musculoso limpiando vasos, que no sé si se usan muy seguido.
— ¿Sean? — preguntó Dante con su cabello teñido, sacando una botella tequilera con esos enormes brazos que a cualquier mujer le encantaría un apretón— ¿Siempre vienes con él?
—A veces— respondí. —Después de estar con la familia y de compras.
No sabe nada, no le han dado noticias, está más perdido que yo.
— ¿Paso algo? — preguntó y colocó el tequila frente a mí.
Yo tardé en responder mirándolo a los ojos, notando que tenía un aspecto moderno cuando vio que usaba labial suave como cantante de k-pop, bebí su tequila observando otra vez a los extranjeros. Había llegado al punto de estar, como antes, sola.
—¿No te han llamado? —pregunté, me puso cara de no, luego miré a Dandecito tampoco sabe nada.
—Gea, nunca me dicen nada, sólo estar aquí, esperando… órdenes como tú esperando… lo que sea que esperas…— el barman Dandecito responde como chiste, algo raro encogido de hombros. — Geal.
Dice mi nombre completo.
—Todo estará bien. — la voz fuerte de Dante me hizo suspirar en una tranquilidad absoluta.
Tenía miedo.
—A lo que me refiero. — el barman para desviar la mirada de mi preocupación cambió de tema. —Dandecito y yo, podemos cuidarte las veces que quieras está es tu casa, trabajo con tu tío desde hace mucho tiempo.
En segundos observaron que los extranjeros peleaban en broma porque la chica había ganado.
Grita como si se la estuviesen cogiendo.
—¿Apostamos? — Dandecito le preguntó a Dante quien la miró de inmediato.
—¿Qué?
—Te apuesto un tequila, que la chica es inglesa y el chico es árabe, digamos que marroquí, y lo mejor de todo es que la mujer es judía, bueno no lo peor, pero es obvio. No quiere decir que sea racista.
Dandecito era muy racista, pero este pendejo no es tan racista como otros.
No podía estar equivocado, los dientes de una mujer inglesa son grandes, el acento la delató primero, el joven tenía mi tono de piel y la barba como musulmán, aunque lo raro era que estaban juntos. La rubia tenía el cabello largo con ciertos lunares por toda su cara, pero ambos estaban cubiertos hasta el cuello como deseando no mostrar toda su piel, la joven tenía una estrella de David.
Dante le dijo a su hermano que se callara, pero si estaba en lo correcto, pero no apostaría su quincena.