Llegan hasta una pequeña aldea donde se disponen a descansar, despliegan las tiendas para poder cubrirse del sol.
Este era un pequeño pueblo, casas de maderas y animales llenaban la vista, al fondo se podía apreciar apreciar la torre blanca que se encontraba en Fáttima, ahí donde habitaba el rey.
Este sería su último descanso, luego de partir de este pueblo les espera la entrada a la capital, donde empezarán a formar su futuro.
Una vez que armaron la tienda deciden cocinar, quien se dedica a esto era Melcifer, ya que perdió la apuesta, los demás se disponen a pasear por el pueblo, para distraerse y conocer, necesitaban despejar sus mentes, que se relajaran luego del largo viaje, solo les quedaría un viaje más.
Maron se lleva a Yael para ayudarlo a socializar y seguir con su enseñanza para que pueda sobrevivir, él se encontraba con su ojo tapado por una venda que estaba con tintes rojos para simular una herida, para que a nadie le pareciera raro verlo con el ojo tapado.
Hastel y Loren se van en dirección opuesta.
A lo lejos escuchan gritos, como si estuvieran discutiendo, al llegar a la provinecia de aquel sonido, ven que dos personas salen despedidas desde la puerta, caen cerca de Hastel y Loren.
—Malditos borrachos.
La puerta se vuelve a abrir y sale un chico moreno con el pelo plateado.
—Señorito Noban no es necesario, ya fue suficiente.
Un hombre de mayor edad trataba de frenar sus pasos tomándolo del brazo, pero era inútil su esfuerzo, no fue lo suficiente, baja las escaleras y se aproxima a las dos peronas que estaban tiradas en el suelo.
Aquellos hombres estaban muy golpeados, uno no reaccionaba, estaba tirado en el suelo boca abajo, el otro se reía mientras se tomaba el rostro con una mano para agarrar la sangre que salía de su nariz.
—Voy a matarlos malditos ebrios.
Hastel se acerca hasta ellos, ya que vio que era innecesario que les siga pegando debido al estado en que se encontraban estos sujetos.
Se pone enfrente de ambos para que Noban no se acerque más.
—¿Que estás haciendo imbecil?.
Noban lo mira con desprecio por interponerse en el medio.
—No entiendo que pasó, pero ya es suficiente, estos hombres ya están fuera de combate, no pueden ni si quiera ponerse de pie.
—¿Y a mi me debería importar? No tienes idea de que han hecho estos mugrosos borrachos.
—Tienes razón, no lo sé, pero tengo seguro que estaría de más que les sigas pegando.
—Muévete.
—Lo siento, pero no lo haré.
Hastel sonreía mostrando seguridad a su acto de valentía.
Noban trata de pegarle una patada, pero es detenido por Loren que saltaba a la acción cubriendo el rostro de Hastel.
—Asi que te defiende tu novio.
—Si, tiene un rostro muy lindo para que lo golpees.
Loren reía mientras sostenía su arma.
—Señorito Noban es suficiente, ya pasará a mayores.
—No me importa enfrentar a dos imbéciles que se creen defensores de los débiles.
—Ya no importa Señorito.
Noban observaba con odio a ambos, quería trasmitir su enojo, que se sientan intimidados, no podía ocultar su malestar, estaba furioso ya que se interpusieron en su camino, en lo que en su mente creía correcto.
Hastel deja de prestarle atención para ver como se encontraban aquellos hombres que había golpeado, le limpia la sangre junto con la ropa, esto hacia que Noban se enfurezca aún más, estaba lleno de odio.
—Bien, me largo.
Da media vuelta para irse.
—No les ira bien en la vida con esas actitudes tan blandas, todos los pasarán por encima, es estúpido que hagan esto por dos basuras.
—No, ya los golpeaste, ya entendieron por las malas, no pueden ponerse de pie, es suficiente, no tiene caso seguir golpeandolos.
—Asi de sencillo no es la vida, lo aprenderán por las malas, esos actos heroicos será lo que los condenaran a una muerte segura.
—Moriré, pero moriré feliz sabiendo que hice lo correcto.
—Imbecil. Me largo de aquí, si Hannabi me busca no le digas a donde me fui.
—Si señorito Noban.
Aquel joven de pelo plateado se aleja del lugar sin mirar atrás, pero tenía una aura asesina, de odio y enojo que enmanaba de su cuerpo.
—¿Que le pasa? Casi empezamos una pelea por ellos y estamos muy cerca de la capital, tenemos que tener cuidado con esto o no nos dejaran ingresar.
—Si, perdón por meterte en este problema.
—No te preocupes, yo no lo hubiera hecho, pero aún así me parece lo correcto.
—Gracias.
Hastel estiraba su mano para ayudarlo a ponerse de pie.
Máron estaba caminando con Yael, no dejaba de hablar y explicar todo con una sonrisa, su humor era bastante contagioso, hizo que también riera de forma automática, por momentos se olvidaba todo lo malo que había pasado en su vida, nada dolía ya.
—Máron, gracias.
—No hay nada que agradecer, ya eres libre, puedes hacer e ir donde quieras.
—No se que hacer.
— Te entiendo, hay millones de opciones y en tu vida tuviste muy pocas, te acostumbraras rápido.
—Me voy a equivocar.
—Seguramente, no temas al error, debes equivocarte, si no, jamás aprenderás nada.
Yael la veía con una sonrisa dibujada en el rostro, seguía pareciendo un sueño, ni en su imaginación hubiera pensando en una escena así, había superado sus expectativas.
Máron ze acerca hasta un anciano y una mujer wue estaban descargando bolsas en una tienda, antes que el anciano vuelva a caminar ella toma la bolsa y la acerca a la tienda, así ayuda a bajar todo.
—Muchas gracias jovencita, ten.
Aquel anciano le da dinero, al igual que la mujer, al parecer su nieta, recibe de ambos y ella muy amablemente los toma.
—Gracias a ustedes. Que linda tienda que tienen, ¿Les va bien?.
—Si debido a que estamos en el camino de los estudiantes tenemos muchas ventas, durante el año no tanto, comparado con los ingresos a Melisma, pero se sostiene.