— Hija, es mentira, nunca me caí de las escaleras en mi boda, solo era una broma, queríamos saber si seguías llorando por nada —Oscura decía estas palabras mientras retenía una carcajada, al parecer les gustaba ver sufrir a su niña.
— Oye, oye, solo fue una broma —dijo Kilian mientras la abrazaba y después le limpió las lágrimas.
— Vaya, qué tierno —soltó Oscura mientras veía al par de tórtolos.
— Ustedes como siempre —dijo Arlet tratando de volver a tomar la compostura, tomó un sorbo de té para calmar las ganas de llorar, Kilian hacía pequeños masajes en su espalda y al rato a la chica ya se le había pasado.
— Ah... Se me había olvidado, quería hablar con ustedes por la cuestión de la misión que se está creando para los mundos aliados, dicen que mandarán a algunos recién graduados a una misión de rango tres, ¿ustedes irán? —habló Brais con un tono serio.
— ¿Cómo van a ir si se van a casar? —preguntó Shon con un tono serio.
— No tenemos alternativa, mi padre es quien está al mando de la misión, aunque dicen que es de rango tres me dijo que no es tan peligrosa, es solo vivir por un tiempo en un planeta llamado Tierra, serán solo diez años, algo que no tomará mucho tiempo, ya que para nosotros aquí el tiempo que nos tomará será solo de un año —explicó Kilian con un tono bastante serio que dio algo de confianza en los padres de Arlet.
— Además, nos llevará prepararnos un año, así que no será precisamente después de la boda, tendremos tiempo para estar juntos —añadió Arlet mientras partía un poco de su pastel.
— Bueno... Espero que todo salga bien —soltó el señor Shon algo preocupado.
— Todo saldrá bien, cuidaré de Arlet como lo he hecho en estos años, no se preocupe —tranquilizó Kilian.
Después de otras cuantas horas en las que siguieron hablando, Brais convidó a la pareja a dar un paseo por aquel extraño bosque, de la nada Arlet y Brais soltaban gritos que hacían ecos en las profundidades de la espesa naturaleza, Kilian algo confundido decidió sentarse debajo de un árbol, observó que había un pequeño ser acostado en su hombro, parecía ser una criatura muy diminuta, como del grande de su pulgar, tenía un aspecto de una mujer:
— ¿Eres una criatura de la naturaleza? —le preguntó a aquel ser.
— ¿Tienes fruta? —preguntó ella sin dejar aquel cómodo hombro de Kilian.
— Tengo dulce, pero no creo que lo puedas comer, son muy grandes, podrías pasar un año entero tratando de acabarlo y se te sería imposible —sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña cajeta roja y de allí tomó una pequeña esfera del mismo color, para él no sería un problema meterlo a su boca y saborearlo hasta que se derritiera, aunque como se lo había explicado al ser, lo dudaba mucho por ella.
— ¡Dámelo! —ella voló hasta la palma de la mano de Kilian que estaba desplegada a la altura del pecho del joven, ella tomó la pequeña volita roja y la abrazó, Kilian bastante consternado siguió observando a aquella criatura que posó sus labios en el dulce y de la nada este empezó a succionarse por los labios del ser. A los pocos segundos ya no había nada.
— ¿Cómo hiciste eso? —preguntó Kilian en un hilo de voz.
— ¿Me puedes regalar otro dulce?, están deliciosos —pidió la criatura.
— Es que son de mi mujer, ella es quien los come y son difíciles de conseguir —se excusó Kilian.
— Ah... Qué tristeza, me gustaron mucho.
En aquel momento Arlet y Brais llegaron a donde estaba Kilian:
— ¿Qué haces aquí?, creíamos que te habías perdido en el bosque —dijo Arlet sentándose a su lado, dejaba salir jadeos, al parecer habían corrido como locos por todo el bosque.
— Estaba hablando con un hada —explicó Kilian llevando su mirada a su mano que seguía desplegada en el aire como su sostuviera algo en la palma.
— ¿Hada?, ¿un ser del bosque? —preguntó Arlet y miró a todos lados— ¿dónde?
— Aquí —Kilian miró la palma de su mano, pero ya no estaba—. Bueno, hace unos segundos.
— Vaya, me hubiera encantado ver una, nunca he visto una —soltó Arlet con un tono de decepción.
Como allí no existía noche, solo se guiaban por la hora, Arlet durmió al lado de Kilian, le encantaba hacer reposar su cabeza en el pecho de su amado y escuchar su respiración, era algo que en cierta forma la relajaba.
— Cuando nos casemos quiero tener muchos hijos —dijo Arlet en un susurro.
— Pero si estamos muy jóvenes.
— Lo sé, pero quiero tener muchos hijos contigo.
— Sabes que es un tanto difícil para nosotros, no es como que nuestras razas se reproduzcan tan fácilmente, mira que tus padres llevan tantos años viviendo y solo han podido tener dos hijos, aunque eso para nosotros son muchos —dijo Kilian.
— No quiero eso, ¿qué tal que podamos tener cuatro hijos?, eso sí lo podríamos llamar muchos hijos —hubo un momento de silencio— ¿sabes? —prosiguió Arlet— en el planeta Tierra se les hace muy fácil reproducirse, pueden tener hasta más de diez hijos, y eso que su lapso de vida es muy corto, ellos viven lo que yo viví en mi infancia, dicen que vivir cien años es mucho tiempo, y qué cosa, en menos de cincuenta años ya han tenido diez hijos —Arlet dejó salir una pequeña carcajada.
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Editado: 15.02.2024