El viaje había sido silencioso. No me llevaba mal con Valeria, pero no éramos amigas, era algo callada, y yo no tenía ánimos para hablar. Quizás ella tendría más posibilidades de hacer amistades en el Peregrinno, incluso podría tener pareja. Era guapa, delgada, rubia, sencilla, con facciones finas, y tenía entendido que era muy buena alumna.
Tenía planeado volver a casa en menos de una semana, este lugar no era para mí, y jamás lo sería. Muy clásico entre los millonarios de Europa, mandar a sus hijos a una escuela privada, y con clase, pero sobre todo, lejos de sus hogares. Patético. Pero entre los mafiosos era algo casi obligatorio, era un cliché. Los hijos, en especial las hijas, éramos una carga, un punto débil en sus imperios, era normal deshacerse de nosotras al cumplir cierta edad.
Aunque en un año y tres meses, cumpliría los dieciocho, no tenía planeado esperar tanto tiempo para salir de este encierro.
– Señoritas, hemos llegado.– El chófer nos miró por el espejo retrovisor.– Enseguida saco sus maletas.–
Nos abrió la puerta. Abrió la puerta a un nuevo capítulo de mi vida, a una nueva yo, a la que haría de todo por sobrevivir a esta prueba puesta por mi familia.
El lugar era imponente, muy grande, antiguo, con estatuas de gárgolas y ángeles, tenía muchas torres aparentemente, era casi obvio que antes fuese un castillo. Estaba casi en la nada, salvo por un frondoso bosque que yacía detrás de este. Desprendía una atmósfera de soledad y misterio.
Las nubes grises y el aire frío advertían una fuerte lluvia. Miré al cielo, y una gota de agua calló sobre mi rostro. Buena bienvenida.
Caminamos rápido hacia el interior del que, a partir de ahora, comenzaba a ser mi hogar.
Una señora que intentaba esconder su edad bajo consideradas capas de maquillaje nos dio la bienvenida.
– Buenas tardes, deben ser las nuevas. ¿Lilith D'angelo y Valeria Carusso?.–
Ambas afirmamos con un discreto movimiento de cabeza.
– Acompáñenme.– La seguimos en silencio y con la cabeza agacha, al menos yo.– Si me aceptan un consejo, les digo que estén a la viva, esto es como una selva, se cumple totalmente la cadena alimenticia.–
Como todos los colegios, este por más diferente que fuera, para mi era igual a los demás. Pero prefería mantener un perfil bajo, por ahora.
– Gracias per....–
– Gracias tiene toda la razón, soy muy extrovertida, pero me da vergüenza, es mi primer día e intento estar al margen.–
Este carácter de Valeria era nuevo para mí, todo de ella era nuevo para mí. Quizás sí nos podíamos llevar bien, a fin de cuentas, habíamos venido juntas a esto.
– Haces bien.– Nos abrió la puerta a un enorme estudio, donde nos esperaba la que sería la directora.– Pueden pasar, las dejo en buenas manos.–
Ambas pasamos y nos sentamos en los grades asientos que habían frente al escritorio.
– Buenas tardes, bienvenidas oficialmente al Peregrinno.– Era joven, tendría cuarenta y tantos años, cabello castaño y ojos cafés.– Soy Bianca Messina, su directora y tutora en este lugar.– Se levantó de su asiento, era alta.– Denme un segundo.–
Caminó hacia una estantería con libros y tomó con delicadeza uno que no parecía liviano.
– Este es el reglamento, lo pueden leer si quieren, más tarde. Ahora solo les diré lo básico.– Se sentó y nos miró a ambas.– Veo que traen sus uniformes correctamente, no parece necesario que aclare esa parte. Será una habitación para tres chicas, por supuesto, el ala de las chicas y la de los chicos está sumamente separada y vigilada 24 horas, por el personal. Compartirán cuarto con Antonella Bianchi, es muy buena alumna, y podrá ayudarlas a que se adapten a esta nueva vida. Está demás decir que es obligatoria su asistencia a las clases como a la misa...
– Perdón, pero soy atea.–
No sé porqué dejé escapar eso. Por un momento olvidé lo de no llamar la atención.
– Oh querida, lo siento, pero está en las normas, quizás debas empezar a creer desde ahora.–
– Por una alumna que falte creo que no se notará la diferencia.–
– Ese es el problema, que sería una alumna, se notaría mucho, créeme. Me podrían acusar de soborno y negligencia, los padres de todos los alumnos son personas reconocidas y con dinero, si quisieran me pondrían de patitas en la calle. Y creo que no valdría la pena.–
Por mi mente pasó la gran idea de contraatacar, pero eso solo pondría las cosas algo complicadas para mí.
– Bien, las acompañaré a sus habitaciones para que se instalen.–
La seguimos por los pasillos y escaleras de la enorme construcción, supuse que ne perdería muy seguido y llegaría tarde a varios salones.
– La hora de baño comienza a las cuatro de la tarde, culmina a las seis, entrarán según su semestre y por orden de habitación. La hora de la cena empieza a las seis y media y termima a las ocho. Será en la cafetería que está en el primer piso. No habrán muchas actividades extraescolares, puesto que los alumnos no se lo han ganado. – Dejó de caminar.– Esperen un momento, vuelvo enseguida.–
Caminó por el amplio pasillo y la perdimos de vista.
– Pobres personas que tengan que limpiar todo esto.–
Valeria sonrió incómoda.
Lo había olvidado por completo. Su madre era la encargada de limpiar mi casa. Me sentía avergonzada.
– Perdón. No fue mi intención hablar así.–
– Descuida, no pasa nada.–
– Sí, sí pasa. Sabes que tu madre se ha portado muy bien con mi familia y conmigo.–
– Lo sé, pero no quiero que limpie pisos y friegue platos toda su vida. Tengo que aprovechar esta oportunidad e intentar superarme.–
– Lo harás. Estoy segura. Si mis planes salen bien y logro irme, prometo que te quedarás aquí. Mereces esto.–
– Gracias.–
Sonó el timbre, y en cuestiones de segundos, los pasillos estaban repletos de alumnos que hablaban y me miraban sin disimulo. Andaban en grupos grandes, tenía razón en lo de la cadena alimenticia, salvo por la excepción de que yo era un hueso muy difícil de roer, eso lo tenía claro.
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Editado: 08.10.2021