Get Me Out Of Hell (sácame del infierno)

Five: Secretos y tratos.

Clarisa


 

Eso de verdad pasó, no lo puedo creer.

Cuando me levanté al otro día después de ese incidente creí que todo había sido un sueño, claro, hasta que el jodido vecino de otro mundo me acorraló en el ascensor y me hizo caer en cuenta que todo fue real.

Tan real como que casi me orino en mis pantalones.

Aún no puedo sacar de mis sueños —o más bien pesadillas— su rostro deformado. 

No puedo. 

Me levanto cada noche sobresaltada y me siento sofocada, como si algo me oprimiera el pecho.

No he hablado con nadie y en el trabajo trato de pasar lo más que pueda desapercibida, aún cuando Joshua no me lo pone fácil.

Copito ha notado mi extraño comportamiento y cada noche se duerme conmigo como un fiel compañero, admito que su presencia me brinda un poco de seguridad y paz.

Estoy acostada en mi sofá escondiéndome en mis sabanas, no quiero salir, no puedo salir.

Jonny, el chico que suple mi trabajo en la empresa de mi abuela, ayer me llamó para comunicarme que mi querida madre había llamado y dejó dicho que dentro de poco vendría para poner todo en orden.

Ahora mismo los problemas con mamá me parecen lo más insignificante de este mundo.

No puedo sacar esas imágenes de mi cabeza, sus palabras posesivas y todo lo que me dijo. Soy un sacrificio, Joder, no creí que moriría tan joven porque vamos, no es que tenga muchas esperanzas contra un demonio o lo que sea que es ese hombre.

Sólo me queda rezar y rogar porque no vuelva a dirigirme una mirada.

¿Por qué a mí?

Digo, hay mucha gente allí afuera.

Esto definitivamente es una conspiración. 

Miro el techo de mi sala como si fuera lo más interesante.

—Ya te dije porqué.

Grito y caigo al piso por mi movimiento brusco.

En mi cocina está nada más y nada menos que el ángel —alias el demonio—. Giro mi cabeza en todas las direcciones hasta que veo en la mesita del centro un trofeo que compré en una venta de garaje, lo apunto con este, sin embargo él sonríe tocando cada espacio de mi cocina.

—Vete de aquí antes de que llame a la policía —trato de sonar intimidante pero por su expresión es obvio que no me salió ni un poco.

—No lo harás —asegura, me indigno y tiro el trofeo en su dirección sin que se lo espere, de todas formas logra esquivarlo.

Cuando vuelve a verme se le nota sorprendido.

»Admito que no esperaba eso.

Ahora me quedé sin arma y él se acerca despacio hacia mí.

—Vete por favor —utilizo me última carta: la dignidad al suelo y hora de rogar.

—No te haré daño, Clary —susurra sin detenerse—, no por ahora.

Frunzo el ceño.

—Vaya, eso me tranquiliza tanto.

—No seas sarcástica —me reprende.

—Puedo ser como me de la puta gana, imbécil. Ya me estás hartando así que lárgate de una vez.

Detiene sus pasos, observo sus ojos que ahora lucen oscuros en su totalidad. En un segundo lo tengo frente a mí sin darme la oportunidad de correr hacia otro lado. Sus brazos me aprisionan rudamente quitándome cualquier escapatoria, siento su susurro en mi oreja antes de que mi cuerpo vuelva a experimentar la misma inmovilidad de esa noche.

Oh Dios, no.

—Ahora vamos a hablar.


 

*****


 

—Déjame ver si entendí bien. ¿Necesitas mi alma para poder vagar en la tierra siempre que lo desees?

—Demoraste mucho para algo tan simple.

Abro mi boca indignada. Siempre he sido lenta captando las cosas, no es mi culpa.

Recapitulando lo que sucedió, al final accedí a escucharlo porque de todas formas no tenía opción y era preferible cooperar, no quisiera ver su lado demoniaco otra vez.

Él me contó la razón por la que me necesita, lo cual es bastante obvio dado por el hecho de que los demonios según las películas y los libros se alimentan de las almas de los humanos.

Lo que no comprendo es por qué específicamente tenía que ser la mía.

Todo su resumen suena a película barata.

Lo veo enarcar una ceja mirándome fijamente, es entonces que caigo en cuenta que él puede escuchar mis pensamientos.

Algo que también me molesta de sobremanera.

—¿Y si no quiero? —ya está, lo dije. Cierro mis ojos sin ser capaz de mirarlo, me da miedo su reacción y por si fuera poco aún no tengo el control sobre la movilidad en mi cuerpo.

—Clarisa, esto no es de querer o no. Es lo que te tocó. Yo te elegí y cuando un demonio elige no hay nada que se pueda hacer —susurra suavemente.

Joder.

¿Cómo es posible?

O sea que sólo viví estos veinte años para que un loco viniera a robarme lo que queda de ella.

Estoy comenzando a enojarme.

Frunzo mi ceño y abro los ojos mirándolo con determinación.

—¿No se supone que los demonios deben tener el permiso del huésped para tomar su cuerpo o alma? —pregunto. Puede sonar a que he visto muchas películas pero algo de verdad deben contener.

El demonio esta vez sube ambas cejas y después de unos segundos sus comisuras de curvan hacia arriba dándole una expresión cínica.

—¿Y para qué crees que era el culto?

—¿Ah? ¿El cult... —oh mierda.

Me pongo nerviosa en un santiamén.

¿Qué?

¿Ese culto no era sólo para que saliera del infierno?

—No sólo era para eso, Clary —lo miro sin entender pero con el miedo desbordando por lo que sea que pueda decir a continuación—. Todos los que estuvieron en ese culto aceptaron darme sus vidas. ¿No creerás que los asesiné porque sí? Apenas yo emergí del infierno todas sus almas se transfirieron a mí y me dieron la apariencia de la que ahora gozo.

Mierda.

Mierda.

¡¿Por qué carajos fui?!

Lo que queda de mi vida me la voy a pasar lamentando haber aceptado ir a esa estúpida fiesta.

El demonio sonríe burlón y se acerca a mí. Ambos estamos en el sofá de mi sala de estar pero ahora él se encuentra demasiado cerca de mi costado.



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En el texto hay: comedia, romance, demonio

Editado: 06.01.2022

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