Despedida
Kaia
Ya han pasado doce días desde que les conté a mis padres mis planes y he de decir que ha sido difícil hacerles entrar en razón, mi padre estuvo una semana sin hablarme hasta que por fin logro comprender que no iba a cambiar mi decisión.
Mi madre por otro lado se ha mostrado un poco mas comprensiva con la situación, y aunque se que le cuesta dejarme ir se lo ha tomado con más calma.
Estoy a dos días de partir y no puedo evitar que me carcoman los nervios cada vez que pienso en mi partida, porque si bien ha sido mi decisión, no estoy acostumbrada a estar sola en un lugar desconocido para mi donde tengo que empezar de nuevo. Cada vez que lo pienso intento convencerme de que esto va a ayudarme a salir del hoyo de sentimientos que me embargan a todas horas y eso me da fuerzas para seguir a delante con mi decisión.
Cuando pensé en el lugar al que me gustaría ir imagine un sitio tranquilo, rodeado de naturaleza y alejado de la ciudad, por eso escogí Delfos, un pueblo en Grecia situado en las montañas y apartado de la gran civilización. Me gusta pensar que allí encontraré la paz que necesito para ordenar mi mente y mis sentimientos.
Mientras sigo dándole vueltas a millones de cosas, sigo empacando las maletas hasta que mi madre entra a mi habitación.
—Hola hija ¿Cómo vas con los preparativos? —Pregunta mientras se sienta en la cama para hacerme compañía.
—Bien mama ya casi termino, solo me faltan las últimas cosas por meter. —Digo mientras acomodo todas mis pertenencias en la maleta.
—Por cierto, no te pregunté, ¿Dónde te vas a hospedar en tiempo que dures allí? ¿En alguna residencia de estudiantes o un piso compartido?
—No mama, es un pueblo pequeño, ni si quiera hay residencia de estudiantes. —Digo con un ligero tono divertido en mi voz. —Estuve buscando que opciones tenía y encontré una casa muy pintoresca a las afueras de la ciudad. Al parecer una señora mayor vive sola allí y como la casa es bastante grande necesita un poco de ayuda. Me ofreció quedarme allí a cambio de ayudarla un poco con la casa, así no tendré que pagar alquiler.
—¿Estás segura de esto hija? —Su rostro se transformó y pude notar en su rostro un gesto de preocupación—No me da mucha seguridad que vayas a una casa con alguien que no conoces de nada y encima a las afueras del pueblo.
—Mama, es una señora mayor, dudo mucho que sea peligrosa. —Un tono de mofa cubrió mi voz mientras hablaba. —Además he hablado con ella varias veces y parece una persona bastante agradable, simplemente necesita un poco de ayuda y compañía.
—Bueno... confió en que hayas elegido bien. —Puedo notar aun un poco de preocupación en su mirada. —Y espero que no te olvides de nosotros y que nos llames todos los días. —Lo dice con un tono serio, pero puedo notar la diversión en su voz.
—Sabes que no podría olvidarme de vosotros, os quiero tanto... Se que os voy a echar de menos. —Le digo mientras la abrazo y a las dos se nos empañan los ojos por las lágrimas.
—Toc toc ¿Acaso había reunión familiar y yo no me he enterado? —Papa aparece por la puerta y se acerca a nosotras, le abrimos los brazos para que se una a nuestro abrazo familiar.
Pasamos un rato abrazados los tres y yo solo puedo pensar en lo cálidos que se sienten los brazos de mis padres rodeándome y en lo mucho que los voy a extrañar, en lo mucho que voy a echar de menos todos estos momentos que, aunque fuese por un mínimo instante, me hacían desconectar de la realidad en la que vivía.
(...)
El día ha llegado y estoy tan ansiosa que no paro de temblar. Por una parte, estoy emocionada porque esto es algo nuevo para mí, pero por otra parte no puedo dejar de pensar en lo que me deparará estando allí, no se si seré capaz de hacer amigos o al menos de encontrar a alguien con quien entretenerme y hablar, tampoco se si conseguiré mi verdadero propósito al viajar allí. Lo que si se es que ya no hay marcha atrás y que solo me queda seguir para adelante.
Salgo de mis pensamientos y me volteo para despedirme de mis padres, puedo notar como mi madre contiene las ganas de llorar y se que mi padre, aunque se haga el duro, tiene tantas ganas de abrazarme como yo a él.
No puedo aguantar mas y me tiro encima de él dándole un fuerte abrazo.
—Te quiero mucho papa, no te preocupes por mí, estaré bien. —Le susurro al oído.
—Sabes que eres la niña de mis ojos, te vamos a echar de menos hija. —Noto como se le quiebra la voz, pero se recompone rápidamente.
—Lo se papa, yo también os voy a extrañar. —Le digo mientras me separo de el para girarme hacia mama. —Ven aquí mama no llores. —Nos abrazamos fuertemente y no es hasta que noto la humedad en mi hombro que no me doy cuenta de que está llorando a mares.
—Te amo hija, llámanos todos los días por favor y si tienes algún problema háznoslo saber. —Se separa de mi mientras se seca las lágrimas de los ojos.
—Si, no os preocupéis—Digo con la voz quebrada—Me mantendré en contacto con vosotros y...
—Último aviso a los pasajeros del vuelo JA639 con destino Grecia, por favor embarquen por la puerta 5A. —Interrumpen por megafonía llamando a los pasajeros de mi vuelo.
—Ya es hora de irme si no quiero perder el vuelo, os amo mucho, no os preocupéis por mí, nos mantenemos en contacto. —Me giro sin decir nada más y sin dar otra mirada hacia ellos ya que se que si lo hago no se si tendré la fuerza necesaria para irme.
Camino lentamente hacia la puerta de embarque y ese fue el preciso instante, en el que, sin yo saberlo, me cambió la vida por completo, nada volvería a ser como antes después de subir a ese avión y, aunque yo no lo sabia aun, lo que había vivido hasta ahora, no era nada comparado con lo que se venia a partir de ese momento.
(...)
Después de cuatro horas de vuelo, las cuales pase perdida en mis pensamientos, llegamos al aeropuerto internacional de Atenas. Una vez bajamos del avión me dediqué a buscar mis maletas para luego dirigirme a la salida. Una vez fuera me dispuse a buscar la estación de autobuses que estaba al lado del aeropuerto porque no señores, mi viaje aun no acababa.