Sospechas
Elian
Me encuentro apoyado en un árbol situado en el límite del bosque que colinda con el vecindario más reconocido del pueblo. Mantengo mis manos hechas puños en los bolsillos de la sudadera y la capucha cubre mi cabeza creando una sombra algo siniestra sobre mi rostro.
Desde mi posición puedo ver el cúmulo de gente que se amontona en la parte trasera de la casa de la que cuelga el cuerpo. No me conviene que haya otro asesinato a pocos días de la muerte de Adara pero que puedo hacer, es algo imposible de controlar. Soy experto en eliminar las pruebas y el rastro que los pueda llevar a mí, llevo mucho tiempo haciéndolo, pero nadie es perfecto y un pequeño error u olvido me puede llevar al bote.
Ni la sangre ni el cuerpo sin vida provocan algún efecto en mí. Los años me han hecho inmune a este tipo de panoramas, llevo años viéndolo y viviéndolo de cerca. La mayoría de personas se escandalizarían y me tacharían de inmoral o insensible pero eso es algo que me trae sin cuidado. Hace mucho tiempo que me dejó de importar lo que piense la gente.
A lo lejos puedo ver como la recién llegada aparece corriendo junto a otra muchacha y cuando llegan al perímetro que ha creado la policía parece que se quedan petrificadas.
Fijo mi mirada en ella y aprieto la mandíbula recordando las veces que la he visto husmeando y metiéndose en lugares que no le incumben en los pocos días que lleva aquí. Tengo la certeza de que va a ser un problema del que tendré que ocuparme si no cesa sus actividades investigativas.
Me doy la vuelta y me adentro en el bosque sin rumbo fijo. Recuerdos de mi infancia invaden mi mente. Recuerdo que en aquel entonces era un niño despreocupado y feliz. Si alguien me hubiese dicho que mi vida iba a cambiar tanto como lo ha hecho en estos últimos años no lo hubiese creído.
Soy muy consciente de que mi libertad peligra cada día y a cada paso que doy, sin embargo, es algo que está fuera de mis manos.
Encuentro un pequeño claro en el bosque y camino lentamente hacia allí. Me apoyo en una gran roca que se encuentra a un costado y saco la cajetilla de cigarrillos que tengo guardada en el bolsillo delantero de los vaqueros.
Lo enciendo y doy una calada con los ojos puestos frente a mi sin mirar un punto fijo.
Kaia
Tras lo sucedido, la policía tuvo que despejar el área ya que se estaba acercando demasiada gente y eso les dificultaba el trabajo. Además, supongo que querían evitar que la noticia se divulgase por el pueblo y la gente entrara en pánico. Y aunque esa fuese su intención, estaba segura de que al menos la mitad del pueblo ya tenía conocimiento de lo sucedido.
Como pude ayudé a Elie a levantarse y casi la tuve que arrastrar hacia su casa. Una vez llegamos al salón la ayudé a sentarse sobre el sillón ya que parecía no poder mantenerse en pie debido al estado de shock en el que se encontraba.
Ahora me encuentro en la cocina preparándole un té para que se calme un poco. Mientras espero que el agua se caliente dirijo una mirada en un rápido vistazo hacia donde se encuentra y la veo exactamente en la misma posición en la que la dejé. Cuando escucho el pitido del calentador vierto el agua en una taza y meto una bolsita de té de manzanilla.
Me dirijo hacia el salón a paso lento para evitar derramar el liquido en el suelo y tras dejar la taza en la mesita que se sitúa frente al sillón tomo asiento al lado de Elie.
Llevamos media hora sentadas en la misma posición y lo único que rompe el silencio son los pequeños sorbitos de Elie al beber. Nos hemos mantenido mirando a la nada y perdidas en nuestros pensamientos y no sé que estará rondando por su cabeza. Sin embargo, yo he tenido tiempo para pensar las cosas y por más que le doy vueltas lo único que brilla en mi cabeza es la palabra asesinato. Cualquiera podría pensar que ha sido un suicidio, quiero decir, según lo que nos contó el otro día en la cafetería, sus padres no llegarían hasta la semana que viene ya que se encontraban en un viaje de negocios. Y que mejor momento para cometer un acto así que no tener alguien alrededor que te pueda frenar.
Por otro lado, ese no parecía ser el modus operandi del asesino que había estado rondando el pueblo este ultimo mes. Por lo que me dijeron los chicos y las noticias publicadas por el cuartel de policía en los periódicos, parece que esta persona actúa en la calle, raptando a sus víctimas para luego cometer el homicidio.
A pesar de todos esos motivos tengo mis razones para pensar que no ha sido un suicidio. Para empezar, no parecía una chica con grandes problemas, se veía alegre y extrovertida, siempre con una sonrisa en la cara. No soy la más indicada para opinar sobre ello ya que apenas traté con ella un par de días y, además, por mi propia experiencia sé que alguien puede lucir una sonrisa impecable y risueña en su rostro mientras se desmorona por dentro.
Lo que me hace pensar que no era capaz de quitarse la vida es la transparencia que transmitían sus ojos, su mirada era verdadera y parecía libre de muros y barreras. Siempre he tenido la habilidad de saber interpretar las miradas y los gestos de las personas y ver más allá de lo superficial cosa que a veces es de gran utilidad, como ahora. Con los años he aprendido que esa frase que dice que los ojos son el espejo del alma no puede ser más cierta y, aunque suene extraño, su mirada no parecía esconder secretos.
La imagen del cuerpo lleno de magulladuras me viene a la cabeza y siento como mi corazón se salta un latido al recordar tan escalofriante escena. Mi instinto me dice que los cortes que bañaban su cuerpo fueron hechos por alguien más y el hecho de que estuviese desnuda y a la vista de todo el mundo me hace reafirmarme en mi suposición.
Giro la cabeza hacia Elie. Su rostro luce algo hinchado y ha tomado un color rojizo de tanto llorar. Veo como sostiene la taza con una mano mientras que limpia las lágrimas que caen por su mejilla con la otra. Se que no es el mejor momento para contarle mis sospechas porque se ve bastante afectada, y no es para menos, era su mejor amiga y habían crecido juntas.