Dicen que mientrás más ignoras, más feliz puedes vivir, pues si, yo viví muy feliz hata que conocí la verdad. Fueron varios años en los que soporte una vida que no deseaba llevar. Hasta que llegó el día, dónde tuve una fuerte discusión con quién yo admiraba y términe huyendo de ahí. El hecho de escapar, me trajo como consecuencia, dejar a las personas que más amaba. Pero no tenía de otra, así que en contra de todo lo que debía hacer, me fui. Me fui y dejé todo atrás. Salí con apenas lo que tenía puesto, y mi teléfono. Sabía que iban a localizarme, así que lo vendí en esos lugares dónde compran móviles para revenderlos. Después de eso, establecí lo que debía hacer en orden:
* Buscar empleo.
* Buscar un lugar dónde vivir.
* Empezar una nueva vida.
Aunque parecía simple, para mí no lo era. Nunca he trabajado en mi vida, tampoco había tenido una necesidad. Pero si deseaba cambiar el rumbo de mi vida, tenía que empezar a hacerlo. Me dije a mí misma: "Gina. Vamos a lograrlo!" Y con una mente positiva, empecé a caminar, en un lugar que ya se encontraba lejos de lo que yo había considerado toda mi vida, mi hogar. Ya no recuerdo, cuánto tiempo caminé buscando empleo, resulta que para que trabajes debes tener experiencia, y es precisamente eso, lo que yo carecía.
Ya se estaba haciendo noche, así que, decidí sentarme cerca a un parque que se encontraa a la pista, las cosas se veían muy complicadas, si continuaba así, probablemente moriría de hambre muy pronto. Volver a casa, no era una opción. Debía de enfrentar mi situación, mi terrible situación. Como alguien dijo alguna vez: "Siempre hay una luz, al final del túnel." Parecía que mi túnel apenas estaba empezando, pero todo era mejor que ir por el mal camino.
Me dije: "Sólo necesito fuerzas, descansaré un poco y continuaré, además Dios nunca abandona." Con las nuevas fuerzas, pero debo aclarar que eran solo mentales ya que mi cuerpo realmente estaba destrozado por la caminata". Seguramente después de eso caí dormida, miéntras estaba sentada en el anco del parque hasta que me despertó una señora.
-Hola..- Me dijo con cautela.- Hija, estás bien?.- Era una señora de edad algo avanzada, estaba con un mandil de cocina. Tenía un rostro de una buena persona, y si me preguntan como lo sabía, es que de alguna manera todos detectamos si una persona tiene buenas intenciones.- ¿Tienes hambre?
Algo desconcertada, moví la cabeza de forma positiva.- Sí, teno hambre.- Acepté al final.
-Ven.- Me dijo, sujetandome la mano, solo la seguí. Ya sé, ya sé! No debería de seguir a extraños, pero si alguna vez sintieron que sus intestinos van a comerse en cualquier momento, hubieron hecho lo mismo. Me llevo casi por unos veinte metros a un carrito de comida que estaba en el mismo parque.
-Sientate.- Me dijo señalando una de las mesa de plástico.
-Eh, gracias.- Le dije sonriente.- Pero, perdone, no traigo dinero.
-Entonces, traerás suerte.- Me dijo, mientrás entraba al área que es dónde supongo que esta la cocina.
-¿Cómo?
-Mi abuela decía: "Nunca niegues a alguien alimento, porque si no trae dinero entonces te traera suerte."
-Ay! Señito, si suerte es lo que menos traigo ahora.
-Todos tenemos suerte, porque la suerte es la bendición de Dios. Y Dios, de nadie se olvida.
-En eso, usted tiene la razón. Sólo que, creo que hoy si me descuido.
-Él que esta arriba, sabe porque hace las cosas.- Me dice mientras sirve lago en un plato.
-Bueno.- Veo como se acerca a mi con dos platos en la mano.- Wao! Eso es demasiado.
-No son para ti.- Me dice sonriendo.- Es solo uno. Yo cenaré contigo.
-Muchas garcias.
-¿De que?.- Me sonrié
-Por la comida y la compañia.- Le devuelvo la sonrisa
-Y dime, pequeña. ¿Que haces durmiendo en un parque?
-No encuentro trabajo, y no tengo dónde dormir.
-Y tu casa?
-Ya... Ya no tengo casa.- Me pone triste, saber que no tengo ni un sólo lugar en el mundo a dónde pueda ir.
-Y tus padres?.-Esa pregunta ya se venía venir.
-Pues, es una larga historia.
-Bueno ya en diez minutos cerramos aquí, que te parece si me la cuentas mientrás comemos.
Quizá no debí decirle, quizá estuvo mal. Pero, necesitaba desahogarme, con todo eso encima de mí me sentía mal y sola. Además, no existía ni rastro de que fuera mala persona. Así que, po confianza adquirida ese momento le dije:
-Esta bien.
-Muy bien, y cuál es tu nombre?
-Soy Gina, Gina Méndez.
-Yo soy Gussy.
En ese día y en mi momento más difícil, conocí a mama Gussy. Pasaron los días, mama Gussy me dio asilo en su pequeña casa, me ayudo a buscar trabajo y lo conseguí. Empleo para, lavar platos. Pero estaba bien, era un buen empleo, pero lo que me pagaban no era tan bueno, debido a mi falta de experiencia, sin embargo, me alcanzó para pagar un cuartito pequeño de baño compartido, al final ya estaba viviendo una vida real, fuera de lujos y comodidades. Haciendo una lucha constante como todas las personas del mundo con un empleo digno. Estuve muy bien, o regularmente bien por casi siete meses dónde hice todo lo posible para mnatenerme en pie de lucha día a día, hasta que:
-Estás despedida!.
-¿Qué? ¿Porque?
-Porque sí. No hay presupuesto, eres la más inexperta de aquí.
-La más inexperta? Qué? Acaso se necesita tanta experiencia para lavar algunos platos.
-Yo que sé.- Me dijo el encargado, era un hombre vulgar, grotezco, nunca me trató de buena manera.- Pero ya!. Retiraté, en caja cobra tus día hasta hoy que hayas avanzado en este mes.
Debí decirle, varias cosas, debí gritarle o no sé. Pero solo me saque el mandil que llevaba y lo tiré al piso, sin medir palabras me fui a caja y recibí de los día que había trabajado después de mi sueldo anterior. Estaba molesta por la forma en la que me habló el encargado. Pero, más que eso, no sabía que hacer, el alquiler del cuarto dónde vivo se vence en tres días, y apenas había recibido mi sueldo hace menos de una semana, lo que use para pagar el arriendo vencido y algunos gastos extras. Por ello, me dieron a penas setenta soles en caja del restaurate que ahora es mi ex empleo. Tendré que volver al martirio de buscar empleo, pero nadie puede con Gina Mendéz de 22 años. Ya no quise molestar a mama Gussy, ya me ayudado mucho, así que me enrrumbe a conseguir un lugar dónde trabajar.
Nuevamente, la pesadilla se estaba repitiendo, no encontraba empleo. Hasta que ví un anuncio en un estante de periódicos.
URGENTE