Capítulo 3 *..LÁGRIMAS..*

¿Cuántos años habían transcurrido desde la última vez que Draco había estado ante la presencia de Hermione? ¿Cuántos años habían transcurrido que no oía su voz? ¿Que se reflejaba en sus ojos miel? ¿Que admiraba su cuerpo? ¿Qué la sentía cerca? ¿Qué delineaba su rostro guardando cada expresión y rasgo en su memoria? ¿Cuántos años hacían que no olía su maravilloso aroma a vainilla? Ese olor natural que lo hacía peligrosamente adicto a ella. Hacía ya mucho tiempo desde eso. Y si algún día se llegara a sincerar con alguien quizás confesara aquello que lo atormentaba y lo lastimaba por dentro. Pero su orgullo era más poderoso que la razón y el corazón. Era una verdadera lástima pero hacia era él. Draco Malfoy. Solo sabía de ella por medio de las cartas semanales de su madre y las visitas regulares de su renuente hijo. Abraxas cada vez más se parecía a él físicamente. Era una copia del cuándo era un niño, algunos afirmaban que había vuelto a nacer. Pero el carácter explosivo del ya no tan pequeño Abraxas era una copia al de Hermione cuando asistía a Hogwarts. Era inteligente digno hijo de ella. Era arrogante al igual que él y su familia. Pero también era noble y justo. Hermione izo de el un digno mago. Aunque la sangre de los Malfoy se había manifestado y enviado a Slytherin como todos sus antecesores. Draco suspiro reprimiendo abrir una gaveta de su escritorio... miro sobre este una cajita negra aterciopelada y se sintió tentado abrirla nuevamente. Hermione aprecia con cierta regularidad en las revistas y periódicos que no podían dejar de escribir sobre la vida de los tres héroes del mundo mágico y todo lo que hacían durante la semana. Draco guardaba cada página de revista y recorte de periódico en una de las gavetas de su escritorio, ese que se negaba abrir en ese momento y que contenía exactamente veinte demandas de divorcio. Odiaba aquella gaveta y lo que guardaba. Porque hay no solamente había papel e información sobre ella, sino que hay también estaba lo que decidiría el futuro de los dos. Aunque ellos estaban separados en contra de la voluntad de Draco y para la felicidad de Hermione Draco no había dejado de ser su esposo ante la sociedad. Era cierto que él se había descontrolado por un tiempo cuando surgió aquella separación, al principio lo hizo por venganza, no dejo de aparecer en ningún momento en las revistas de chismes, quería herirla por alejarlo de ella. Quería que sufriera y que vieran que él no la necesitaba, que él podía tener a la mujer que quisiera cuando quisiera, y que ella no era más que un adorno en la mansión de sus padres... y a pesar de todo lo que él asía no era feliz, de hecho era tremendamente desdichado. Por ello había buscado de nuevo a Pansy con la que vivía aproximadamente un año. Sin poder evitarlo sus ojos se movieron en dirección aquella gaveta que odiaba al igual que su contenido el cual no podía evitar ver diariamente. ...

Su vida había cambiado desde que vivía en Francia irremediablemente. Los problemas de las empresas no dejaban de aparecer evitando su regreso a Inglaterra lo que creía que sería un mes o dos se transformaron en años. Cualquier persona creería que Draco uso ese tiempo lejos de Hermione para meditar todo lo que había hecho para destruirla, para dañar su frágil corazón y salud tanto emocional como física. Pero no... él se dedicó hacerla sufrir aún más. Aun en Francia Draco no podía evitar sentir el placer y el dolor de lastimarla. Tomo la pequeña caja que reposaba sobre su escritorio tentado abrirla pero no lo hizo solo acaricio la caja larga con las ñemas de sus dedos. Era un regalo para ella. Siempre lo hacía para torturarla... Hermione recibía cuatro regalos al año exclusivo y creado solo para ella. Y todos eran costosos e invaluables, siempre era uno mejor que otro. Y la verdad era que Draco se gastaba verdaderas fortunas en aquellas joyas, porque todos sus obsequios eran joyas creadas por artesanos, por expertos. Cada joya era única, nunca se encontraría otra igual. Todo era exclusivo y solo para ella. ¿Porque lo hacía? Ni el mismo tenía la respuesta a ello. Siempre recordaba esas fechas con semanas de anticipación. Con decisión abrió la caja vería la joya que adornaría el largo y níveo cuello de Hermione. Era una gargantilla creada con millones de diminutos diamantes en forma de hojas unidos por un hilo de oro blanco. Era una joya hermosa delicada y única. Pensó en Pansy y la rabieta que armaría si viera aquella joya que nunca iría a parar a su cuello. Él nunca le daría algo tan maravilloso como aquella joya. La morena tenia gusto no lo podía negar, tenía belleza, elegancia y sobre todo había sido criada como una dama de sociedad fría e imperturbable. Aun así, todo lo que hacía siempre terminaba comparándola con Hermione en secreto.

Hermione era un fantasma que se movía como su sombra. Siempre estaba allí en todo lo que hacía. La odiaba con tan intensidad que lo hacía temblar... Draco dejo la caja abierta sobre el escritorio, en pocos días seria navidad y ese sería el regalo de la castaña. Sus ojos grises se posaron sobre una carpeta negra, esa carpeta que contenía aquel odioso documento que se había vuelto su tormento. Aquel papel que nunca firmaría ni bajo la maldición imperio. Nadie podría hacer que lo firmara. Tomo la carpeta con ira apretándola fuertemente con su mano hasta arrugar el borde y con movimiento brusco abrió la gaveta y la tiro dentro. Conocía el contenido de aquel documento de memoria. Cada letra y cada frase, Sus palabras no variaban, era lo mismo... siempre era el mismo escrito... Había hecho de todo para mantenerla atada a él. Ella no se liberaría tan fácil de él. Él era su dueño, su esposo y el único hombre con quien ella debía estar. El único que podía lastimarla aun en la distancia... Los gritos de su secretaria irrumpieron en el silencio de su oficina sacándolo de su tormento... Se puso de pie airado. Pondría en su lugar aquellas escorias que osaban sacarlo de sus pensamientos de auto tortura. Si era masoquista a una medida insuperable.