Después de la pequeña conversación que había tenido con ambos papás, papá Luca llamó al tío Ian y tuvo una acalorada charla con su hermano mayor.
Tío Ian y tía Josefina estaban al tanto de mis intenciones por unirme al equipo de básquet de mi escuela, y que Gabi había accedido a prestarme su identidad para conseguirlo. Ellos afirmaron en varios momentos de la llamada su acuerdo con toda la idea y argumentaron que iba a ser bueno para Gabriel también si, de alguna manera, cursaba conmigo lo que quedaba del año escolar. Se encontraban en una situación "ganar-ganar" concluyó.
Finalmente, tío Ian terminó ganando la discusión cuando mencionó todas las veces que había intentado entrar en ese equipo y había fallado sólo porque juzgaban mi talento como deportista al ser mujer. También le mencionó a papá las veces que llegué llorando a casa por lo injustos, machistas y retrógradas que eran.
Cuando se despidió de su hermano y le mandó sus cariños a tía Josefina y a Gabi, papá Luca extendió su mano en rendición y me pidió los papeles que tenían que completar y firmar con papá Simon. Una vez que todo eso estuvo listo, nos despedimos de Irina y luego de asegurarse que mi mejor amiga había llegado bien a casa, mis papás me pidieron que me sentara y les prestara mucha atención, porque necesitábamos hablar.
—Sabés que no nos tomamos a la ligera tu educación, amor. —Papá Simon tomó una de mis manos entre las suyas mientras papá Luca pasaba su brazo alrededor de mis hombros. —Y también entendemos tu deseo por jugar en el equipo de tu escuela. Si algo aprendimos en estos años es que no hay buenos entrenadores en las ligas femeninas por la zona.
—Pero también tenés que entender que jugar con estos chicos no va a ser fácil tampoco. —Continúo papá Luca, apretándome más contra su costado. —Te verás como un igual, que es lo que esperás; pero eso también significa que no van a jugar limpio. Si de por sí son competitivos en su día a día, al interior del equipo van a querer destacar de cualquier manera, y más si eso significa aplastar a un par de novatos en el camino.
—Ya lo sé. El compañerismo es sólo una estrategia para ganar o que alguno destaque más. —Les sonreí con la intención de tranquilizarlos. —No busco sobresalir o que me pongan de punto. Quiero jugar. Y si eso significa que volveré a casa cansada o con algún que otro moretón porque me crucé con el ego de alguno, lo haré. —Mis papás apretaron sus labios, en desacuerdo, y se acomodaron para poder abrazarme. —Sé que se preocupan. Y tendré cuidado. Se los prometo.
—No queremos que salgas herida, corazón.
—Sólo eso.
—Lo sé. —Me acomodé en su abrazo conjunto y apoyé mi cabeza en el hombro de papá Simon. —Los amo.
—También te amamos, Maya.
Recordé la manera en que nos habíamos quedado en silencio, abrazados, meditando sobre los cambios que iban a suceder en nuestras vidas después de ese fin de semana. El resto de ese sábado y el domingo que le siguió decidimos pretender que el mundo fuera de casa no existía y nos aseguramos de pasar tiempo de calidad en familia.
Así, el lunes a primera hora comenzó mi rutina como Gabriel Russo.
Ese día me sorprendí al despertarme antes de que mi alarma sonara, pero entendí que gracias a los nervios no iba a conseguir dormirme de nuevo, por lo que aproveché el tiempo a mi favor para bañarme, secarme el pelo y comenzar a acomodar todo lo necesario para mi transformación.
Irina apareció a las 07:05 en casa, bostezando y refregando sus ojos del sueño. Después de apreciar que mi cabello ya estaba trenzado y con la red, acomodó la peluca en dos minutos, sujetándola con todas las horquillas que pudo mientras el pegamento hacía efecto. Ambas bostezamos por tercera vez 10 minutos después, mientras sacaba algunos de los ganchitos y evaluaba cuán fija estaba la peluca sobre mi cabeza y asentía, apreciando el resultado.
Cuando bajamos, mis papás me dieron un suave beso en la mejilla mientras nos deseaban buenos días y terminaban de acomodar las cosas sobre la mesa para que desayunáramos juntos. Papá Luca fue el último en terminar su taza de café mientras papá Simon juntaba unas carpetas que tenía sobre la mesada de la cocina y nos indicaba que lo esperásemos en el auto. Con Irina nos despedimos de papá Luca y salimos de casa, en lo que Tamara cruzaba la calle para encontrarse con nosotras.
—Holas, holas. ¿Cómo amaneció el príncipe deportista? —Volví a bostezar y asentí con la cabeza mientras me encogía de hombros.
—Hola. Podría estar peor.
Tamara miró de su hermana a mí y rió.
—Cualquiera hubiera pensado que ibas a estar más entusiasmada por todo este asunto.
—Estoy nerviosa, no lo voy a negar, pero tengo sueño... —Papá Simon salió de casa y sacó la alarma del auto para que subiéramos, mientras saludaba a Tamara . —Una vez que la cafeína haga efecto, repetime la pregunta.
—Cinturón de seguridad, señoritas. —Papá Simon se aseguró de que no hubiera nadie detrás de nosotros antes de dar marcha atrás y salir de la entrada de casa.
El camino a la escuela fue tranquilo, tanto Irina como yo íbamos semidormidas, bostezando cada tanto, en lo que Tamara iba cambiando las canciones que sonaban al tener su celular conectado al Bluetooth del auto. Papá decidió estacionar a una cuadra de la entrada del colegio y mientras nos despedíamos y bajábamos del auto nos pidió que nos cuidáramos y tuviéramos un buen regreso a clases. Las tres nos quedamos paradas viéndolo irse y acomodé la correa de mi mochila antes de suspirar y observar a nuestro alrededor.
—Que empiece el juego. —Susurré e Irina sonrió a mi izquierda, demostrando que me había escuchado.
—Esto va a ser divertido.
Como llegamos 15 minutos antes de que sonara el timbre de ingreso, me despedí de mis amigas camino a dirección, donde debía presentar todos los papeles necesarios para que Gabi pudiera estudiar a distancia y yo continuara cursando bajo su nombre. La secretaría parecía agobiada cuando me vió aparecer y suspiró varias veces mientras cargaba toda la información en su computadora. Ni siquiera se levantó para llevarle los papeles a la directora, sino que aprovechó cuando ésta pasó a su lado para dárselos y pedirle su firma y autorización.
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Editado: 11.02.2024