Las semanas siguientes a la reunión en la casa de los Urriaga fueron, por un lado, un alivio inesperado para los padres de Fabio, quienes lograron desahogar parte del peso que cargaban por no haber podido hacer más por Gerard en su momento. Por otro lado, trajeron una serie de desafíos inesperados para Isabella y su equipo.
El Sr. Josué, tras la cena, había notado la incomodidad de Briccio y decidió tomar la iniciativa de hablar con él en privado. Briccio, que había llegado a la cena con una actitud hosca, estaba sorprendido cuando recibió la llamada del Sr. Josué unos días después. La conversación, lejos de ser formal y distante, se convirtió en un intercambio profundo, donde Josué se mostró como una figura paterna que Briccio había necesitado en los momentos más oscuros de su vida. Con una paciencia y comprensión que solo la experiencia podía otorgar, Josué permitió que Briccio liberara gran parte del dolor y la culpabilidad que llevaba cargando.
Mientras tanto, en la oficina de MATIZZES, la vida seguía su curso. Isabella se encontraba revisando los últimos informes de pedidos y seguimientos cuando su teléfono sonó con un tono de urgencia. Era una llamada de Aduanas, algo que, aunque no inusual, nunca traía buenas noticias.
___Señorita Burgos, necesitamos que se acerque a nuestras oficinas___, dijo la voz al otro lado de la línea. "Hay irregularidades en las permisologías de su último cargamento de materia prima. Tiene 24 horas para resolver el problema o enfrentará una multa y la posible confiscación de la mercancía."
Isabella sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero su voz se mantuvo firme y profesional. "¿Podría explicarme a qué se refiere con irregularidades? Hasta donde sabemos, todos los permisos están en orden."
El agente, que se presentó como Pedro, la recibió en las oficinas de Aduanas con una sonrisa tensa. "Lo lamento, señorita Burgos, pero parece que algunas normativas cambiaron recientemente y, aunque no somos responsables de notificar individualmente a cada empresa, es su responsabilidad mantenerse al día con las regulaciones."
Isabella, aunque furiosa por la situación y sintiendo la presión del tiempo, mantuvo la calma. Sabía que perder los estribos no resolvería nada. Sin embargo, Pedro no dejó de notar la determinación en sus ojos, una que le recordó a Gerard, pero con un temple más fuerte y decidido.
De inmediato, Isabella contactó a Alessandra. Su hermana, siempre rápida para actuar, comenzó a movilizarse, utilizando todos los recursos a su disposición. Sabían que resolver esto en 24 horas era una misión imposible, por lo que Alessandra, con su habilidad para navegar en terrenos complicados, logró asegurar un recurso de amparo que les daba una semana adicional para resolver la situación.
Sin embargo, la multa seguía siendo una amenaza tangible. El monto era tan elevado que, de tener que pagarla, MATIZZES se enfrentaría a la quiebra, arriesgando también la inversión reciente de los Urriaga.
Mientras Alessandra movía cielo y tierra para encontrar una solución, Isabella se encontraba en su oficina, repasando los documentos, intentando descifrar cómo podían haber llegado a esta situación. Fabio, al enterarse del problema, no dudó en ofrecer su ayuda. Su presencia era siempre una mezcla de calma y energía contenida, y aunque Isabella intentaba mantener las cosas en un plano estrictamente profesional, no podía evitar sentir una chispa de algo más cada vez que él entraba en la habitación.
"Isabella, estamos en esto juntos. No voy a dejar que MATIZZES caiga por un error burocrático," le dijo Fabio en uno de sus encuentros en la oficina. Había un brillo en sus ojos que Isabella reconoció al instante, pero que prefirió ignorar, al menos por el momento.
Los días se convirtieron en una carrera contra el tiempo, donde cada segundo contaba. A pesar de la tensión, había pequeños momentos de camaradería y entendimiento entre Isabella y Fabio, un lento pero constante acercamiento que ninguno de los dos parecía querer acelerar.