—Señora Amunet—Dijo Yuko sentada en el sofá. —¿Puedo hacerle una pregunta?—Preguntó mientras tenía en sus manos el único recuerdo de sus padres. El trofeo de cristal.
—Claro que puedes Yuko ¿Qué me quieres preguntar?
—Usted… ¿qué sabe exactamente de mi pasado? Como llegue a este pueblo, sé que me lo ha dicho muchas veces pero no consigo entender el porqué, ¿es que no me querían?
—Yuko—Se acercó. —Tus padres te querían mucho.
—¿Como lo sabe? ¿Los conoció?
—No, no tuve el placer de conocerlos, te trajeron del hospital teniendo tan solo 2 años.
—Y solo tenía esto de recuerdo…
—Me temo que esto es todo lo que sé sobre tu pasado, ojala pudiera decirte más Yuko.
—Gracias—Se levantó. —Me voy a dar un paseo.
Las demás estaban a su bola, Melody y Lyra cantaban en su habitación, Ilonka estaba dando vueltas en su cama y Edith estaba leyendo historias de misterio y detectives.
—Mamá ¿me compras chuches?—una niña señaló un escaparate de dulces.
—Está bien, pero son para después de comer ¿de acuerdo?
—¡Vale!—Yuko las vio muy felices y juntas que cada vez apretaba más el trofeo de cristal.
—¿Recuerdos dolorosos?—Preguntó la estatua de cristal, jefe del jardín. Evelio.
—¿Que recuerdos? No tengo nada para recordar mi pasado, mi familia biológica no existe en mi memoria—Respondió mirando el trofeo.
—Cada cristal tiene sus recuerdos propios Yuko, si quieres te puedo mostrar el tuyo.
—¿Los recuerdos de mi trofeo?
—Déjame ver—Yuko se lo dio. —Son recuerdos muy borrosos pero puede que veamos algo, sígueme—El jefe Evelio la guió hasta el jardín donde con un código secreto de dibujos abrió una puerta subterránea. —No se lo digas a nadie, esto es totalmente confidencial y secreto.
—Lo guardare hasta mi tumba—Bajó la ultima. —Vaya… que bonito—Estaba todo iluminado por rocas brillantes que estaban enganchadas en las paredes, en el suelo y en los techos. Eran de diferentes colores.
—Aquí está, ésta es la mesa de recuerdos, dejas lo que quieras hecho de cristal y la mesa lo analiza y lo muestra con un holograma.
Evelio puso el trofeo de Yuko en medio de la mesa, la mesa era ovalada y de colores rosa, azul y blanco, todo mezclado. El trofeo era un cilindro delgado y largo con un corazón de cristal en la cima, y en la base ponía “Para Yuko de papá y mamá”.
—¿Mamá?—Yuko vio a una mujer de cabello negro y corto con líneas entre cortadas. Parecía estar limpiando el trofeo con un trapo.
—Los recuerdos del trofeo también fallan a través del tiempo, es normal que se corte.
—¿Dónde crees que está? Parece un bosque o un parque.
—Eso creo que lo podemos averiguar—Dijo moviendo sus dedos de cristal en la mesa. En el holograma apareció el fondo sin nadie alrededor. —Esto es de aquí cerca ¿no?
—Creo que ya sé donde es, es la roca de la montaña, si voy ahí seguro que encuentro respuestas, gracias Evelio, muchísimas gracias.
—De nada—Evelio le dio el trofeo y Yuko salió corriendo de ahí en busca de la roca de la montaña. Una roca que cada montaña tiene en su cima. Solo tenía que escalar un poco entre los caminos, utilizo su poder del cambio de lugar con animales que estaban cerca para llegar más rápido.
—Tiene que ser aquí—Buscó observando a su alrededor. —Que escondes mamá—Dijo mirando el trofeo. Se giró y vio la roca ovalada y puntiaguda hacia arriba. —Y aquí está, la roca del holograma ¿Qué escondes?—Preguntó mientras la tocaba. El trofeo lo tenía en la otra mano que por casualidad también hizo que se tocase la roca, en ese momento la roca empezó a brillar.
La roca gris empezó a brillar de un color turquesa, formando dibujos en ella. Y así la entrada que había bajo la roca se abrió sin hacer el más mínimo ruido.
—Vaya… otras escaleras… ¿A dónde conducirá esto?—Miro a su alrededor y no vio a nadie, entró y tal cual bajó, la puerta se cerró. —¿Y ahora qué? ¿No hay luz aquí abajo?—Se preguntó usando la linterna del móvil.
Camino unos cuantos pasos y se encendieron automáticamente las antorchas, como si fueran automáticas, tres a cada lado, era una sala mediana, con tierra, rocas y algo de polvo. Una roca estaba puesta en el centro, más bien era como una mesa rugosa con una forma en el centro, un cuadrado.
—Un cuadrado…—Toco el hueco y luego miro el trofeo, por probar lo puso encima. Al ponerlo, el trofeo se ilumino por completo haciendo que un holograma aparezca encima.
—Buenas, señorita—Era un monje calvo con un traje azul cielo, aparentaba tener 80 años. —Soy dragón.
—Vale ¿Qué está pasando? ¿Quién eres tú y Dragón? ¿Qué clase de nombre es Dragón?