2 horas antes de la discusión con el rey
Odio las reglas que tiene la realeza en este reino, son tan inútiles, solo sirven para mezclarnos con los pueblerinos, por eso se sienten en confianza de hablarnos como cualquier otra persona, son unos irrespetuosos.
El día de hoy me tocó ir al pueblo para revisar que todo esté en orden, y los pueblerinos estén cómodos. Claro, fui como a mí me dio la gana, con uno de mis vestidos más hermosos, y esa tiara de grandes diamantes que mandé hacer hace unos años. Nuestra familia en lugar de usar coronas, usan un absurdo broche de oro, con el emblema de nuestro reino. El de mi padre; el rey, es una esmeralda en un marco de oro, con el nombre del reino gravado.
Según las palabras del primer rey de Corona, "la verdadera muestra de realeza, no son los lujos, es el reino que creas. Si estos no están contentos, no es un reino; es un infierno", desde ese entonces, hasta la fecha, nos hemos mantenido así, pero conmigo será diferente, planeo dar una mejor impresión a los reinos que tanto apoyamos, no es posible que nosotros siendo superiores, nos veamos cómo pordioseros a su lado.
Una vez que llegue al pueblo, me baje de la carroza, y comencé a caminar hasta llegar a una panadería, al parecer los soldados también se encuentran haciendo guardia y revisando que el pueblo marche en orden, porque al entrar veo a tres soldados platicando animadamente con la señora que atiende los clientes. Todos al verme, hacen una reverencia, y la mujer de la caja me habla.
—Alteza, ¿En qué puedo ayudarla?
—Busco al dueño de la panadería—. Dije algo cortante.
—Enseguida viene—. La mujer camino, y entro por una puerta, que al parecer es la entrada a la cocina donde preparan el pan—. Aquí está.
Salió un hombre de la tercera edad, con su espalda encorvada, tal parece que tiene problemas de columna. Al verme, sonrió ampliamente. ¿A caso no se va inclinar ante mí?
—Señorita, mucho gusto verla por aquí, la otra ocasión quien vino fue su padre. Es bueno verla después de tanto tiempo, aún recuerdo cuando usted era una niña, y yo trabajaba en el palacio, haciendo el pan para que lo comieran recién horneado, siempre la veía tomando una fruta a escondidas de sus servidoras, pero me lastime la espalda, y ya no pude verla, hasta este día de hoy—. Dijo aquel hombre, recordando sus mejores tiempos en el palacio.
—¿Cómo se atreve?, ¿acaso no sabe de respeto? Dígame, ¿usted recibe así a mi padre? —. Lo mire con desprecio, por esta razón debemos cambiar las reglas, me habla como si fuera un amigo de la familia, como si fuéramos iguales. Mire aquel viejo bajar la cabeza, y asentir en voz baja, afirmando que mi padre le dio la confianza, y su amistad. Ahora resulta, mi padre y el panadero, son amigos. Lo único que tienen en común es la edad—. Soldados, denle un castigo a este señor, me ha faltado al respeto. Yo me voy de aquí—. Iba salir del lugar, cuando recordé que mi padre me podría regañar por esto, así que regrese mi vista a ellos y hable—. Por cierto, no le dirán ni una palabra al rey—. Dicho esto, salí del lugar, y regrese al castillo, mi ánimo para seguir en el pueblo se esfumo gracias a ese señor.
Lo que Sara no sabía es que uno de los sirvientes más leales al rey, estaba vigilando a la princesa, y fue con el chisme al rey. Que la capitana Naelie, estaba cerca y entro a la panadería minutos después de su ida, y que este acontecimiento fue la gota que derramo el vaso, y le arrebataría el poder de Corona.