Ser nueva en la ciudad no es fácil, menos cuando solo tienes 17 años y la ciudad a la que te mudaste completamente solo, no tiene más de 5'000 habitantes, donde todos se conocen a todos, donde todos fueron alguna vez novios o tuvieron por lo menos algun roce; bien podríamos hablar de un pueblo donde la mitad es familia y la otra mitad se relaciona de alguna forma. Y solo llegue yo, aquella chica pelinegra, con extraños ojos violetas a las cuales todos temían, ¿Por vivir sola? o tal vez sabían mi secreto, sabían de lo que era capaz de hacer.
O tal vez solo estaban siendo humanos y estaban juzgandome por ser diferente, por no tener los comunes ojos cafés, o Azules, incluso verdes son aceptados, pero no morados, no en esta sociedad que aunque ha avanzado, aquello que es extraño para ellos es considerado algo malo, algo a lo que no te debes acercar porque puede dañarte y tal vez tengan razón, tal vez soy un fenómeno, pero no mala, no soy como las demás...Solo soy una bruja que quiere una vida tranquila, lejos de las reglas, quiere sentir lo que un simple humano, quiero amar, quiero sufrir, quiero sentir enojo y tristeza, no ser solo un robot que sirve para dañar o cuidar a los humanos, no quiero ser totalmente blanca o totalmente negra, quiero ver los demás colores, quiero ser lo que en los aquelarres llaman una buena mala bruja, aunque estoy segura de que ni ellos conocen la definición a ese concepto.
Para ellos es malo soñar, es malo sentir, porque según no fuimos creados para eso, pero siendo sincera, estoy cansada de ello, simplemente es demasiado complicado para una simple adolescente seguir todas sus reglas y eso es lo que me lleva a estar aquí, en un pequeño pueblo entre México y Estados Unidos, lejos de los aquelarres en Canadá, solo intentando ser una chica normal, en busca de tranquilidad y muchas cosas más que con el tiempo pienso ir descubriendo.