Gotas de lluvia bajo las olas brillantes(inuit,ballenas)

Cap 1El mar y el cielo comparten las mismas estrellas

El mar y el cielo comparten las mismas estrellas

(Denle una oportunidad y lean hasta el final, aunque avance lento, vale la pena, es una hermosa historia, gracias por tu apoyo😊)

Hoy el mar se encuentra en calma, proporcionando un ambiente sereno y tranquilo, después de meses desafiantes y llenos de emoción en las últimas travesías por las gélidas aguas de la Antártida, un sentimiento de satisfacción abraza las almas de los marineros, luego de haber experimentado un viaje intenso, el experto capitán Phelippe era ya como otro pez en el agua, en su no tan poblada ni crecida barba se mostraban bellos blancos como la espuma de mar a causa de los años de maestría.

Todas las historias que alguna vez fueron contadas sucedieron y suceden hoy en la cubierta del Coustoe, uno entre los mejores y más portentoso barcos jamás construidos, la embarcación, con su diseño vanguardista e innovador creado para navegar en aguas costeras y a mar abierto, la cubierta, amplia y bien distribuida, ofrecía un espacio funcional y acogedor, las áreas de descanso y contemplación están cuidadosamente ubicadas a lo largo de la cubierta, en el interior, los camarotes se diseñaron con elegancia y comodidad, aprovechando al máximo el espacio limitado. En el camarote del capitán se pueden apreciar muebles de madera oscuros y una decoración que evoca el estilo clásico y elegante, el espacio está iluminado por una lámpara de escritorio que arroja una suave luz sobre el amplio escritorio de caoba, donde se encuentran extendidos varios mapas náuticos, el capitán se encuentra absorto observándolos, a lo largo de las paredes del camarote estanterías de madera exhiben libros de historia marítima, manuales de navegación y trofeos enmarcados, un cómodo sofá se encuentra alado de una mesa auxiliar donde reposa una taza de café humeante y unos viejos prismáticos.

-siento interrumpirlo capitán, quería informarle que ha sido todo un honor poder compartir tablones en este barco con usted, - Dijo el joven entrando al camarote sin hacer mucho ruido-.

-Jackson. - dijo el capitán mientras lo observaba con orgullo. -Yo soy el que está feliz de tenerte de entre mis hombres, te mostraste muy hábil en estos días, haz hecho un buen trabajo, te felicito.

-Gracias mi capitán. - Le respondió con un gesto de admiración y se retiró

Coustoe se sentía completamente abrumado, su mente estaba en una vorágine constante de pensamientos, para despejar un poco, decidió salir a tomar aire fresco, agarró la radio y se dirigió a la cubierta del barco, se detuvo y respiró profundamente disfrutando la sensación del aire marino que golpeaba su piel. Mientras encendía su cigarrillo no paraba de pensar en su esposa, así que empezó a sintonizar la radio en busca de la entrevista que le estaban realizando a ella en ese momento:

- Algunos le llaman ''El barco de la diosa del mar'', un navío lleno de apuestos marinero. -Explicó la 
Entrevistadora con un tono de admiración en su voz. - Ahora Anaya, cuéntanos un poco más sobre el trabajo que estos marineros hacen.

-Gracias por invitarme Cleo - respondió la bella mujer - la embarcacion tiene el mismo talante que el capitán. - Dijo en un tono tan seguro que hiso sonrreir a Phillipe quien escuchaba atantamente las palabras de su esposa.- posee un recóndito lugar, Justo a la altura de proa y sumergido debajo del agua se encuentra una sala desde donde los tripulantes rastrean en busca de señales de la presenccia de algun cetaceo en las proximidades, su aspecto es comparable al de un submarino, y tiene ventanas de tamaño mediano en forma esférica con un vidrio similar al de una lupa.

-¿Pero que tan importante es esta sala señora Anaya?

- La sala tiene suma importancia porque fue diseñado y construido especificamente para la crusial mision de detener a los barcos balleneros y estudiar a las ballenas. 
En estos tiempos, la caza de cetaceos alcanza niveles extremos, donde la cantidad de barcos balleneros superaba ampliamente a la poblacion de ballenas...

La señal de la radio comienza a perderse, Phillipe frustrado comenzó a darle pequños golpecitos a la vieja y desbaratda radio con el fin de poder escuchar a su esposa, por desgracia los golpes dieron lugar a que el cigarrillo ardeise más de la cuenta y acabo quemandose con las cenizas que cayeron sobre sus dedos, el dolor momentanio fue tan fuerte que perdió el agarre de la misma, lo cual provocó que se callera al agua mientras la señal parecia haber vuelto, Phillipe observó como la radio que le habia regalado su padre desaparecia en las profundidades.

-Hola capitán. - Phillipe dio un salto de sorpresa mientras lo saluba uno de los tripulantes, observo a su camarada con una mirada tan distraida que lo acabó atrayendo a su lado.

-Que expedición tan extraña hemos tenido, nunca antes habias visto una desaparicion de hielo a tal magnitud, gran parte de el paisage helado que siempre conocimos ahora se ha tranformado en vastas extenciones de agua. Comentó el capitán.

-Es cierto capitán, me preocupa enormemente el efecto que esto tendrá en el ecocistema, hemos navegado durante años por esas aguas y ahora todo podria cambiar drasticamente debido al deshielo acelerado.

- es muy poco comú que esto pase, pero no hemos avistado ni un solo barco ballenero, es como si hubiesen desaparecid de repente al igual que el hielo.

- tambien estoy deconsertado siempre capturamos varios de ellos.

Durante esta singladura, el vasto océano no reveló signos de sus conocidos bandidos acuáticos, insinuando una tregua incipiente entre las criaturas marinas y los terrestres. Phelippe, consumido por el deseo de ver a la humanidad abandonar sus acciones deshonrosas, se mantenía firme al timón. Él era más que un navegante; era el estratega y la alentadora esperanza de una era más noble. Él es el capitán... el distinguido capitán del imponente Coustau.

El crepúsculo marcaba la hora de volver a puerto tras semanas de surcar la inmensidad del mar. Entre la tripulación del buque, destacaba Iban, inseparable camarada de Phelippe; un marinero cuyas manos no siempre eran tan hábiles como su corazón era grande. Pese a su simplicidad, portaba un tesoro singular: un regalo pensado con profunda ternura para su pequeña. Custodiada con devoción en el humilde santuario de una pecera, una estrella de mar reposaba, emblema de su cariño. Con los movimientos de la nave, las aguas se mecieron ligeramente enturbiadas por la arena.




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