—Disminuye la velocidad Marion, vas muy rápido.
Sonrío a la vez que paso cambio y sigo con lo mío obviando los comentarios de mi tía en los auriculares. Suspiro cuando no me parece emocionante escuchar su nerviosismo, en cualquier caso, siempre respetaré sus nervios bastante destrozados por mis primos.
—Bien, definitivamente acabaste con los periodistas, sobre todo con el último comunicado pero ¿Vas a tomar acción legal contra Marc? ¿Por difamación?
—No es difamación tía, lo que él dijo fue un hecho real.
—Pero no era para que te arruinara tu imagen —se altera nuevamente y disminuyo la velocidad gradualmente sólo para pedirle que se calme, parece que ella quiere vengarse de Marc y ni siquiera yo quiero eso, yo solo quiero olvidar.
—No lo hizo —susurro volviendo a pensar en él y acelerando al salir de la curva.
—Marion, baja la velocidad.
—Estoy cansada —grito acelerando en la recta más larga de la pista—, cansada de todo esto, ya no puedo más, salgo de una creo que todo va bien y cae una bomba que provoca terremotos, tsunamis, las peores de las catástrofes. ¿Hasta cuándo?
—Marion, baja la velocidad, hija por favor.
—Estoy muy cansada.
—Lo sé —suspira y se que quisiera abrazarme, pero simplemente no quiero—. Pero la solución no es conducir como loca durante todo el día, trabajando sólo por llamadas telefónicas.
—¿Cuál es la solución? —mascullo cabreada aunque sea una falta de respeto a mi tía—. Dime, porque me siento de manos atadas; sé que la velocidad no lo soluciona, pero por lo menos me sirve para controlar la ansiedad.
—Hablaré con el abogado, y le diré que no quieres hacer nada.
—Por favor, dame la llamada de Tres.
—Bien.
Espero paciente y doy otra vuelta más, no sé cuántas horas llevo aquí y tampoco sé qué hora es, solamente voy concentrada en conducir y resolver lo que sí puedo, estoy tan cansada que quisiera tener vacaciones aunque recién venga llegando a trabajar luego de unas de un año.
—Hola.
—Tú no eres Tres —murmuro tratando de reconocer la voz, se que la conozco pero no se de que.
—No, soy treinta, de hecho, aunque me llamo Drake así me puso mi mamá.
—Ya ¿Que se supone que haces? —realmente me resulta gratificante saber que él ha venido, aunque sea a burlarse.
—¿A cuanto vas?
—No te importa —canturreo divertida.
—¿Cómo tu tía sabía la velocidad? —¿Vio a mi tía? ¿La conoce?
—En la pantalla, Drake.
—Aaa ya vi.
—Vale ¿Que haces?
—Me sentía muy aburrido y quise saber de ti, estás desaparecida para todo el mundo —repaso una y otra vez sus palabras en mi cabeza, salgo de la curva y reduzco velocidad.
—¿Cómo sabías que estaba aquí?
—Una vez dijiste que desde pequeña venías y que amabas los autos, que amas la velocidad, también dijiste que Mike tiene todo listo en caso de que quisieras escapar.
—Eres bueno escuchando —ni yo recordaba haber dicho eso, pero suena a algo que yo diría asique le creo.
—Faltan oídos en el mundo.
—Definitivamente.
—Deja de acelerar —grita nervioso y yo río volviendo a presionar el pedal.
—¿Qué quieres?
—Que vengas conmigo.
—¿A dónde?
—¿Es una sorpresa? —cuestiona para ambos, aunque más como si dudara el hecho de si me gustan o no las sorpresas.
—No me gustan las sorpresas, no ahora.
—Lo sé, pero confías en mí, tu lo dijiste.
—Bien, voy para allá.
Corto la transmisión y aprovecho de acelerar lo que más puedo ya que no hay nadie que me vaya a reñir o algo por el estilo, además ¿Cuando le dije que confiaba en él? ¿Siquiera si confío? Detengo el auto y veo a Mike negar con la cabeza, creo que lo estaba enloqueciendo con lo que hice.
—¿Dónde está?
—Adentro con Patricia —me señala inclinando la cabeza—. Casi matas a tu tía.
—Eso es mentira, Mariano ha hecho cosas peores y no se ha muerto.
Corro hacia donde se supone que están las demás personas con las que he tratado, al primero que veo es Carlo que niega con la cabeza, creo que él tampoco estaba muy contento con lo que hacía. Primero me encuentro con mi tía que comienza con su sermón, yo decido beber agüita mientras tanto.
—Hola, Marion —miro al rubio que peina o despeina su cabello pasando su mano por él.
—Hola, treinta —sonríe y hago lo mismo, realmente son contadas las veces que he sonreído en tres días y la mayoría son gracias a él o en su presencia—. ¿Dónde vamos?
—El helicóptero está listo —dice cuatro no muy contenta.
—¿Dónde vamos?
—Tu confía.
Lo sigo de cerca con mi tía discutiendo con Carlo y cuatro, al parecer estos dos últimos saben a dónde me lleva Drake Martin. Ricc me sonríe en cuanto me monto en el helicóptero y cuando cierran las puertas para elevarnos es que me entra el nerviosismo y la ansiedad.
—Dime dónde vamos.
—Vamos a un sitio que no conozco pero me dijeron que tú lo conoces muy bien —dice despreocupada revisando su celular.
—¿Dónde? ¿Es en Italia?
—Si es Italia —desconfío de la manera en que lo dice, pero no es cómo que me pueda tirar del helicóptero ahora que ya vamos volando.
Llevo mi atención al plan de vuelo y las zonas por las que vamos, pronto noto a donde es que vamos porque he hecho el mismo recorrido demasiadas veces anteriormente, sonrío y seco mis lagrimas, me va a llevar a mi casa.
—¿Tienes algún itinerario? La isla es hermosa.
—¿Cómo sabes que vamos para allá?
—Lo acabas de confirmar —sonríe y me da la razón, me encanta esto, no puedo estar más feliz.
Observo con atención todo el recorrido, inclusive cuando tocamos tierra y abrir la puerta me trae las lágrimas de regreso, solo que ahora tengo unos brazos que me rodean y me sostienen en mi dolor.