Gp Amore

Capítulo 15

Bostezo nuevamente y friego mis ojos, llevamos en el auto más de una hora esperando que lleguen a buscar a Drake, a él le dijeron la hora y nos levantamos temprano desayunamos y todo para poder venir con tiempo y resulta que ahora nos sobra. Miro a Drake a mi lado comer frituras, está muy preocupado y se ha comido todo lo que encuentra en mi mochila.

—Creo que tendré que irme en un ferri.

—Lo más probable, o si quieres llamo a Ricc que debe estar por alguna parte de la isla, te presto mi helicóptero y listo.

—¿Quieres deshacerte de mí?

—Tu lo has dicho así.

—¿Osea que me quieres?

—Tampoco es que haya dicho eso.

—No creo que sea necesario que llames a Ricc —me enseña un chat avisando que el helicóptero que venía por él ya ha aterrizado.

—Te voy a dejar —me bajo del auto y lo espero mientras toma sus cosas.

Miro el cielo que está extrañamente nublado, es muy peligroso volar así. Camino a la par del chico que va viendo exactamente lo mismo que yo, llegamos al helicóptero y deja su bolso en el suelo de este, se gira y me mira, sin contenerme e impulsivamente rodeo su cuello con mis brazos y apoyo mi mentón sobre su hombro, no hay distancia entre nuestros cuerpos sobretodo porque estoy con botines de tacón lo suficientemente altos, pienso en que cometí una imbecilidad al hacerlo pero sus brazos me aprietan y acarician mi espalda.

—Gracias, Drake.

—Cuando quieras, M & M —sonrío y me alejo nerviosa—. Nos vemos el martes Marion Marena.

—Eso espero.

Lo veo subir al helicóptero y me alejo para ver cómo despega, al verlo volando me dirijo de regreso a mi camioneta. Acelero en dirección a Porto Cervo nuevamente, el camino por desgracia y sin compañía se me hace eterno, no quisiera acostumbrarme a viajar acompañada así que con un poco de agua y para pensar mejor quito esa idea de mi cabeza. 

Llego a casa y antes de colgar las llaves observo las otras, tomo esa que siempre me llama y voy hasta el cuarto especial, apenas abro la puerta el aroma de papá me llena de hermosos recuerdos, aquí están todas sus cosas. Muerdo mis uñas y veo ese hermoso vehiculo rojo, es el único con ese tono en todo nuestro inventario. 

Salgo de la sala con una horrible presión en el pecho y mi reloj sonando por mis latidos acelerados. Entro a la casa y una brisa fría me golpea, he de haber dejado una ventana abierta antes de salir, pero lo que no me esperaba era tener a una mujer en mi sala. Una mujer que me quita el aliento, no creía en fantasmas hasta ahora, porque no creo estar viendo a mi madre en carne y hueso.

—¿Qué haces aquí? —Su sola voz me provoca náuseas, no creí cuando la vi hace unos años, pero ahora, no soy una niña.

—¿No se supone que estás muerta? 

—Marena.

—No, es imposible. Estoy alucinando —mi reloj suena y me lo quito simplemente para no escucharlo, mis uñas cortan mi piel. 

Voy a la cocina y busco una botella de agua en la nevera, tomo un poco que alivia el calor corporal, me duele la cabeza y verla frente a mí sólo empeora la situación. Acerca su mano a la mía y la quito bruscamente, tal y como ella salió de mi vida, sin morir.

—Marena, hija.

—No me llames así —mascullo con la irá viajando en la sangre—. Por favor, dime ¿Cómo es que no estás muerta?

—Lo hice para protegerte.

—Vete, necesito procesar que estás viva —la voz no me sale y maldigo mil veces porque sólo quisiera gritale mil y un palabras, pero no puedo.

—Este es mi número, cuando estés lista, llámame —me tiende una tarjeta y la acepto, la veo marcharse y cómo deseo que esto sólo hubiese sido una alucinación.

Tomo mi celular y pronto descubro que no tengo a nadie a quien recurrir, no puedo avisarle a nadie que mi madre a quien creía muerta milagrosamente sigue viva. Cubro mi rostro y lloro todo lo mi cuerpo necesita. Ahora se explican las flores nuevas en su tumba.

—No puede ser —niego viendo la tarjeta con su nuevo nombre, le marco a mi asistente cuatro—. Cuatro ¿Quien contrató a la de limpieza para la casa en Cerdeña?

La verdad es que yo no fui, ella estaba antes de que yo llegara.

—¿Puedes buscar su contrato?

Jefa ¿Estás bien?

—Sólo hazlo, cuatro.

Fue, fue tu abuelo, hace seis años.

—Gracias, mañana llego a las 7:30 a la oficina.

¿Segura que estás bien?

—Tengo muchas cosas que resolver.

¿Quieres el helicóptero?

—Iré en Ferri.

Está bien. 

—Te veo mañana.

Corto la llamada y corro a preparar algunas cosas antes de viajar, tengo que ir donde mi abuela a ver si sabe algo. Mi abuelo, él debe de haber sabido algo, pero ¿Por qué no me dijo? Con todo listo salgo de mi casa y busco un buen auto para viajar, al final me decido por el Audi R8 spider color negro que me regalaron, creo que fue Marianito. 

Conduzco pensando en todo y nada a la vez, pasé de ser feliz a tener una maraña de confusiones en menos de una hora. Llego al Ferri y como una ensalada de fruta esperando la hora de salida. Algunos me reconocen pero es cómo si nada, sólo nos saludamos y ya. El tiempo en el ferri no me sirve de nada porque el silencio me resulta más agobiante que el ruido continuo. 

Apenas llego a tierra firme voy a comprarme un café que tenía prohibido pero ya me da igual, simplemente lo necesito. Me debato en donde ir primero, si ir a Milán o directamente a mi casa, la cosa es que de alguna manera u otra voy a conducir todo lo que queda de día. Pronto mi celular suena y contesto la llamada.

Hola, creí que no querrías hablar conmigo.

—Sí —suspiro cansada y sin ánimos de mucho.

¿Estás bien?

—Sí.

Ya sé que eso no es cierto, Marion, lo dices en automático pero tu voz grita lo contrario.

—Creí que es mi voz la que se escucha decir lo que yo quiero decir —no puedo detener a la ironía haciéndose lugar.




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