—Buenos días —saludo en voz más que alta calculando horas mentalmente.
Mis asistentes corren de un lado a otro y me siento muy mal por eso, pero es que tengo cosas que atender y no tengo nada de tiempo, entonces se tienen que multiplicar de la misma manera que yo hago. Muerdo mis uñas más de lo que quisiera y le vuelvo a escribir a Drake que desde ayer no me responde mensajes ni tampoco coge las llamadas, todo un imbécil que me tiene de los nervios.
—Me estoy volviendo loca —lloriquea 4 creyendo que no la he escuchado, 3 se ríe porque me ha visto, se burla de la desgracias de su compañera de trabajo—. Otro mensaje de Drake y me mato, no entiendo qué sentido tiene que no le conteste a ella, me hace mi día más difícil.
—Dame tu celular —3 se quiere matar porque 4 no le ha entendido sus señas y yo sólo quiero castrar a cierto Australiano.
—Marion, por favor.
—¿Te ha pagado?
—Como cada que necesita algo, nos paga por información sobre ti —dice 2 tomando el celular de 4 y me lo tiende como si nada—. Te puedo pasar el mío también.
—Por Dios, es que se ha vuelto loco.
—Por ti, claro —dicen mis 5 asistentes juntas y al mismo tiempo.
—Ya —le regreso el celular a mi asistente y acomodo mi cabello para prepararme para la siguiente reunión.
—Vamos rápido que tengo a todo el mundo reunido en la sala y no entienden nada, a algunos hasta los bajé de un avión —dice 1 acomodando sus baby hair que no quisieron quedar en sus trencitas.
—Vale, vamos —suspiro ansiosa—. Diganme que no estoy loca por lo que voy a hacer.
—Estás loca —dicen las cinco y me río para no llorar.
—Pero su locura complementa la tuya
—O viceversa —dice otra más, al parecer ellas están igual de interesadas en mi relación que yo.
Entramos a la sala de reuniones y tengo que volver a coger aire para dejar de reír, me siento muy ansiosa y sólo quiero salir de aquí, pero obviamente estoy mejor que hace una hora porque sé que Drake no se ha comunicado conmigo sólo para molestarme y que realmente no se ha enojado ni nada.
—Buenos días —saludo tranquila y me siento en mi silla, esa que le deja a todos claros que yo soy quien manda.
—Buenos días ¿Cómo estás? —miro al que me ha hablado y frunzo el ceño, luego recuerdo las arrugas y relajo mis músculos faciales.
—¿Qué haces tú aquí? —cuestiono realmente sin entender qué hace.
—Pues, tenemos una reunión, de hecho aquí a varios no conozco.
—Pues, te has equivocado de sala —digo aguantando la risa, miro a mis asistentes por sobre mi hombro porque juro que escuché a una reír—. 1 llevalo a la sala que le corresponde.
—¿De verdad me equivoqué? —Y eso es suficiente, me inclino hacia adelante y oculto mi cara entre mis manos para reirme sin ver el mundo, pero son muchos más a los que escucho reír conmigo—. Maldición. Nos vemos luego Marion.
—Eso espero —susurro prestando mi mejilla para que la bese.
—Me saludas a tu sabes quien —alcanzo a coger bien el aire para no morirme.
—Claro ¿Le digo que te equivocaste de sala de reuniones, también?
—Si es que eres igual que tu padre —dice riendo mientras sale siguiendo a 1, no paso por alto que sus ojos van directo al trasero de mi asistente, lo odio.
—Bueno, ya que estamos —suspiro viendo a mi gente nuevamente—. Quería informarme de varias cosas, pero mis asistentes lo harán mejor que yo.
Mis cuatro chicas se plantan frente a todos igual de profesionales que siempre y encienden la pantalla plana que siempre usamos para presentar los proyectos. 1 regresa y se acomoda el saco antes de ir con las demás, me sonríen y les guiño un ojo, asiento y ellas comienzan tal y como les dije.
Terminan de presentar y como generalmente hacen aplauden aunque no deben entender que es lo que pasa. Suspiro y 5 indica que ahora me corresponde a mi la palabra.
—Bien, por si no quedó claro, ellas han dicho todo lo que hago en mi día a día, cómo se atienden las cosas y todo lo demás. ¿Qué quiero decir con esto? Que si en algún momento yo no puedo atender algo ellas lo harían a la perfección con sólo tener un Sí o un No de mi parte.
—Vale, confiamos en que tu sabes con quien trabajas.
—Correcto.
—Además, nos queda claro que tienes un juicio que nadie perturba —sonrío viendo cómo ahora me alaban, hasta un altar me pueden hacer.
—Bien, entonces con eso claro —carraspeo y me levanto de la silla para ir con mis chicas—. Me voy de vacaciones, por dos semanas.
—¿Cómo?
—Sí —afirmo y pues lo que más me temía está por pasar, tendré que justificar porque quiero mis catorce días—. Me tomaré catorce días, en los que ellas llevarán todo y sólo tendrán dos horas diarias para informarme de todo, así tampoco me desligaré de esto pero podré descansar. Porque desde que llegué, he tenido vértigo, colapsos nerviosos, estrés y hasta anemia, la verdad no entiendo cómo fue que no me enfermé cuando mi novio estuvo resfriado por más de una semana y hasta bronquitis tuvo.
—Pero ¿Te podremos contactar?
—No, por algo ellas saben de esas dos horas —digo incómoda porque revelé información de más.
—Válido, entonces está claro que mereces vacaciones —dice Robert de manera conciliadora—. Que disfrutes ¿Con tu novio?
—Cierto, creí que era sólo yo quien no estaba al tanto del novio y por eso no dije nada.
—Yo también lo he escuchado ¿Se puede saber quien es?
—No es por chismosos, pero es que si haces lo mismo que hacía tu padre.
—¿Qué hacía? —pregunto ahora con curiosidad.
—Dejaba el trabajo como por un mes si su esposa así se lo pedía.
—Vale, pues, no es el caso.
—Pero de igual manera, lo dejas por esa persona así que, importante debe ser.
—Claro y nosotros tres somos como tus padres —se señala a él y a los otros dos que eran los mejores amigos de mi padre.