Green Eyes

Capítulo 22

JANE

—Solo tienen una semana para verlo— Dice Leslie juntando ambas manos al frente sobre el libro. —Si mi mamá descubre que lo he tomado, me va a dar una arrastrada.

Todas reímos.

No me interesa leerlo. Kamasutra. Jamás había escuchado esa palabra, ¿querrá decir algo? La portada de por sí no da espina. A simple vista cualquiera diría que es un animal, pero hay personas ahí. Personas en diferentes posiciones y, si te pones a pensar, demasiado incómodas.

—Bueno, ¿quién será la primera?

Desvío la mirada hacia las canchas de basquetbol. Todas empiezan a susurrar cosas que ignoro mientras se carcajean por las obscenidades que suelta Leslie. Ella era como la abeja reina de este grupo, el cual me aceptó sin ningún problema. Aquí podía ser yo, y me refiero a ser invisible. No me presionaban y siempre me invitaban a ir con ellas a pesar de que les rechazara la invitación.

Conocí a Leslie en una pelea muy sonada en ese tiempo y que ahora es parte de la cultura escolar. “La pelea del siglo”, decían algunos, pues su pelea era con una de tercero cuando ella era de nuevo ingreso. Esa pelea la llevó a la cima de todos los brabucones de aquí y, de paso, me arrastró. No era ni su mano derecha ni izquierda, simplemente una seguidora. Aunque, tampoco yo me consideraba así, solo me sentía a gusto en un lugar, que creí, era para mí.

Poco a poco su nombre ganó peso entre los alumnos y los maestros. Todos sabían en dónde estaba y muchas querían entrar a su círculo, pero ella amaba darles la bienvenida de una manera algo peculiar. Para estar con ella tenías que ser su sirviente por un tiempo y demostrarle que serías fiel hasta con el pensamiento. Podrías estar días, semanas o incluso meses así sin ningún resultado.

Tenía dos mujeres a su lado que siempre la acompañaban, Colmillo y Rompe Huesos. Conocidas por golpear sin compasión y acabar con su enemigo dejándolo moribundo. Colmillo se había ganado ese sobrenombre cuando en una pelea con una niña de su mismo grado la acusó de estar fumando, como sabrán, a Carla no le gustó y durante el combate se aferró a la mejilla de la fémina desgarrándola lo suficiente para que salieran chorros de sangre. Su otra acompañante, Selena, o mejor conocida como La Rompe Huesos, bueno, no hay mucho que explicar de ella. En una pelea afuera de la escuela, justamente en el parque frente a esta, pateó las piernas de su oponente hasta escucharlas crujir. Sus padres pagaron todo, tanto para evitar la denuncia, como la recuperación de la otra chica. Nunca regresó.

Las demás solo habíamos corrido con la suerte de no ser puestas a prueba. Bueno, Leslie siempre me decía que yo era una persona especial antes de pedirme dinero o algún favor. Nunca me negué, porque ¿a quién le gustaría tener como enemigas a sus dos bestias?, a nadie. Lo que si admito es que admiraba la manera en que todos la respetaban y para dirigirle la palabra primero tenías que pensar bien lo que dirías porque ella siempre se ofendía por todo.

Incluso llegó a vender su protección. Solo pagabas una cuota para tener el derecho de mencionar su nombre si estabas en problemas y asunto resuelto.

Leslie era demasiado vulgar y muy conocedora en el ámbito sexual. Siempre venía con una anécdota cada día y explicaba cómo hacer mejor ciertas cosas. Todo eso se quedó en mi cerebro porque eran cosas que no estaba preparada para saber. Esa era una de las consecuencias de estar con ellas, tenías que participar.

—¡¿Nunca has dado tu beso wey?! —Rehúyo de su mirada aun negando. —Pero ¿qué pedo? ¿Eres de esas pendejas “virgen hasta el matrimonio”?

¿Qué hago? Si niego le doy pase, si acepto posiblemente intentará corromperme a toda costa. Sobo mi brazo sin saber que hacer.

—Que Jane sea la primera en leer el pinche libro. —Colmillo me extiende el libro y lo agarro sin chistar. Mierda. —Así me gusta pequeña Jane. —Ríen todas al verme titubear si abrirlo o no. —¿Qué pasa Jane? ¿Tu mente de virgen no lo soporta?

Cierro los ojos ante sus duras palabras y abro el libro en las primeras páginas. Empiezo a leer el prólogo, pero el libro me es arrebatado seguido de un gruñido.

—¡Ahí no estúpida! —Leslie lo lleva a una página específica y me lo entrega con brusquedad. —Ahí.

Empiezo a ver los dibujos y los títulos. “El misionero” es el primero, seguido de una descripción de la posición y una imagen. Sigo con la otra página y frunzo el ceño. “Oveja al precipicio”, leo la descripción levantando la mirada de vez en cuando para ver sus ojos impacientes ante mis reacciones. Observo la imagen la cual me provoca un escalofrío. Suspiro antes de cambiar la página, pero me vuelven a arrebatar el libro.

—Este es mi favorito, —Leslie muestra la imagen, —a la mierda la descripción, aquí se ve perfectamente.



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En el texto hay: el primer amor, infinito, puro

Editado: 23.03.2020

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