Diez años atrás en el tiempo de GreenWood (diez meses en la tierra)...
Se coló por las escaleras al interior oscuro del templo y recorrió un único corredor subterráneo, su linterna de aceite arrojaba luz al frente dejando en sombras el camino tras él. El corredor era una mezcla de roca labrada con arabescos en algunos pilares que sostenían antorchas apagadas, y el resto era roca sin labrar, en sí aquel corredor era una cueva, un túnel que llevaba a una única sala. Las sedas de los gusanos de seda iluminaban algunos lugares del túnel donde también se colaban ramitas de árboles. Llegó al final, las grandes puertas estaban cerradas, empujó trabajosamente una de las pesadas hojas y se deslizó por la abertura. La sala no era muy amplia, pero sí lo bastante para albergar a treinta personas, es circular con pilares que se perdían en lo alto, en la oscuridad; avanzó con sus pasos resonando en la baldosa lapislázuli hasta el centro donde descansaba, bajo la gran claraboya por la que se colaba la luz de Gemélis (satélite o luna doble) sobre un pequeño altar, un objeto luminoso. Se detiene ante el altar y contempla la piedra sagrada con forma de huevo de dragón, cada una de sus formas en ella parecían escamas de diamante, su luz es tan hermosa como contemplar una aurora y tan brillante como un pequeño sol.
Su bello rostro masculino iluminado por aquella luz, muestra una siniestra sonrisa, estaba furioso desde hace un mes; primero se habían burlado de su ingenio, de su deseo de querer volar como un hada, se burlaron de sus alas mecánicas cuando estas fallaron y cayó en la fuente, incluso ella soltó una risita que lo hirió profundamente.
-No se ría, majestad, por favor- le rogó, avergonzado a la Reina de las hadas. Caminaba a su lado por uno de los corredores del palacio. Estaba empapado, su ropa y las alas mecánicas que había creado le pesaban una barbaridad.
-Discúlpame, pero tu rostro me ha parecido gracioso por unos momentos, estabas muy serio desde lo alto de la estatua y luego tu cara de desconcierto al caer, fue muy graciosa- dijo ella, sonriente y cariñosa- no entiendo porqué te empeñas en querer volar. Debes aceptar tu naturaleza y amarte como eres. Tienes la belleza y la lozanía de un hada, y el ingenio de un mago. Eres único y especial.
-Pero yo quería impresionarla porque usted estaba fascinada por las alas y el vuelo de sus guerreros, en especial de Silver- respondió él.
-¿Estas celoso?- inquirió ella, pero él no respondió- no deberías estar celoso, siempre serás especial para mí...
Eso le había dicho la Reina, pero se sintió engañado cuando dos días atrás ella se casó con Silver y cuando le dijo que la amaba, ella dijo que su cariño hacia él era de amistad. Arrojó la lámpara lejos, ya no la necesita y extrae de su cinturón una daga, se hace un corte en la mano izquierda y deja caer su sangre sobre la piedra.
-Víctor Gregorio Wood, yo soy uno de tus descendientes y acabaré con éste mundo que salvaste un día- recitó mientras su sangre impregnada de odio ennegrecía la piedra y apagaba su espléndida luz, poco a poco los recuerdos pasaban por su mente como una película: Silver burlándose de él cuando lo retó un día y perdió ante su fuerza... Necesito ser más fuerte... pensó. Si no tenía derecho a ser el Rey de las hadas y de todo GreenWood, entonces lo destruiría y crearía un nuevo mundo donde las hadas no pudiesen volar naturalmente, ninguna criatura se volvería a burlar de él.
La piedra se tornó completamente oscura, la cogió con la mano ensangrentada y abandonó el templo.
La tierra comenzó a temblar abruptamente, el cielo se tornó tempestuoso, los nubarrones cubrieron a Gemélis y a las estrellas. El continente comenzó a dividirse, las aves y pegasos emprendían el vuelo huyendo, pero los rayos los alcanzaba y caían; al Norte un oso hongo cayó al igual que otras criaturas al fondo de la gran grieta que se abrió, se aferró con sus garras a una rama, pero una roca le cayó encima, el oso vio fugazmente que el enorme continente que flotaba ahora muy en lo alto, se partía, hasta que la visión desapareció al hundirse en el océano. Un tiburón se comió al ser que acababa de caer del cielo, esquivando árbol y roca que seguían precipitándose también desde lo alto, regresó al fondo de mar.
-Mi Reina, mi Reina- un guardia llegó ante el trono de roble donde estaba la Reina de las hadas. Era un hada albina masculina de alas moradas.
-¿Qué ocurre, qué es lo que está pasando?- preguntó la Reina, asustada desde que comenzó aquel terremoto extraño.
-Es GreenWood, majestad, se está dividiendo. Parte del continente cayó en Oceanía- respondió el hada.
-No solo eso, robaron la piedra sagrada- anunció otro guardia, que llegaba volando desde de los alrededores del templo Esperanza cuya forma recuerda a un pilar enorme. El hada era morena y tenía unas preciosas alas verde con bordes negros- alguien ha asesinado a los guardias de la entrada y al vigía.
-¿Quién ha podido hacer algo así? Nunca nadie ha entrado en la sala sagrada y nadie que no sea un descendiente de Víctor puede coger la piedra- absortó la Reina.
-¿Quiere que interroguemos a cada uno de ellos, mi Reina?- inquirió el hada albina.
-No será necesario- contestó otro guardia, que hacia presencia y caminaba dando zancadas. Era rubio y poseía unas magníficas alas de mariposa monarca. Al llegar ante la Reina hace una leve reverencia, llevaba algo en una de sus manos- Encontré esto en el salón sagrado, es una de las lámparas de aceite del taller de Phanton y él no se encuentra en Tulipán.
Actualidad... Ubicación: Roca Oscura, al Suroeste de Tulipán la capital de GreenWood. Interior de la Montaña Obsidiana, aposentos del Emperador oscuro.