Gregor Anastasio Cou - Odisea de un viajero

¿Estoy en el Edén?

Del otro lado de la luz, hay cierta esperanza

 

 

 

 

 

 

 

Al pasar del otro lado de la luz, me halle en un jardín bello, donde todas las formas de vida estaban en paz. No podía creer lo que mis ojos veían, tal vez era cierto, que el lugar dado por Dios a Adán y Eva fuera un hecho real. Acometí el derecho a quitarme el casco de piloto, y el aire se respiraba como se respira el perfume de una mujer. Estaba extasiado. Un arroyo cerca y del otro lado un rio que se separaba por unos árboles de frutos. Eran manzanas de color amarillo, otras verdes, y rojas. En el rio nadaban peces de colores, y una ardilla llevaba sus frutos a una madriguera. El cielo estaba resplandeciente, con nubes que se desprendían de otras, así el celeste de una claridad extrema ¿Estoy en el Edén? Esa era la pregunta que me hacía a mí mismo, pues no podía creer. Un viscoso fluido escapaba de una especie de madriguera de barro. El líquido caía al suelo. Su olor era el de la miel. Acerque mi mano, y con la palma abierta deje que callera sobre ella, acto seguido lo lleve a mi boca y su sabor era espeso y extremadamente delicioso. Recolecté lo suficiente en un recipiente y reanudé mi búsqueda a mi hogar, aunque me encontraba a gusto en el paraíso de donde fuera que estuviera. Con mi mini computadora, recopilé datos del sitio que era muy desconocido, sin captar a qué lugar se refería. Evidentemente debía recolectar otro tipo de información, pero la suavidad del territorio, era tan especial que apenas quería dejarlo. Era como si mi cuerpo estuviera relajado y totalmente descansado. Los animales parecían salidos de un cuento de hadas en su revoloteo no parecía existir la agresión. Hice un trayecto hasta avistar una casa muy cerca del rio al cual seguí para marcarme un rumbo. Era una especie de rincón con un puñado de flores. El sitio parecía estar cerrado. Una casa con forma estilo medieval. Me acerqué y golpeé varias veces la puerta sin respuesta. No tenía ventanas, y tampoco sabía si era acorde abrir la misma sin permiso. Desde ya he tenido muchas situaciones inverosímiles que me han hecho pensar que no debo inmiscuirme. La residencia posiblemente estuviera vacía, pero no podía arriesgarme, todo estaba muy bien para meterme en apuros. Me di la vuelta, y me dispuse a dirigirme a las cercanías del rio,

 

 

 

 

para repetir mi caminata; de ello la puerta se abrió, dando presencia a una mujer semi desnuda, que me recibía con una sonrisa. –

 

- ¡Buenos días!, ¡viajero del tiempo, y del espacio! – Comenta ella. –

 

- Buenos días – Mi nombre es. – le respondo, y ella interrumpe antes de terminar

 

- Tu nombre es sabido, desde que los dioses te enviaron aquí. – Comenta. –

 

- ¿Es sabido? – Le pregunto – ¿Puedo preguntar quién es usted? – interrogo frunciendo el ceño. –

 

- Puedes, y debes. Soy Cirse, y éste lugar que te ha maravillado, es mi hogar. –

 

- ¿Cirse? – inmediatamente mi mente se dibujó en la llamada Bruja de la Odisea. La cual transforma a la tripulación de Odiseo en cerdos que son comidos por él mismo.

 

 

- En efecto, no pienses tanto.- me dice la bruja. Que se acerca como un vapor hacia a mí respirando perfume en mi cuello. El éxtasis, era pleno, y toma mi mano, sin que yo se lo pidiera. – ven conmigo, viajero del tiempo, y del espacio. Ven a mi lecho, y dame lo que busco. -

 

Sin remedio, ni poder resistirme, fui llevado a su habitación donde su cama ardía de fuego y lujuria. Mi traje poco a poco se desprendía, y ella desnuda me lanzo a la cama. Tomó mi pene con suavidad y comenzó a lamerlo con sus dientes acariciando el órgano del glande una y otra vez. A veces me causaba un cierto dolor. Luego podía ver si vulva húmeda. Ven quiero que pases tu lengua. Ven a ella. Me acerqué y mi lengua erecta beso sus labios, y el interior de su carne ardiente. Por un tiempo sus gemidos explotaban como estrellas, mientras acariciaba mi cabello. Luego recorrí su cuerpo hasta llegar a sus senos inmensos a los cuales exploré con mi boca. Sus uñas clavadas en mi espalda no impidieron la penetración de su interior. Luego comenzó a cabalgar arriba mío. Y sus pezones se movían hacia arriba y abajo en su pelo extenso lleno de furia. Era un orgasmo intenso. Una y otra vez sus ojos se desorbitaban sin poder controlarse. Con fuerza la penetre de forma violenta en varias oportunidades, y la tome desde su trasero, para ingresar a ese orificio único, en cuanto la masturbaba con placer, y besaba su cuello. Ella se unió a mí como una fusión. La bruja me poseía, y mi erección era plena hasta eyacular en su interior, mientras su sexo escupía un líquido de placer suave y viscoso. Era el mismo que había probado en el jardín.

 

 

 

 

Era un néctar especial. Luego mi respiración volvió a mí, y me desvanecí en un sueño profundo.

 

Al despertar ella seguía desnuda contemplando una flor.

 

 

- ¿Has regresado? Se burla con una risita liviana. –

 

- ¿Qué hago aquí? – le pregunto

 

- Tranquilo. Es solo para mi placer. – se ríe Cirse. –

 

- Debo irme de aquí ¡Debo seguir mi viaje!

 

- Puedes seguir, o vivir en el paraíso del placer. – ella se acerca, y acaricia el pecho.

 

Puedes disfrutar de por vida, de los campos elíseos. Del Nirvana de la vida. –

 

- ¿Y no regresar jamás?

 

- Ve al mundo que quieras encontrar, pero es tu decisión. Si te quedas aquí serás parte de la vida del jardín, de lo contrario continua tu desdicha hacia lo que busques, pues estas lejos. Muy lejos aún. Acaricia una vez más mi pecho como queriendo encatusar mi corazón.

 

- ¡No!, ¡déjame en paz! ¡Me iré de aquí! – le aclaro con agresividad. –




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