Gracias a Dios, ningún olor nauseabundo inundó mi nariz, sino todo lo contrario. Percibí un olor muy dulce, un olor vivo y fresco, olores que solo vivían en mi imaginación, algo muy lejano del de las heces y el pescado que aromatizaban grotescamente las calles de mi ciudad.
Mis oídos despertaron, pero mi vista siguió durmiendo. Me abordaron todo tipo de sonidos, todos mezclados, al principio era desagradable, pero poco a poco se fueron separando permitiéndome distinguirlos, eran de animales, la mayoría debían de ser de pájaros.
No sabía donde me encontraba, así que me esforcé en intentar acceder a mis últimos recuerdos. Y allí estaba, en el cajón más lúgubre de toda mi cabeza, la última visión de la única persona que me quedaba en el mundo atravesada por tres flechas blancas. Y sobre mi? Era imposible que pudiera estar reflexionando sobre el pasado, cuando el presente que estaba viviendo iba en contra de toda lógica.
Estuve un buen rato hasta que mis párpados se empezaron a separar. Pero poco a poco, la luz fue entrando por mis ojos con delicadeza y pude empezar a distinguir los colores.
Con mucho esfuerzo conseguí levantarme, pero tenía las piernas y brazos entumecidos. El hormigueo era bastante doloroso y mi vista tardó varios minutos más en acostumbrarse. Pero para cuando lo hizo, el color rosa de los árboles empezó a informarme de que no estaba en Sevilla, tampoco en España probablemente, pero era precioso. <<Debe ser el cielo>> pensé, con la esperanza de que todo mi sufrimiento terrenal hubiera llegado a su fin. Pero nada había acabado, al revés, mi nuevo destino no había hecho más que empezar.
Incrédulo, comencé a mover la cabeza para captar información sobre mi nuevo entorno. Pude ver un riachuelo totalmente cristalino, los peces parecían que flotaban en el aire, y además eran enormes, no los había visto nunca.
A medida que iba despertando, ese paisaje se iba pareciendo más y más a las descripciones que mi padre me hacía de pequeño sobre los bosques que había visto en sus campañas en Asia.
-No,no, no puede ser,yo estaba a punto de morir, esto no puede ser real - Me repetía mientras avanzaba por aquel bosque.
Lejos de lo irracional que pudiera parecer la situación, estaba disfrutando de las vistas que se me ofrecían, hasta que llegué a un pequeño puente de madera que cruzaba el río. Para cuando me dispuse a cruzarlo, se escuchó un estruendo ensordecedor que provenía del cielo y al momento, un rayo de color negro me impactó de lleno.
Otra vez estaba inconsciente, pero podía distinguir lo que parecía ser la voz de una chica en la lejanía.
-Despierta, oye chico, despierta! -Me gritaba la extraña voz que me resultó muy familiar.
Era igual de dulce que la de Celia, por lo que me desperté de golpe esperando que también estuviera allí; viva.
Pero abrí los ojos y a quién vi fue a otra chica. Tenía el pelo rosa, del mismo color que el de los cerezos que poblaban aquel bosque, y unos ojos blancos como la nieve, a conjunto con su fina y pálida cara. Me quedé boquiabierto, no había visto nunca nadie con unos ojos de ese color, parecía como si pudiera ver a través de los míos.
Llevaba una especie de túnica de terciopelo larga de color azul, muy ostentosa, con un bordado de flores amarillas, que con mucha delicadeza combinaban con el color de su pelo. Por la calidad de las telas y la intención de resaltar, debía pertenecer a la nobleza -Pensé.
-Parece que si te ha dado el rayo, estás como tonto - Me dijo entre risas al ver que me encontraba bien.
Me quedé en silencio un par de segundos mientras observaba como todo lo que había a mi alrededor había sido calcinado.
-No me gusta que me ignoren -gruñó ella mientras se cruzabade brazos e hinchaba sus mofletes como si fueran una pelota.
-Perdona, todavía sigo aturdido. Por que ese rayo era negro? - Intenté preguntar con normalidad.
Se exaltó de golpe y me miró como si estuviera loco.
-La pregunta es: ¿Como narices estas vivo después de que un rayo te haya dado de lleno chico?
Cuando me dijo eso, al instante inspeccioné mi cuerpo para asegurarme de que no tenía ninguna herida, pero lo que encontré no fueron daños físicos, sino una ropa diferente. Llevaba una especie de sabana extraña que simulaba una sotana de color azul y unas botas de cuero color negro azabache. Algo había pasado con ese rayo.
-Mi ropa no es la misma, ha cambiado, como por arte de magia. -Eso ya para mí fue demasiado, nada de lo que estaba ocurriendo tenía ni pies ni cabeza.
-Magia?-preguntó entre risas como si hubiera dicho la mayor tontería que se pudiera haber soltado por mi boca-La magia hace años que se selló , ya nadie puede.. - Dejó la frase a medias para agacharse y agarrar algo del suelo.
Era una especie de libro de cuero de color verde, con un símbolo de color blanco y lo que parecía ser un rubí justo en el centro. La expresión le cambió drásticamente, quedó seria, extrañada, como si eso no debiera estar ahí o directamente existir. Yo no sabía que era, ni que podía representar, pero por algun extraña razón me sentía atraído por el.
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magia, caballeros y espadas, romance entre humanos y seres sobre naturales
Editado: 04.09.2018