La verdad es que la sensación de vértigo me abrumó completamente, descendíamos por el acantilado mediante unas viejas escaleras de madera que crujían como si los tablones fueran a partirse de un momento a otro. Estaba bastante asustado y no se me notaba poco la verdad. La bajada se me estaba haciendo eterna, pero valía la pena ver como aquellos edificios que desde arriba se veían pequeños, se iban haciendo enormes a medida que bajábamos, simplemente espectacular. A pesar del miedo, me vino bien para darme cuenta de que los peligros estaban a la orden del día, así que debía superar mis miedos.
Pero cada vez que intentaba disimular un poco mi miedo a las alturas, Shinji y Emiko se ponían a saltar por las escaleras como si fueran de hierro, con la intención de que me pusiera a gritar, y por desgracia eso acababa ocurriendo.
-Parad de una maldita vez! -grité entre lágrimas esperando darles pena y que dejasen de hacer intentar tirar las escaleras abajo.
Tras decir eso unas manos que debían de ser las de Emiko por lo suaves que eran, rodearon mis ojos.
-Tranquilo, tu cierra los ojos y yo te guiaré
Sus palabras sonaron tan convincentes y relajantes que simplemente me dejé llevar, me ayudó bastante. Ahora descendía sin problema, a pesar de llevar los ojos cerrados, Emiko me guiaba con suavidad, por lo que mi nerviosismo desapareció al fin.
-Ahora! -Gritaron los hermanos del diablo al unísono y noté un empujón en la espalda.
En ese momento mi corazón dio un vuelco completo al ver que no había punto de apoyo, por lo que no sabía desde que altura iba a caer.
Era el último escalón así que caí al suelo sin hacerme nada. Me habían dado un susto de muerte.
Les lancé la mirada más dura que había puesto en mi vida pero nada, seguían revolcándose en el suelo sin parar de reírse de mí.
-Has visto su cara? - Se preguntaban el uno al otro sin poder parar de reírse.
-Ya no quiero saber nada de vosotros,me marcho a la ciudad solo! -refunfuñé mientras me alejaba de esos dos payasos.
Shinji me alcanzó y rodeo mis hombros con sus brazos apoyándose en mi.
-Va Pabliu no te enfades, reconoce que ha sido divertido.
-Es Pablo, gracias -Le corregí al momento y de mala gana
-Como sea da igual, no te enfades, era simplemente una broma, como íbamos a dejar que cayeras por el precipicio?
Bajé la mirada buscando alguna manera de devolverle la jugada, y ahí estaba, su preciado libro mágico. Tenía que quitárselo y empezar a correr.
Me deshice de sus brazos y con una velocidad que ni me imaginaba que poseía, le arranque el libro de las manos y empecé a correr.
-No pienso perseguirte si eso es lo que quieres, ese libro está roto!-Se esforzaba en gritar Shinji a medida que me alejaba con él en la mano.
Cuando llevaba unos seis metros de carrera, mis brazos empezaron a arder bajo un fuego de un azul intenso, y la piel empezó a desprenderse de mi con gran facilidad. No había experimentado ningún tipo de dolor desde que llegué a aquel lugar, ni siquiera el puñetazo de Shinji me había dolido, pero esto... esto me estaba matando. El vapor de agua que se me estaba formando dentro del cuerpo me cocía los órganos. Estaba ardiendo vivo. Parecía que de alguna manera, la energía que el libro me enviaba, alimentaba las llamas y las volvía de un azul todavía mas oscuro. Aquel estúpido libro había reaccionado a mi contacto. Todo se volvió negro .
Este pequeño suceso, mis queridos lectores , por desgracia no os lo voy a poder narrar desde mi propia experiencia, pues perdí totalmente el control de mi mente, algo estaba tratando de controlarme. Así que os lo relataré tal cual Shinji y Emiko me explicaron que sucedió. De momento, solo puedo deciros que mi destino estaba a punto de cambiar de una manera completamente radical. Ese día, me fui a dormir con un gran poder cargando a mis espaldas.
Como os iba diciendo, el caos absoluto estaba a punto de brotar en aquella ciudad. Y quién iba a ser el principal artífice de aquel suceso? Pues yo, ni más ni menos. Que en mi vida había roto un plato ni había molestado a nadie, pues sin quererlo ni beberlo me convertí en protagonista de uno de los peores episodios de las vidas de aquellas pobres personas.
Por lo que me contaron, y os puedo afirmar con seguridad, ya que más adelante descubrí que tenían razón, era de que me había convertido en una especie de ángel demoníaco de color azul que por donde pisaba, destruía completamente la vida que aquella tierra pudiera albergar. Era como si la fundiese completamente.
Aquella criatura, ya que no me considero que eso fuera yo, empezó a destrozar todos los árboles del pie de aquella montaña. Emiko y Shinji intentaron detenerlo pero lo único que conseguían era sufrir grandes daños. De hecho, Emiko estuvo varios días bajo cuidados médicos avanzados a causa de las heridas. Aún le agradezco que no me guardara mucho rencor por ello.
La destrucción no cesaba, destrozaba todo lo destrozable , lo que avivaba sus llamas y le daba más y más poder. La posterior descripción de aquel ser, me recordó a los demonios a los cuales los seguidores de mi religión temían e intentaban alejar lo máximo posible. Los demonios. La muerte en persona había llegado a las puertas de la Ciudad del Fuego.
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Editado: 04.09.2018